El cambio climático aumenta las olas de calor, lo que ha provocado que este verano se haya registrado el verano más caluroso de la historia. Y esto tiene consecuencias en la calidad del aire, y por ende, en la salud de las personas.

Temperaturas extremas, incendios forestales, polvo llegado del desierto... el calentamiento global ha hecho que la calidad del aire que respiramos caiga en picado a nivel mundial. Así lo asegura la Organización Meteorológica Mundial que subraya que “el riesgo no solo proviene de las altas temperaturas, sino también de la contaminación que generalmente se subestima a pesar de sus efectos perniciosos”.

Y es que, la OMM confirmó ayer que el planeta experimentó en verano los tres meses consecutivos más calientes desde que existen registros, lo que ha empeorado la situacuón del planeta de manera drástica, y activado la alerta.

En 2022, cientos de puntos en los que la Organización Mundial de la Salud monitorea la calidad del aire midieron niveles de exposición al ozono, un gas que cerca de la superficie terrestre tiene un impacto nocivo para la salud humana, que excedían el nivel máximo admitido.

Niveles de ozono

El primer lugar donde esto ocurrió fue el suroeste de Europa, pero luego mediciones similares se hicieron en Europa central y posteriormente en el noroeste europeo, conforme la ola de calor se expandía y el polvo del desierto, en este caso del Sahara, llegaba al continente.

El científico de la OMM, Lorenzo Labrador, dijo en una conferencia de prensa que es demasiado pronto para predecir si la situación será todavía peor el próximo año “porque la interrelación y los procesos químicos que vinculan el cambio climático y la contaminación atmosférica no son lineales”. “Sería impropio decir que porque lo que hemos visto hasta ahora es tan grave es posible anticipar episodios peores de contaminación del aire, hay una probabilidad, pero no podemos asegurar que será así”, aclaró.

En un análisis sobre lo que todo esto significa para América Latina, Labrador comentó que esta región tiene la ventaja de ser muy grande, muy verde y de una densidad de población relativamente baja, con centros urbanos que en la mayoría de casos “no son megaciudades”.

Calidad del aire

Así, insistió en que “instituir medidas de control de la calidad del aire, concretamente reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, no debería ser tan difícil. Sin duda, los controles de emisiones tendrían impactos positivos de forma casi inmediata”, explicó.

Como en un círculo vicioso, la mala calidad del aire también tiene un efecto negativo en el ecosistema, ya que el nitrógeno, el sulfuro o el ozono dañan el medio ambiente y reducen el rendimiento de los cultivos.

La OMM señaló que la pérdida de cultivos a causa del ozono representa entre -4,4 % y -12,4 % para cultivos básicos, aunque en el caso de la soja y el trigo las pérdidas pueden llegar al 30 % en áreas claves como India y China.

El apunte

l Medidas de control. La Organización Mundial de la Salud, que monitorea la calidad del aire, midió el pasado año niveles de exposición al ozono, un gas que cerca de la superficie terrestre tiene un impacto nocivo para la salud humana, que excedían el nivel máximo admitido. Por eso, expertos de la OMM abogan por instituir medidas de control de la calidad del aire, concretamente reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Y es que los controles de emisiones tendrían impactos positivos de forma “inmediata”.