Hablamos con los dos lingüistas que intervinieron en la presentación de la Mano de Irulegi. Lo hacemos buscando sosiego, intentando acceder a los sentimientos de dos especialistas que coinciden en destacar el carácter excepcional del hallazgo, de entre el año 80 y el 70 antes de Cristo. Lo primero que les preguntamos es por el momento en que conocieron el descubrimiento de la pieza.

–Javier Velaza: Recibí un mail de Mattin Aiestaran y de Juantxo Agirre, de Aranzadi, donde me decían que había aparecido una pieza de bronce en Irulegi y me anticipaban un dibujo, donde advertí que estaba escrita en signos que podemos llamar paleohispánicos, pero no era fidedigno. Les pedí una fotografía, y cuando en la transcripción del texto leí la primera palabra me di cuenta de que estábamos ante un texto extraordinariamente singular. No solo desde el punto de vista epigráfico y de cómo está escrito. La primera palabra es muy llamativa. Entonces vine para ratificar esa primera idea. Una vez que estuvimos viendo la inscripción, pensé que Joaquín Gorrochategui tenía, ineludiblemente, que formar parte del equipo de trabajo para hacer el estudio lingüístico de la pieza.

–Joaquín Gorrochategui: Javier me envió la foto, vi también la primera línea, que se lee bien, nos parece entenderlo, y me dio un gran vuelco el corazón al ver que estamos ante algo realmente llamativo, que esa primera línea abría muchísimas esperanzas, que quedaron un poquito chamuscadas en las siguientes, porque tampoco entendí nada. Después, en abril, vinimos Javier y yo a Cordovilla, donde está guardado el texto, y lo pudimos leer in situ. Con unos anteojos especiales, de aumento.

“El público tiene que tener clarísimo que esto es una pieza auténtica sacada en el más escrupuloso de los métodos científicos”

–Javier Velaza: Con muchos textos de estas características estamos acostumbrados a que haya muchísimas dudas de lectura, que a veces, ni con muchas horas de autopsia de la pieza se logran disipar. Textos en los que seguimos dudando, porque se conservan muy mal o han padecido un mal trato por parte incluso de los arqueólogos. Pero este se lee completo. Teníamos unas pocas dudas de lectura, pero cuando ya estuvimos sobre la pieza con instrumentos ópticos que ayudan, se disiparon. La suerte en este texto es que fue escrito de dos maneras. Desgrafiando primero los signos y luego punteando por encima. Con lo cual, entre una y otra cosa, acabas resolviendo las posibles dudas. Si este texto no hubiera tenido el desgrafiado probablemente hubiéramos tenido más problemas para leerlo, pero como tiene ambas cosas, la lectura es absolutamente indiscutible. Se podrán discutir muchas cosas de este texto, pero la lectura no.

–Joaquín Gorrochategui: No hay ningún problema en las lecturas, el 90% son clarísimas. Solo hay un signo en la segunda línea que tiene demasiada concreción calcárea, y lo oscurece un poco, y quizás en un futuro se podría limpiar un poquito para que estemos más seguros. El último signo de la primera línea, la ‘ku’ de la transcripción sorioneku, en la primera fase del redactado se escribió ‘ke’, pero en la segunda fase, el que punteó, completó la letra. Nosotros pensamos que el que escribió en esa segunda fase tenía más conocimiento e idea de lo que quería decir que el que escribió antes.  

La pieza de bronce escondía una mano.

La pieza de bronce escondía una mano

La pieza de bronce escondía una mano Infografía Joseba Larratxe

El soporte

Una mano en contexto de guerra

–Javier Velaza: Es la ley de Murphy de la epigrafía, si una inscripción tiene una duda de lectura o un golpe, estará siempre allí donde más moleste para la interpretación (se ríe). No sabemos si fueron dos personas las que lo escribieron. Lo estamos valorando. Yo creo que no. Que intervengan dos personas al escribir un texto es habitual allí donde la grabación requiere de una maestría técnica específica. Por ejemplo, una inscripción sobre mármol, que requiere que el incisor trabaje bien, y a lo mejor no era el que ideaba el texto. Pero aquí puntearlo no parece requerir una técnica especial, sino que probablemente fue la misma persona.

–Joaquín Gorrochategui: Es como escribir ahora en lápiz para después hacerlo en bolígrafo.  

–Javier Velaza: Al final de la primera línea, de ese sorioneku, acaba como si fuera un título, una palabra especialmente marcada. Pero después aparece una ‘n’, que en realidad, pertenece a la segunda línea. El tío escribió esa segunda línea, se quedó sin espacio, y la puso arriba. Eso muestra que tampoco fue especialmente cuidada lo que nosotros llamamos la paginación del texto. 

“Me dio un gran vuelco el corazón al ver que estamos ante algo realmente llamativo y que esa primera línea abría muchísimas esperanzas”

–Joaquín Gorrochategui: El texto es coherente con el soporte. Esa referencia a la buena fortuna es coherente con una mano, que puede tener una función apotopraica, de alejamiento del mal, o también votiva...

