Lucía Echegaray, una joven de 23 años de Pamplona. Trabajadora social actualmente en el Colegio Santa Luisa de Marillac, en Barañáin. Autora de dos libros, ‘Bailar bajo la tormenta’ (2018) y ‘Mil historias en las paredes’ (2022). Ambos abordan el tema del acoso escolar, pero hay una diferencia notoria. El primero cuenta su vivencia personal, mientras que el segundo narra los diferentes puntos de vista de un grupo de desconocidos sobre un suceso relacionado con el bullying.

“Busca una reacción violenta tuya, y no parará hasta obtenerla. Para que de esa forma tú seas el agresor”

Ella, como trabajadora social, ve que hay más visibilidad en este tema. “No es que haya un aumento masivo de casos, es que se denuncia más y hay más herramientas para combatirlo”, expresa. Pero a su vez señala que “hay mucha insensibilidad y más formas de hacer daño”. Ella señala que “en muchas ocasiones empieza con un acoso psicológico, que es el más difícil de demostrar”, manifiesta. “Busca una reacción violenta tuya, y no parará hasta obtenerla. Para que de esa forma tú seas el agresor”, añade. Si ella ha conseguido salir adelante ha sido “gracias a mi familia que me apoyó y luchó por mí siempre”, expresa.

Lucía Echegaray sufrió bullying cuando era pequeña. IÑAKI PORTO

Bullying, una palabra que se ha ido metiendo a lo largo del tiempo en las aulas, los hogares, los parques, los patios del colegio y en las mentes de miles de niños y niñas en el mundo. Un acoso que ha subido de nivel de la mano del ciberbullying. Un 48,4% del alumnado en Navarra afirma haber sufrido acoso escolar presencial en el último año. La incidencia de estos casos es mucho más alta en edades tempranas.

Un 48,4% del alumnado en Navarra afirma haber sufrido acoso escolar presencial en el último año

Esto lleva a pensar, ¿se están tomando las medidas oportunas y necesarias adecuadamente? ¿Hay más casos de bullying o menos miedo a denunciar este tipo de situaciones? Lectoras y lectoras, ¿han sufrido ustedes acoso escolar o sus hijos e hijas? Una respuesta simple pero que tiene un gran trasfondo. Si casi la mitad de la sociedad admite haber sufrido este tipo de agresiones, tanto físicas como verbales, es que algo no estamos haciendo bien como sociedad.

"En 4º de primaria le digo a mi madre que ya no puedo más, que quiero morir"

A nivel estatal, el 90% del alumnado es testigo de casos de bullying. Está a la orden del día, cada vez que se pone en funcionamiento el televisor, casos de niños y niñas que deciden quitarse la vida porque no aguantan más este acoso. “En 4º de primaria le digo a mi madre que ya no puedo más, que quiero morir”, declara Lucía Echegaray. Con 9 años era una niña que sufría depresión a causa de ese acoso escolar. “Suena irónico que una niña tenga depresión y no tenga ganas de vivir, porque los niños representan todo lo contrario”; añade. Fue en ese momento en el que empezó a hablar en voz alta de ese tema. Echegaray confiesa que actualmente “vemos una noticia de un suicidio infantil y toda la sociedad se vuelca”. Se habla del tema. Los famosos lo comparten en sus redes sociales, se pide que se acabe con este problema, se apoya momentáneamente al niño que sufre acoso. “Pero pasadas unas horas vuelve a dar igual, y el niño o niña vuelve al patio del colegio donde le hacen la vida imposible”, expresa. Según Lucía Echegaray existe una doble moral. “El problema es relevante cuando me afecta directamente a mí o a mi entorno más cercano.Si insultan a uno que no es mi amigo, ya no me importa tanto”, señala. “Muchas veces somos parte del problema. Hacemos comentarios sin darnos cuenta o somos testigos y no denunciamos. No nos gusta ver la realidad, y menos las cifras”, explica la joven.

 Ciberbullying, acoso 24h

 Como hay más visibilidad, hay más formas de atacar a las víctimas. “No tiene nada que ver el bullying que sufría una persona en los 90 o 2000, al que se sufre ahora. Es mucho mayor, no conoce límites y mediante el ciberbullying, lo padecen las 24 horas del día”, detalla Lucía. “Recibes amenazas, comentarios, insultos y odio constantemente. Llegas a casa y sigue”, declara.

“Recibes amenazas, comentarios, insultos y odio constantemente. Llegas a casa y sigue”

Ella explica que con las redes sociales es “imposible aislarse del problema”, ya que “hay capturas de pantalla que circulan por whatsapp, da igual que bloquees a esa persona porque se hace otro perfil, y así hasta que ya no puedes más”, añade. Lucía se ha enfrentado en su etapa escolar a conflictos en publicaciones en redes sociales. “Me enfadaba tanto ver la publicación con la que me atacaban, como ver los cientos de comentarios negativos y me gustas que recibía”, destaca. En esos momentos ella se preguntaba si esas personas eran realmente conscientes de qué estaban haciendo. “No sé si entienden que detrás de esa pantalla hay una persona en su casa recibiendo constantemente odio sin merecerlo y que no puede defenderse ante cientos de ataques”, afirma. Tras su experiencia se ha cuestionado que haya una crisis de valores en la sociedad. “Creo que nos hemos vuelto una sociedad altamente egoísta y bastante fría. Cuestionamos siempre a la víctima, y hacemos que sienta que es culpa suya aquello qué está pasando”, argumenta.

