Noelia Izquierdo, de 24 años, decidió hace siete meses infiltrarse ácido hialurónico en los labios para 'resolver' el complejo que tenía con su boca desde que era pequeña y que fue agravándose por una "exposición constante a los rostros irreales de las redes sociales, retocados y con filtros".

La joven ha asegurado a Efe que conoció esta posibilidad a través de Instagram, donde "la mayoría de influencers llevan estos retoques estéticos o recomiendan clínicas para hacerlos".

"Las redes sociales ejercieron una gran influencia en mi decisión", reconoce Izquierdo, quien asegura que veía continuamente "personas que tenían los labios perfectos", así que decidió acudir a un centro de cirugía estética para decir: "quiero unos labios como éstos".

La joven pagó 400 euros por este tratamiento, cuyos efectos van desapareciendo en un años, pero asegura no estar convencida de querer volver a hacérselo: "aunque estoy muy satisfecha con el resultado, haberme hecho este tratamiento me ha ayudado a aceptarme a mí misma y a no querer cambiar".

Noelia Izquierdo, que estuvo ahorrando seis meses para poder costear el tratamiento, habla de su "frustración" por ver en las redes sociales influencers a las que se les pagaba el tratamiento: "ellas pueden resolver sus complejos de forma gratuita, mientras que el resto de jóvenes tenemos que ahorrar para poder pagarnos el mismo tratamiento".

Según una recopilación de estudios hecha por la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), cada vez más adolescentes como Izquierdo "perciben como cercanos e imitables cuerpos que ven en redes sociales y que no son del todo reales".

Según estos estudios, las redes sociales, cada vez más usadas por los adolescentes, agravan los casos de Trastorno Dismórfico Corporal (TDC), que provoca una percepción distorsionada de la imagen de uno mismo.

Las personas que lo padecen -en torno al 2 % de la población, con ligera prevalencia de hombres sobre mujeres- ven o creen ver defectos en su físico que les hace desarrollar comportamientos obsesivo-compulsivos.

"Las redes sociales, junto con la publicidad, son los medios que más favorecen la exposición pública de cuerpos, de alguna manera hemos sido consumidores pasivos y hemos llegado a normalizar esta tendencia", explica Mireia Cabero Jounou, profesora de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).

En las redes sociales se publican "nuestras mejores fotos en nuestros mejores momentos y mejores posiciones -añade-, lo que hace que tomemos una dimensión diferente de nuestros cuerpos".

Esta exposición constante lleva a jóvenes como Noelia Izquierdo a pasar por una intervención estética, operaciones que, según Cabero, "se entienden como un medio para resolver el problema cuando en realidad el problema es psicológico".

Según Isabel Reoyo, psicóloga de la plataforma de salud mental y bienestar "Somos Estupendas", "el hecho que cada vez más personas se hagan retoques basados en complejos e inseguridades es un problema social".

"La decisión de pasar por quirófano no siempre es una decisión individual, sino que, en muchas ocasiones, se trata de una decisión social, tomada desde la inseguridad y la necesidad de aprobación", añade a Efe la psicóloga.

"Aunque es respetable, debemos problematizar esta situación y no normalizarla", sentencia.

El Boston Medical Center habla de un nuevo fenómeno conocido como 'dismorfia del selfi' para referirse a un nuevo tipo de pacientes que están acudiendo cada vez más a las consultas de los cirujanos plásticos para parecerse a las fotos retocadas que publican de sí mismos en redes sociales.

Según Reoyo, la 'dismorfia del selfi' está estrechamente relacionada con otros problemas ya conocidos como el TDC, puesto que en ambas "existe el denominador común de la distorsión de la imagen corporal y la preocupación excesiva asociada".

La vicepresidenta de la Sociedad Española de Cirugía Plástica y Reparadora Estética (SECPRE), Nélida Grande, asegura a Efe que llegan cada vez más pacientes a consulta pidiendo parecerse a sus versiones retocadas, una situación que califica de "compleja", "especialmente si se aplican filtros que crean una imagen poco realista e imposible de conseguir mediante cirugía".

"Es muy importante que los pacientes tengan claras las expectativas de una intervención, porque la cirugía no es como el Photoshop; no es posible llegar a un resultado irreal creado por un filtro", explica Grande.

La cirujana plástica, Obdulia Cañadas, recuerda a Efe que "la cirugía sólo puede resolver complejos si el paciente es realista de cuál es su patología de base y qué se puede conseguir en su caso concreto", a lo que añade que, "si el paciente desea un resultado irreal e imposible de conseguir con cirugía, nunca estará contento".

"En ocasiones es preciso el apoyo de profesionales de la psicología antes de practicar una cirugía", subraya Cañadas.

Según datos facilitados por la UOC, las mujeres de entre 16 y 25 años pasan hasta cinco horas a la semana tomando selfis, retocándolas y compartiéndolas en redes sociales, algo que, según los especialistas, comporta un alto riesgo para la autoestima y la autopercepción.

"Las redes sociales deberían regular el uso de filtros pero también el contenido que muestra la aplicación y las edades con las que estas redes pueden utilizarse", asegura Reoyo, quien admite que esto "pondría en jaque el funcionamiento y éxito de las propias redes sociales".