–Javier Velaza: La arqueología no nos da muchas pistas, parece ser que se trata de una casa. Sobre la buena fortuna, no debemos olvidar el contexto en el que esto se produce. Esta gente está en guerra. Roma está en guerra civil. Algo a lo que no sabemos responder ahora es si estas manos se colocaban de una manera más o menos convencional sobre las puertas de las casas o esta situación bélica las provocó. Lo único que hemos encontrado como paralelo cerca está en Huesca, donde hay una mano que también se clavó de la misma manera, pero no tiene texto. Sabemos por la antropología que estas manos en otras culturas tenían que ver con la buena suerte o la protección. 

La autenticidad

“La gente puede estar totalmente tranquila”

–Joaquín Gorrochategui: Las expectativas son grandes ahora. ¿El caso de Iruña-Veleia? Aquello se aclaró que era falso. Fue triste, porque duró muchísimo tiempo, se debería de haber acabado bien pronto, y por unas circunstancias u otras ha durado muchísimo. Pero esto es otra cosa.

–Javier Velaza: El público tiene que tener clarísimo que esto es una pieza auténtica sacada en el más escrupuloso de los métodos científicos en una excavación, y tratada durante todo el proceso hasta que se dio a conocer con el rigor y el secreto más absolutos para que no trascendiera sin poder dar todas las explicaciones que dimos. Las nuestras, epigráficas y lingüísticas, pero se han hecho análisis incluso del contenido de los puntos de la inscripción. La gente puede estar totalmente tranquila. 

–Joaquín Gorrochategui: En Iruña-Veleia fue una ciencia a través de las ruedas de prensa, mientras que en este caso ya hemos enviado un texto a una revista científica, Antiquity, de la Universidad de Cambridge, y estamos absolutamente convencidos de que se publicará.

–Javier Velaza: Antiquity es una revista del máximo prestigio internacional, la top de la arqueología, pero solo te dejan meter 4.000 palabras en el artículo. Lo explicaremos con más detenimiento en otro artículo o incluso una monografía más adelante. Paralelamente Aranzadi ha hecho una publicación excelente que está a punto de salir, donde se habla con un poco más de detenimiento. 

El yacimiento de Irulegi Javier Bergasa

Irulegi

En el “corazón de Vasconia”

–Joaquín Gorrochategui: Tiempo habrá, depende de si dándole vueltas al magín podemos dar explicaciones a algunas de las palabras que aparecen ahí. Yo he dado algunas pequeñas sugerencias, pero de las que no estoy en absoluto seguro. Es todo muy hipotético, y para avanzar necesitamos más paralelos. ¿Va a ser posible? Pues no lo sé. Hasta ahora los vascones tenían muy pocos textos. El único entero, más perfectamente legible, es el mosaico de Muruzábal de Andión.

–Javier Velaza: Los arqueólogos lo datan ente el 150 y el 125 antes de Cristo. Lo que pasa es que no está seguro que sea vascónico. 

–Joaquín Gorrochategui: Ese mosaico tiene unas relaciones directas y clarísimas con otros del valle del Ebro medio, lo que nos lleva a una cultura claramente más ibérica, relacionada con el celtibérico, mientras que aquí estamos geográficamente en un territorio mucho más septentrional, al lado de Pamplona, más corazón de Vasconia. El problema es que el texto no tiene paralelos, no tenemos otro igual.

–Javier Velaza: Los textos de las monedas son muy breves, de una palabra. Y no nos dan gramática. Aquí sí hay sintaxis, habrá verbos...

–Joaquín Gorrochategui: El problema es identificar el verbo, el sujeto y el objeto. Me gustaría que tras sorioneku lo demás fuera más claro, y por lo tanto, estoy sorprendido también.

–Javier Velaza: Ahora los lingüistas tienen que trabajar duro, e intentar ver las posibilidades del texto. 

–Joaquín Gorrochategui: La terminación ‘eku’ de sorion es un poco chocante y plantea problemas con el euskera. Primero porque es ‘ku’ y no ‘ko’. Alguien puede decir que no hay ninguna importancia. Buen, pues sí la hay, y ese ‘ku’ no sé yo explicarlo. Etimológicamente pensábamos que zori, fortuna en vasco, está relacionado con txori, pájaro. Esto es una idea con sentido de Mitxelena, ¿Qué es antes, txori o zori? Tal vez, txori, o tal vez en este momento todavía la diferencia no era tan fuerte como ahora, que nos parecen dos palabras distintas. La terminación ‘eku’ es muy chocante, suena como demasiado moderno. A mí me resulta sorprendente. Imposible no, pero es muy sorprendente. 

