El pasado martes Miguel Ángel Martínez González, catedrático de Salud Pública en la Universidad de Navarra y catedrático adjunto de Nutrición en la Universidad de Harvard, regresaba de Donosti de dar una conferencia sobre investigación molecular cuando recibió una llamada. Era la ministra Diana Morant, que le comunicó que le habían concedido el Premio Nacional de Investigación Gregorio Marañón, en el área de Medicina y Ciencias de la Salud, por “sus singulares aportaciones sobre la relevancia de la nutrición en medicina preventiva y, en particular, de la dieta mediterránea, así como sobre la intervención conductual para cambiar los estilos de vida”.

En ese instante, ha relatado este jueves el especialista, “pensé en la ilusión que le habría hecho a mi padre, que era médico y que ya no está en este mundo, pensé en la familia y en todos los amigos y compañeros que, a uno y otro lado del Atlántico, se iban a alegrar tanto”. Y es que, aseguró este investigador con más de 30 años de experiencia, recibir este galardón –que, como él mismo indica, por tercera vez viene a Navarra, ya que también lo consiguieron en su día los doctores Jesús Prieto y Jesús San Miguel– “es una alegría inmensa y, sobre todo, es una alegría para todo el equipo. Yo diría incluso equipos, de distintos sitios, también de otros países, de Estados Unidos, que han estado colaborando con nosotros, porque esto no es un premio a Miguel Ángel Martínez, sino a un gran equipo de personas que hemos estado trabajando en Salud Pública sobre todo para defender los efectos de una dieta saludable, la dieta mediterránea, en la prevención de las enfermedades que más daño causan”. 

Tras considerar que “esto es un premio también para toda la Comunidad Foral”, el doctor Martínez González ha manifestado sentirse contento porque la concesión de estos galardones se haya hecho junto a los premios de jóvenes investigadores. En este sentido, para mejorar el futuro de la carrera científica, ha apuntado que debería haber “mayor inversión para hacer atractiva la carrera investigadora a jóvenes brillantes” y, también, ha abogado por “acabar con el exceso de burocracia”, que hace perder mucho tiempo a los profesionales. 

Respecto a sus proyectos futuros, ha señalado que “me interesa mucho valorar el papel del alcohol dentro de la dieta mediterránea. Aquí hay mucha controversia porque hay algunos que son partidarios de la abstinencia total y otros, de un consumo moderado con las comidas. Creo que hay que estudiarlo con mucho más detalle, recoger mejores datos y hacer unos diseños más sólidos”. Además, ha proseguido, “estamos trabajando en todas las moléculas que están implicadas. Nos han dado este año un proyecto del gobierno americano de 3 millones de dólares para estudiarlo”. Un trabajo conjunto entre la Universidad de Harvard, la de Barcelona y la de Navarra en el que, como explicó, “vamos a ver distintas moléculas que se pueden recuperar en orina, para comprobar cómo la dieta mediterránea cambia esas moléculas y cómo ésta es responsable de la reducción de la enfermedad cardiovascular”.