La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha clasificado el edulcorante aspartamo como posible cancerígeno, pero ha respaldado el límite de ingesta diaria aceptable para humanos que estaba fijado hasta el momento, que es de 40 miligramos por kilogramo de peso corporal. El aspartamo es un edulcorante artificial muy utilizado en diversos productos alimenticios y bebidas desde la década de 1980 para sustituir al azúcar, como bebidas dietéticas, chicles, gelatina, helados, productos lácteos como el yogur, cereales para el desayuno, dentífricos y medicamentos como pastillas para la tos y vitaminas masticables.

Se ha evaluado su posible daño para la salud en multitud de ocasiones, pero hasta ahora no se había establecido que estuviera conectado con el cáncer. Tras analizar una vez más toda la evidencia científica disponible, que consideran, no obstante, “limitada”, la OMS ha reafirmado que el aspartamo es seguro para la salud de una persona que consuma este edulcorante de forma diaria, siempre que se encuentre dentro del límite.

Por ejemplo, con una lata de refresco común (que contiene 200 o 300 mg de aspartamo), un adulto de 70 kg de peso necesitaría consumir más de 9-14 latas al día para superar la ingesta diaria admisible, suponiendo que no se produzca ninguna otra ingesta procedente de otras fuentes alimentarias.

Relación con el cáncer de hígado

Los científicos han avisado, principalmente, de la posible relación del aspartamo con el carcinoma hepatocelular, que es un tipo de cáncer de hígado. En concreto, han analizado tres estudios que comprenden cuatro grandes cohortes realizadas en Estados Unidos y en diez países europeos. En el estudio europeo se observó una asociación positiva en general entre el consumo de estos edulcorantes y los casos de carcinoma hepatocelular. En las dos investigaciones estadounidenses se observaron asociaciones positivas para el cáncer de hígado y el consumo de edulcorantes.

Efectos negativos

El director del Departamento de Nutrición e Inocuidad de los Alimentos de la OMS, Francesco Branca, puntualiza, sin embargo, que su recomendación es “moderar tanto el consumo de azúcares como el de edulcorantes”, debido a sus efectos negativos en la salud. De hecho, el experto fue preguntado específicamente sobre qué debería hacer un consumidor en un supermercado, un bar o un restaurante si quiere un refresco: pedir uno tradicional, con azúcar, o uno con cero azúcar, pero que contiene este tipo de edulcorante.

“Si los consumidores se enfrentan a la decisión de tomar un refresco de cola con edulcorantes o uno con azúcar, creo que debería considerarse una tercera opción, que es beber agua en su lugar, y limitar totalmente el consumo de productos edulcorados. Existen alternativas que no contienen otros azúcares o edulcorantes y esos deberían ser los productos preferidos por los consumidores”, aconseja.

En este punto, enfatiza la importancia de controlar su consumo en los niños: “Pongamos el ejemplo de un niño que pesa 20 kilos. Eso significa que el límite diario son 800 miligramos, es decir, dos o tres latas al día de refresco. Así que puede haber niños con un alto consumo de refrescos azucarados. Eso no es una buena práctica. Puede que haya familias que en lugar de tener agua en la mesa tengan una lata grande de bebidas con gas y edulcorantes. Es posible que los niños corran un riesgo elevado porque el inicio del consumo a una edad temprana les acostumbra a ese sabor y a esos niveles, pero también porque la exposición es a largo plazo y no estoy seguro de que nuestros estudios puedan concluir los efectos de una exposición a lo largo de toda la vida”, aseguró Branca.