Amina vive en un poblado de la República Centroafricana, tiene 17 años y fue reclutada por grupos armados. Una auténtica cárcel para una niña que lavaba la ropa y cocinaba para combatientes y que fue expuesta a todo tipo de violencia. “Fui testigo de asesinatos y me pedían que transportara cadáveres”, admite. “Entré en los grupos armados porque mataron a casi todo mi poblado. Tenía miedo y no tenía casi ningún apoyo. Muchos de mis amigos murieron en combate”, recuerda. Decidió salir de este infierno cuando su vida dejó de tener sentido. “Mi familia se vio muy contenta y agradezco el respaldo que me prestaron UNICEF y la ONG Coopi por su apoyo y consejos para mejorar mi salud mental. Dormía muy mal, tenía muchas pesadillas, veía a muchas personas asesinadas delante de mí...”. Cuando se encuentra sóla regresan a su cerebro esas terribles escenas que vivió, por eso prefiere salir y estar con sus amigas, “ir a bailar”, sonríe. 

Desde que era niña quiso ser sastre, un sueño que se ha hecho realidad “gracias a Dios”. “Quiero convertirme en una gran sastre para ayudar a otros jóvenes”, admite. Al igual que Amina, algunos niños prefieren aprender un oficio para su reintegración socio económica. En estos casos, los maestros artesanos les acogen en sus negocios, gracias al apoyo de UNICEF, como es el caso de la sastrería a la que acude esta joven. En 2023 un total de 1.112.750 niños y niñas necesitaban protección en la Republica Centroafricana de una población total de 5.742.316 personas, según la agencia de Naciones Unidas encargada de garantizar el cumplimiento de los derechos de la infancia.

 Además de Gaza y Ucrania, hay otras guerras y conflictos olvidados en diferentes partes del mundo como los que siguen latentes en el corazón de África. “Y cualquier guerra es, en última instancia, una guerra contra los niños. La exposición a los conflictos tiene efectos catastróficos que transforman las vidas de los niños y niñas. Aunque sabemos lo que hay que hacer para protegerles de la guerra, el mundo no está haciendo lo suficiente”, admite la Directora Ejecutiva de UNICEF, Catherine Russell. Los menores son los que más sufren las consecuencias de los conflictos bélicos. Niños que dejan de ser niños y niñas, y que padecen una “angustia extrema” al tener que presenciar y soportar todo tipo de actos de violencia, incluida la sexual. Niños que sufren lesiones graves, la amenaza de ser reclutados por las fuerzas armadas o los grupos armados o secuestrados, que se ven obligados a huir de sus hogares, a perder a sus padres, cuidadores y hermanos o a tener que separarse de ellos, y carecer de otros apoyos incluido el acceso a servicios básicos como la educación, la salud y la asistencia humanitaria. Uno de los objetivos de UNICEF y de sus asociados humanitarios es precisamente proporcionar a los niños y niñas un lugar seguro para vivir después de su liberación y tras haber sido utilizados como “niños soldados” en países como Congo, Somalia, Sudán del Sur o RCA. Desde 2020 se ha observado además, según reportan los últimos informes de Naciones Unidas, un fuerte aumento de casos en Afganistán, República Centroafricana o Myanmar (Birmania). La atención integral a niños y niñas “desmovilizados” de fuerzas o grupos armados y aquellos en riesgo de ser utilizados en la RCA es una crisis humanitaria que bien merece ser detallada dentro del proyecto ‘Inolvidables’, una iniciativa de la Fundación Caja Navarra para re-informar a la sociedad sobre esas crisis mundiales, aún latentes, de las que ya poco (o nada) se habla.

Amina, exniña soldado en República Centroafricana

Amina, exniña soldado en República Centroafricana

Niñas ‘esposa’

En la República Centroafricana el 55% de los niños reclutados han sido utilizados en los combates y han participado directamente en las hostilidades. Y al menos el 51% de las niñas han sido usadas por “esposas” de soldados o para fines sexuales. A pesar de su traumática experiencia los niños y niñas son “resilientes y se pueden reconstruir si reciben la ayuda y el apoyo apropiados”, admiten desde UNICEF. 