Para Lucía Echegaray su madre y primo fueron sus salvavidas. IÑAKI PORTO

Las etiquetas e insultos son difíciles de quitar, Lucía explica que “te acompañan toda tu vida”. Cuando cambió de colegio, “todos conocían ya mi nombre”, confiesa. “Gente que ni te conoce ya sabe quién eres. A mí se me ha perseguido por la calle, llamado a casa, me han acorralado para hacerme fotos y quitarme la ropa”, recuerda. “Aunque cambies de colegio, de curso, profesores… se vuelve a renovar el mote, los insultos. Todo”, cuenta la joven.

Esta situación acarreó una serie de secuelas que todavía le siguen acompañando

Cada año se repetía la misma historia, hasta el punto de preguntarse si el problema real era ella. “Pero me daba cuenta que eso no era así, porque cuando salía de ese entorno con gente de otros círculos, me veía normal”, expresa. Pero toda esta situación acarreó una serie de secuelas que todavía le siguen acompañando. “La desconfianza. Cuando tuve mi primera cuadrilla, la primera o segunda vez que quedamos pensaba que me iban a dejar plantada o que se iban a esconder y burlarse de mí”; señala. “El miedo a que me dejasen sola era constante. Esa inseguridad de decir algo y no saber cómo encajar”, añade. Expresa que los acosadores “no dejan ser ellos mismos a sus víctimas. Yo no había llegado a ser yo misma. No había podido mostrar en todos estos años mi sentido del humor, mi manera de expresarme. Tras publicar mi primer libro me doy cuenta de cómo soy de verdad”, explica. De esta forma liberatoria mediante la escritura refuerza su autoestima.

Ángela y Sergio, sus salvavidas

 “Mi madre es la persona que más ha estado conmigo. Junto a mi primo Sergio, que es lo más parecido a una figura paterna que tengo, ha luchado, se ha informado y me ha acompañado todo este tiempo”, manifiesta Echegaray. “Ellos fueron mi primer salvavidas”, asegura. “A mí lo que me ha salvado en todo momento es que mi madre estuviera ahí junto a mi primo. A pesar de que el colegio le quitase importancia al asunto o les llegase a decir que era una niña muy imaginativa”, declara. “En el centro escolar me echaban la culpa de la situación simplemente por ser una niña a la que le gustaba leer, escribir, descubrir cosas, ver documentales. Tener el apoyo de mi familia es lo que me ha sacado adelante”, aclara. La importancia de una madre que se preocupa, lucha y se informa de los problemas de su hija han hecho de Lucía la persona que es hoy.

"Tener el apoyo de mi familia es lo que me ha sacado adelante”

Su madre Ángela se encontró con un problema de golpe, ya que antes no existía tanta información acerca del tema. “Ella siempre iba al colegio a quejarse de cómo llegaba a casa, de los problemas que ella veía y me atendía ante esta situación”; cuenta. Este acoso ya empezó cuando Lucía era muy pequeña, en preescolar. “Fue con una niña en concreto, que ya esa temprana edad ya empezaba a cebarse”, explica. “A los 6 años comenzó lo que podemos denominar bullying como tal, y fue por medio de esta niña. Que me acompañó, por desgracia, en esos años de mi etapa escolar”, recuerda. “Yo no recuerdo el colegio como una etapa feliz, mi madre tampoco. Era una lucha constante y de llegar a pensar que el problema era yo. Por suerte mi madre nunca pensó eso y me ayudó siempre”, añade. Su colegio no reaccionaba, y su familia tomó la decisión de cambiar de centro. “Aunque sufrí acoso en ambos colegios, en el segundo las profesoras se volcaron completamente. El apoyo era en casa como en el centro”, expone.

"Nunca he recibido un perdón ni tampoco lo espero”

Lucía Echegaray reconoce que “sigo teniendo dificultades al ir sola por la calle y encontrarme a alguna de estas personas. Siento que me bloqueo y me paralizo”, señala. Ante la pregunta de si recibió algún tipo de perdón, da un rotundo no. “Es verdad que alguna de esas personas o cómplices que callaban, me escribieron cuando publiqué mi primer libro. Pero nada más. Nunca he recibido un perdón ni tampoco lo espero”, expresa la joven autora. “Se dice que los niños no son conscientes del daño que pueden llegar a hacer, pero sí que saben qué duele”, finaliza Lucía Echegaray dando paso a nuevos capítulos en su vida.