Las personas de más de 85 años deben andar un mínimo de al menos diez minutos cada día para alargar sus vidas, según un estudio del Hospital Sanggye Paik de Seúl (Corea del Sur) presentado en el Congreso Europeo de Cardiología que se está celebrando en Barcelona.

El estudio asegura que caminar al menos una hora a la semana podría ayudar a reducir en un 40 % el riesgo de mortalidad por problemas cardiovasculares en las personas octogenarias, ha explicado su autor, el doctor coreano Moo-Nyun Jin.

El médico recordó que se aconseja a los adultos que hagan al menos 150 minutos semanales de actividad de intensidad moderada, unas recomendaciones que, sin embargo, según destacó el doctor Moo-Nyun Jin, “los adultos tienen menos probabilidades de cumplir a medida que envejecen”.

“El tiempo de sedentarismo tiende a aumentar con la edad, mientras que la cantidad de actividad física disminuye”, recalcó el doctor.

El investigador explicó en el Congreso que, en este caso, identificar la cantidad mínima de ejercicio que puede beneficiar a los octogenarios es importante, puesto que se demuestra que “los niveles de actividad recomendados pueden ser difíciles de alcanzar para estos”.

Para hacer este estudio, los investigadores utilizaron información de la base de datos del Servicio Nacional de Seguros de Salud (NHIS) de Corea, e incluyeron el caso de 7.047 adultos de 85 años que se habían sometido al Programa Nacional de Exámenes de Salud de Corea entre 2009 y 2014.

Los participantes rellenaron un cuestionario sobre su actividad física, en el que se preguntaba la cantidad de tiempo dedicado cada semana a caminar a ritmo lento, y a actividades de intensidad moderada, como el ciclismo y a la actividad de intensidad vigorosa, como correr.

Según el estudio, un 14,7 % de los participantes hacían actividad física de intensidad moderada y un 10,9 % actividad física de intensidad vigorosa, y del total solo un 7,6 % cumplía las recomendaciones sobre actividad física en adultos. “El mensaje para llevar a casa es que hay que seguir caminando toda la vida”, concluyó Moo-Nyun Jin.

Esperanza de vida

En cuanto a la esperanza de vida en el Estado, España se sitúa en el cuarto puesto a pesar del descenso debido a la pandemia de coronavirus, con una media de 83,6 años, tan solo por detrás de países como Japón, con una media de 84 años, seguido de Suiza y Singapur. Según determina la OMS, la esperanza de vida a nivel mundial es de 74,2 años para las mujeres y de 69,8 para los hombres

Según los datos que publica el INE sobre 2021, los primeros puestos con mayor esperanza de vida en el Estado están Salamanca (84,74) Madrid, con 84,64, Burgos, con 84,53, y Araba, con 84,34 años de media. En el polo opuesto están las dos ciudades autónomas. Ceuta es la que menor esperanza de vida tiene, con una media de 78,16 años, seguida de Melilla, que se queda con 79,4.

En cuanto a provincias, Almería (80,48) y Cádiz (80,66) son dos de las que tienen esperanza de vida más baja.

La actividad física es clave para la longevidad

–Investigadores de la Escuela Herbert Wertheim de Salud Pública y Ciencias de la Longevidad Humana de la Universidad de California en San Dieg han evidenciado que la actividad física puede tener un papel más importante que los genes en la longevidad.

Investigaciones anteriores han demostrado que la escasa actividad física y el mayor tiempo que se pasa sentado están asociados a un mayor riesgo de muerte. ¿Cambia el riesgo si una persona está genéticamente predispuesta a vivir una vida larga?

Un estudio de la Universidad de California concluye que tiene más importancia que los genes

Esa es la pregunta que se propusieron responder los investigadores en su investigación, que se ha publicado en la revista científica Journal of Aging and Physical Activity.

“El objetivo de esta investigación era entender si las asociaciones entre la actividad física y el tiempo de sedentarismo con la muerte variaban en función de los diferentes niveles de predisposición genética para la longevidad”, explica el autor principal del trabajo, Alexander Posis.

En 2012, como parte del estudio Actividad Física Objetiva y Salud Cardiovascular de la Iniciativa de Salud de la Mujer (OPACH), los investigadores comenzaron a medir la actividad física de 5.446 mujeres de Estados Unidos que tenían 63 años o más, y las siguieron hasta 2020 para determinar la mortalidad.

Las participantes llevaron un acelerómetro de grado de investigación durante un máximo de siete días para medir el tiempo que pasaban en movimiento, la intensidad de la actividad física y el tiempo de sedentarismo.

El estudio prospectivo descubrió que los niveles más altos de actividad física ligera y de actividad física de moderada a vigorosa se asociaban a un menor riesgo de muerte.

Un mayor tiempo de sedentarismo se asoció a un mayor riesgo de mortalidad. Estas asociaciones fueron consistentes entre las mujeres que tenían diferentes niveles de predisposición genética para la longevidad.

“Nuestro estudio demostró que, incluso si no es probable que se viva mucho tiempo en función de los genes, se puede prolongar la vida con comportamientos positivos en el estilo de vida, como hacer ejercicio con regularidad y sentarse menos. A la inversa, incluso si tus genes te predisponen a una vida larga, permanecer físicamente activo sigue siendo importante para lograr la longevidad”, detalla otro de los autores, Aladdin H. Shadyab.

Teniendo en cuenta el envejecimiento de la población adulta en todo el mundo y el mayor tiempo dedicado a actividades de menor intensidad, los resultados del estudio apoyan las recomendaciones de que las mujeres- mayores deben participar en actividades físicas de cualquier intensidad para reducir el riesgo de enfermedad y muerte prematura, escribieron los autores. – E. P.