El abogado Juan Pablo Ibáñez García, de 39 años, invidente con una discapacidad del 77%, que lideró un los servicios jurídicos del Cermin (Comité de entidades representantes de personas con discapacidad en Navarra) y ahora trabaja como investigador de la UPNA, se encargó de ser “el quijote” que trató de rebatir la denegación de ayudas que el valle de Egüés no concedía a sus hijos en la escuela de música por no estar empadronados en el valle. Ibález dice que su intención es que las Administraciones Públicas tengan conciencia de que la necesidad de las personas con discapacidad es positiva y que sirviera al resto de personas con discapacidad para que tengamos más cultura de reclamación pese al coste y el desgaste mental y personal que todo esto conlleva”.
El letrado recuerda que el juicio “fue desagradable”, puesto que “sobre mi persona soporto lo que supone la discapacidad y mi mujer también, pero eso no puede superar nuestra esfera personal y que le afecte a nuestros hijos. Para que vayan a la escuela de música todos los días tiene que venir una persona con nosotros porque eso supone un coste económico, familiar y si no viniera esa persona probablemente mis hijos no irían a música. Realmente, aquí hablamos de empatía”. Espera que la sentencia suponga “un punto de inflexión para marcar los límites de la norma. Es discriminatoria la no aplicación de la tutela de derechos fundamentales. Tenía claro que era una cuestión de derechos humanos y que era una cuestión muy obvia”.
Al recibir la negativa del Ayuntamiento, afirmó que sintió “decepción y cierta rabia. Antes de ir al juzgado, acudí al Defensor del Pueblo, que se puso de perfil con este tema aludiendo a un caso en el Tribunal Supremo en el que estaba por unificar doctrina. No entendía dónde estaba la tutela de nuestros derechos. Estoy contento porque la sentencia los reconozca, por haber hecho algo útil que transciende de tu ámbito personal, pero las personas con discapacidad no nos podemos guiar por el inmovilismo. Muchas veces la discriminación no es buscada ni voluntaria, es resultado de la propia inercia social si no levantas la mano”.