Isidoro Asurmendi Goyena, de 76 años cumplidos a principios de enero y usuario de la residencia Amavir de Mutilva, tenía una historia que merecía ser contada. Lo hizo en primer lugar el periódico El Mundo en noviembre de 2022 en un reportaje que se viralizó como suele ocurrir con esas realidades que por crudas superan la ficción y tocan el corazón.

Este hombre, nacido en Potes (Cantabria), había sido abandonado de niño, a los 4 años, en un orfanato y se crió con las monjas, no conoció a los hermanos que su cartilla dice que tuvo, y vivió luego de joven en la calle Jarauta de Pamplona con un matrimonio sin hijos que le acogió. Hasta que estos murieron cuando él era un veinteañero. Pasó por múltiples oficios y por una vida muy jodida donde las vio de todos los colores.

Isidoro no tiene familia desde que en 2015 murió Natividad, también en la residencia, una mujer mayor que él a la que conoció en la calle, con la que convivió en un piso. Isidoro tomó como costumbre visitar a Nati una vez que la internaron a ella en la residencia y, en una de esas citas, la trabajadora social del centro se percató de la delicada situación del hombre, poco aseado y con una salud deteriorada. Dio la voz de alarma en los Servicios Sociales y ello sirvió para que tomaran nota de su paradero en el Casco Viejo de Pamplona. Allí le fueron a visitar a su piso sin que abriera durante unos días, por lo que se hizo necesario intervenir como en un caso de urgencia social, irrumpiendo a la fuerza en el domicilio. Allí se encontraron a Isidoro, enfermo de diabetes, y en una situación dramática de la que pudo sobrevivir previa amputación de la pierna izquierda debido a una infección. Corría el año 2010 e Isidoro accedió entonces a una plaza concertada en Amavir de Mutilva.

Desde entonces, y lo contaba en el reportaje, nadie le visitaba, ni le llamaba, ni siquiera le escribían. Era una vida enteramente sola. Precisamente después de que el periódico reflejara su caso, una gran movilización en redes sociales viralizó a Isidoro, que se convirtió en hombre de portada y en el destinatario habitual de decenas de misivas y correos electrónicos.

La historia viralizada que llega a internautas, Osasuna y Ayuntamiento de Potes...

En apenas mes y medio, hasta Navidades, la residencia recibió hasta dos centenares de cartas para su inquilino más solitario, e incluso hubo gente dispuesta a verle en persona e intercambiar una sobremesa. Amavir canalizó todo ello e incluso le hicieron un libro para regalárselo en las fechas festivas con las mejores palabras que le habían escrito. Incluso un grupo de internautas reunieron dinero desinteresademente a través de un hilo abierto con su historia en forocoches y le compraron una camiseta de Osasuna con su nombre y unas flores. El club rojillo también le ha invitado a un partido cuando recobre fuerzas y el ayuntamiento de su pueblo natal, Potes, le envió productos de su tierra, como un buen queso.

Ahora, ha vuelto a recibir otra avalancha de comunicados. Pero Isidoro anda justo de salud, ha estado hospitalizado en las últimas fechas y ha preferido dar un paso al lado. Encomienda a las responsables de la residencia para que den las gracias en su nombre a toda aquellas personas que se dirijan a él, pero "está desbordado". Por ello no atiende a la petición de este periódico de ser entrevistado. "Está abrumado por la ola de solidaridad. Lleva muchos años con nosotros, integrado con todos en la residencia, y la historia de Isidoro refleja una realidad como es la soledad extrema de nuestros mayores que va a más y que tratamos de paliar desde nuestros centros", comentan desde Amavir.