La participación de la población es un punto clave a la hora de poder detectar cualquier tipo de cáncer mediante los distintos cribados que realiza el Instituto de Salud Pública y Laboral de Navarra (ISLPN), y en ese aspecto, la Comunidad Foral no se encuentra en nada mala posición. Más del 80% de las mujeres convocadas a participar en el cribado de cáncer de mama decide participar en él, bastante por encima del 70% que sería aceptable, y también por encima del 75% deseable.

Para ello, es necesario poner medios y garantizar la accesibilidad de estas pruebas de prevención. En ese sentido, el ISLPN tiene disponibles para su realización una unidad fija, en la misma sede del instituto, y otra móvil, que se desplaza a todas aquellas localidades de fuera de la Comarca de Pamplona. 

Una vez realizado el test, si el resultado de éste es válido, lo que sucede entre el 90 y 95% de las ocasiones, se le vuelve a citar a la mujer al año o dos años. Si el resultado no es concluyente, se le realizarán pruebas complementarias, como nuevas mamografías o una ecografía. Si después de este proceso sigue habiendo sospecha de malignidad, se la deriva al hospital para comprobar si existe el cáncer o cualquiera que sea el diagnóstico.

Retos en la detección

En ese sentido, María Ederra, investigadora en Detección Precoz y Riesgo de Cáncer en Navarrabiomed y responsable del cribado de cáncer de mama, enumeró este viernes tres principales retos que asume la detección precoz, con el objetivo de disminuir la mortalidad por cáncer de mama y mejorar la calidad de vida de las pacientes. 

La tomosíntesis, que ya se usa en la fase de diagnóstico, pero no en cribados, ha sido reconocida como un avance revolucionario en la detección temprana del cáncer de mama. Mientras que la mamografía tradicional muestra una única imagen del tejido mamario en la que los tejidos se superponen, dificultando el diagnóstico, la tomosíntesis posibilita el análisis de los tejidos de forma individual, capa por capa. Esto mejora la visualización de lesiones, incluso las más pequeñas, explicó la doctora Ana Osa.

Por su parte, Ángel Alonso, médico genetista del Hospital Universitario de Navarra, apuntó que “el cribado personalizado es una vorágine que nos viene y se traslada a todas las especialidades médicas”. En este caso, consiste en partir del riesgo de padecer cáncer de mama de cada paciente, buscando los factores de riesgo en su genética. “Gracias a ello se encuentra el riesgo personal a padecer la enfermedad y se puede realizar el cribado clasificando a las mujeres por grupos e investigando con más intensidad cuando así se requiera”, contó.

La tercera novedad es la ya conocida inteligencia artificial (IA). Entre otros posibles usos, la IA identifica posibles alteraciones en las mamografías o ecografías, gracias a la cual el médico puede revisar con mucha más atención aquellas que presenten riesgo, y prestarle menos a aquellas en las que no se detecte ningún tipo de problema. “La inteligencia artificial siempre es de ayuda al diagnóstico, y facilita mucho el trabajo de los médicos”, indicó Martin Begoña, exsubdirector de informática de Osakidetza.

Ampliación del cribado

Navarra tiene una tasa de detección de cáncer de mama de entre 3 y 5,5 diagnósticos por cada 1000 pruebas, indicó ayer María Ederra, en el marco de unas jornadas sobre los avances en cáncer de mama, organizadas por el Colegio de Médicos. “La incidencia está subiendo en los últimos años”, pero a pesar de ello, la mortalidad está descendiendo en la Comunidad Foral desde que se hacen cribados.

Navarra, primera comunidad en realizar este tipo de cribados allá por 1991, cita para las pruebas a mujeres de entre 45 y 69 años, ampliando el mínimo establecido en el Estado que se sitúa en el rango 50-69 años. “Ampliar esa edad es uno de los principales o objetivos”, asumió Ederra.