Los secretos de la Mano de Irulegi

Los secretos de la Mano de Irulegi

Sorioneku

Un hallazgo “muy emocionante”

–Javier Velaza: El día de la presentación fue muy especial. Veníamos preparados para esta repercusión, y además después del tema de Iruña-Veleia. Así que tienes que contar con la seguridad absoluta de que todo el trabajo de todo el mundo se ha hecho muy bien. Y eso es así. A partir de ahora, yo creo que la pelota está sobre todo en los lingüistas, en los estudiosos del protovasco, que reconstruyen la lengua. Para entender cómo podía ser la lengua vasca en la antigüedad tienen los documentos que tienen, mayoritariamente del siglo XVI, y alguna cosita un poquito anterior. Y luego están los testimonios dialectales. Encontrar ahora este texto les servirá, creo yo, de piedra de toque para ver también cómo se estaba haciendo la reconstrucción, y hasta qué punto hay que corregir cosas. Porque este texto no lo entendemos, y eso es muy testarudo, pero hay que darle explicación cuando se pueda. Tengo la esperanza de que aparezcan otros textos, porque conocemos lenguas en las que no escribieron muchísimo y durante mucho tiempo. Pero aun las que menos tiempo se escribieron, itálicas, por ejemplo, tienes de 30 a 40 textos. Si a nosotros nos dieran esa cantidad de textos así, nuestro conocimiento daría un salto cualitativo extraordinario. ¿Por qué estoy esperanzado? Mire, porque (la mano) es un uso privado de la escritura. La puso alguien para proteger su casa. Y esto nos hace releer las monedas que tienen ese mismo signo, indudablemente acuñadas por una autoridad. Tenemos ya un uso digamos oficial y un uso privado. Es evidente que hubo un uso de la escritura y que depende un poco de la zori on que encontremos más textos. ¿Y por qué no tenemos más? Pues porque hay culturas antiguas que escribieron mucho sobre soporte blando, y esos soportes han desaparecido, papiro, pergamino u hojas secas de árboles. Fíjese, de una cultura tan potente como los fenicios, enorme, conservamos muy pocas inscripciones y casi todas del cementerio de Cartago, donde ahí sí que escribieron sobre piedra. Pero sabemos que escribían muchísimo sobre soportes blandos. Y eso se ha perdido todo. Salvo Egipto, con su microclima, donde se han mantenido los papiros, en todo el resto del mundo mediterráneo ha desaparecido. Si aquí se escribía sobre soporte blando tenemos menos esperanzas, pero siempre debieron dejar cosas también sobre soporte duro. 

–Joaquín Gorrochategui: El lunes fue un día especial, lo mismo que el día que leí por primera vez el texto, y el día que fuimos a verlo in situ y tuvimos la mano en las manos, que también fue muy emocionante. El lunes vi por delante una responsabilidad bastante grande, muchos ojos y expectativas, todos mirando qué dices y qué no dices, y qué puedes decir o no decir, y eso es un poco agobiante. Mi impresión es que algo podremos decir quizá con un poquito más de fundamento más adelante, pero me temo que muchas más cosas aclaratorias sobre el texto no van a ser posibles. 

–Javier Velaza: Una pieza con más de 2.000 años está mostrando la vida de entonces, unas gentes atemorizadas que no sabemos de qué bando estuvieron, pero esto fue una guerra civil entre romanos que involucró a la Península Ibérica. Unos se ponían del lado de uno y otros del lado de otro. En Roma hubo un golpe de Estado, que lo dio Sila. Aquí había un gobernador oficial de Roma, Sertorio, nombrado por el Senado romano. Tras el golpe, Sertorio no se rindió y plantó cara, y hubo una guerra civil donde todos estos pueblos se ubicaron por simpatías o antipatías con unos y con otros. Imagínese que la mano fuera colocada casi a última hora, cuando se vieron asediados. Los arqueólogos tienen puntas de flecha con un arpón para enrollar la cuerda y encender la tea. A esa casa, seguramente le tiraron fuego encima y cayó. Esto lo arrasaron e inmediatamente se fundó Pompaelo.

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Javier Velaza

Navarro en Barcelona. Nació en 1963 en Castejón. Es catedrático de Filología Latina en la Universidad de Barcelona. Se dedica, “entre otras cosas” a la epigrafía romana y a las epigrafías paleohispánicas.

Emoción. “Reconozco que cuando vi el texto y empecé a leerlo, me temblaron un poquito las piernas, fue muy emocionante”. Velaza expresa su emoción por una pieza que nos acerca en “vivo” al contexto en el que se colgó la ya célebre Mano de Irulegi.

Joaquín Gorrochategui

A punto de jubilarse. Eibarrés de nacimiento (1953). Estudió en Salamanca Filología Clásica. Hizo la tesis con Koldo Mitxelena sobre la onomástica indígena de Aquitania. Este año se jubilará como catedrático de Lingüística Indoeuropea en la Universidad del País Vasco.

Responsabilidad. Gorrochategui confiesa la presión que supone la expectación mediática en torno al hallazgo, y cómo se escrutan sus palabras en un momento como este. Teme que no se aclare gran parte del texto ahora indescifrable.