Cuando Elisa Pozo Menéndez comenzó Arquitectura le llamaba la atención “el tema de la eficiencia energética y la sostenibilidad y, poco a poco, empecé a ver que hablar de sostenibilidad es hablar de salud”. Así, se especializó en urbanismo, salud y demencia, porque “los entornos pueden tener un impacto directo en nuestro bienestar, tanto físico como mental”. De ello, ha hablado este jueves en la jornada anual del Colegio de Enfermería. 

¿La arquitectura actual satisface las necesidades de las personas con alzhéimer y demencias? 

–Es un tema muy amplio. Hay publicaciones en todas las escalas, desde cómo adaptar una habitación a cómo adaptar incluso las ciudades. Recientemente terminé mi tesis sobre el tema de urbanismo, de ciudades para personas con demencia. En los países donde se está trabajando más específicamente esta relación entre diseño y alzhéimer o demencia sí que se ve que hay unos criterios de diseño que pueden favorecer muchísimo que las personas puedan vivir con mayor autonomía, mayor seguridad, con mayor garantía de, en primer lugar, permanecer al máximo posible en sus viviendas, en sus entornos, en sus barrios, que es lo más positivo para todas las personas y para la sociedad también, pero luego cómo ir adaptando también los edificios y los centros, residencias o alojamientos que son más específicos para personas mayores.

¿Cuáles son los criterios que debe cumplir un buen diseño? 

–En primer lugar, el tema de la escala, que los entornos cuanto más pequeños, hogareños, fácilmente reconocibles, familiares y que permitan sentir sensación de protección ayuda muchísimo. Se puede aplicar tanto en ciudades, en diseño del espacio público, como en un salón. Luego, la reducción de los estímulos negativos (ruido, contaminación acústica, lumínica, visual...) no solo beneficia a las personas que tienen problemas cognitivos, sino a todos los demás. Si estas personas no pueden comunicar el malestar que les provoca al final surgen reacciones que fácilmente las etiquetamos de una conducta violenta o agresiva o hace falta darle más medicación. Cuando el entorno es agradable y genera ese bienestar y esa tranquilidad, ayuda muchísimo a que la persona no necesite esa atención, ese cuidado adicional o necesidad de relajarle.

“Intentamos que la luz sea adecuada, que no haya deslumbramientos o reflejos incómodos”

Elisa Pozo - Doctora en Arquitectura e investigadora

Qué medidas en concreto podríamos adoptar para adaptar mejoras las viviendas, las residencias o las ciudades a estas personas.

–Creo que hay muchísimos criterios, que al final poniendo el foco en las personas mayores con demencia se tiene una sensibilidad que resuelve muchos otros problemas de accesibilidad universal y de bienestar para todas las personas. Por ejemplo, el componente de legibilidad de un espacio, de una ciudad o de un edificio es uno de los criterios principales. Cuando entramos en un edificio el poder orientarnos fácilmente dónde están las cosas, que sean fácilmente reconocibles los espacios en una vivienda o en una ciudad. También se trabaja el tema del confort o eficiencia energética. Intentamos que los materiales puedan absorber acústicamente todas las reverberaciones, que la temperatura sea adecuada– porque a medida que vamos envejeciendo podemos tener más sensibilidad al frío o al calor–, que la luz sea la adecuada, que no haya reflejos o deslumbramientos incómodos, que muchas veces tendemos a poner pavimentos muy reflectantes, superficies muy pulidas, eso a veces genera unos reflejos y estas personas pueden sufrir alucinaciones.