Bangui es la capital y la ciudad de más grande de la República Centroafricana, uno de los países con mayores índices de pobreza en el mundo y dependiente casi exclusivamente de la ayuda exterior. Vive en situación de conflicto desde hace décadas, fruto de tensiones políticas y enfrentamientos entre grupos y fuerzas armadas o milicias lo que ha provocado el desplazamiento de miles de personas. Las partes beligerantes utilizan a los niños y niñas no solo como combatientes sino como exploradores, cocineros, porteadores, guardias, mensajeros y otros trabajos, asegura UNICEF. Muchos de ellos, especialmente las niñas, sufren violencia de género mientras están vinculadas a estos grupos.

 La asistencia psicosocial resulta una tarea esencial para lograr su reintegración dentro de la comunidad donde viven. Lograr reincorporarles en las escuelas es un primer paso fundamental pero cuando no es posible se les orienta hacia la formación profesional con apoyo de Unicef.

 Gracias al llamado “Fondo para Crisis Olvidadas” de la Fundación CAN (periodo 2023-2024) con el respaldo de Unicef un total de 130 niños de Bangui que han sido “liberados” de grupos armados recibirán el acompañamiento necesario. Cien niños vulnerables accederán a formación profesional y otros 30 a programas de educación. A su vez, 130 niños y niñas separados de sus familias, y en riesgo de ser reclutados, iniciarán un proceso de reunificación familiar. Junto a ellos, 120 niñas supervivientes de violencia sexual, que corren el riesgo de ser enroladas en grupos armados, acceden a servicios de protección y atención integral. Como beneficiarios indirectos, hay un total 1.700 niños afectados por el conflicto que van a participar en acciones de “recuperación psicosocial y espacios amigos de la infancia”. Y 2.000 personas en “diálogos comunitarios” para concienciar a la población sobre la prevención y la respuesta a la violencia de género y sexual. Es decir, el proyecto beneficiará finalmente a 3.700 personas.

“El reto se encuentra en que las comunidades cambien su percepción sobre la participación de los niños en grupos armados, que los vean como víctimas no como perpetradores. Son proyectos que requieren de la implicación de toda la comunidad”, admite Maider Gabilondo, coordinadora de UNICEF Navarra. “Lograr la recuperación de las experiencias traumáticas que han vivido es fundamental para no volver a ser vulnerables”, remarca. Sobre el terreno Unicef trabaja con Cruz Roja, ACNUR, FNUAP, ONU Mujeres y MINUSCA.

 “Si no se lleva a cabo una reintegración sólida, los niños corren el riesgo de vivir en la calle, de caer en la prostitución y de un posible reclutamiento. Hay una necesidad urgente de proporcionar apoyo para localizar y reunir a los niños con sus familias, ofrecer apoyo psicosocial y abogar por la liberación de los niños utilizados por grupos armados”, precisan. El proyecto que lleva años de implantación tiene un coste anual de 70.936 euros (datos 2020). Y para asegurar “la sostenibilidad” de las acciones y el objetivo de reintegrar a los niños liberados se cuenta también con el acompañamiento e impulso del propio gobierno de RCA que ha firmado el Plan País junto con UNICEF. 

Sequía y desplazados 

La base de la economía de la RCA es la agricultura, afectada por las sequías y los desplazamientos lo que a su vez ha generado un aumento alarmante en los niveles de desnutrición. A la débil presencia del Gobierno, se une la falta de un sistema de servicios sociales, de infraestructuras básicas y la inestabilidad del país con continuos enfrentamientos entre grupos y fuerzas armadas. Éste es el contexto en el que se mueven miles de niños que son reclutados por grupos violentos. Fuerzas y grupos armados que los utilizan como combatientes, guardias, espías, porteadores, cocineros o con fines sexuales. En realidad el uso continuado de menores -incluyendo menores de 15 años- en hostilidades sigue siendo una práctica común y preocupante pese a que constituye un crimen de guerra según el derecho internacional, alerta Unicef. Humanitarian Funding Forecasting, encargado por UNICEF, Save the Children, la Alianza para la Protección de la Infancia en la Acción Humanitaria y el Área de Responsabilidad Mundial de Protección de la Infancia, revela en estet sentido que en 2024 el sector de la protección de la infancia necesitará 1.050 millones de dólares para abordar las necesidades de protección de la infancia en los conflictos armados, una cifra que aumentará hasta los 1.370 millones en 2026. Estimación que incluye servicios esenciales como la reunificación familiar, el apoyo a la salud mental y la prevención del reclutamiento.