Nunca le pudo poner rostro auténtico al estafador, pero le dejó la salud tocada, el ánimo por los suelos y los ahorros de toda una vida desperdiciados. María es una pamplonesa que tiene en torno a 40 años y que no da su identidad real porque “bastante vergüenza pasé ya con la denuncia y al saber todo lo que había ocurrido, que incluso tras denunciar ante la Policía Foral sufrí un ataque de ansiedad”.

María ha sufrido por dos veces lo que se conoce como romance scam, la modalidad delictiva conocida como estafa del amor. Le cuesta hablar de ello, por todo el trauma que esto le ha causado y que le sigue repercutiendo a día de hoy. “No es solo que me sigan mandando solicitudes por redes sociales con el mismo tipo de engaño, sino que lo más importante es que esto me afectó a la salud y además sigo pagando unos préstamos importantes sin que yo en ningún momento haya dispuesto de ese dinero. Son las cantidades que me estafaron”, confiesa María, que cifra en torno a 70.000 euros el fraude que se llevaron los timadores.

La pamplonesa sufrió la primera vez la estafa después de que un perfil en redes que suplantaba la identidad de un actor de telenovelas y cantante latino (Federico Díaz) se pusiera en contacto con ella a través del messenger y utilizara las imágenes de ese atractivo artista para hacerse pasar por él. Y así, María creía que el amigo virtual con el que se escribía tenía el rostro de Federico Díaz. Después de intercambiarse alguna foto, María empezó a conocer algo de la vida que el estafador se inventaba. “Me decía que se dedicaba a la compraventa de coches de alta gama, que viajaba mucho a países lejanos y solía mandar fotos con las llaves de un Ferrari, de un Lamborghini...”. Obviamente eran imágenes que los estafadores obtenían a través de Internet. Aunque le mandaban audios a María en español y con acento francés, nunca consiguió verle la cara al supuesto novio.  

Los coches de lujo y las tarjetas bloqueadas

“Él era muy romántico, usaba un tono muy convincente y en uno de esos viajes de trabajo que él me contaba que hacía fue la primera vez que me empezó a pedir dinero. Me dijo que tenía un grave problema en algún país árabe, porque le habían bloqueado las cuentas corrientes, no podía sacar la mercancía y que era una mercancía muy cara, coches de lujo. Me decía que estaba alojado en un hotel, incluso me puso en contacto con el supuesto director del hotel, y le mandé ciertas cantidades de dinero de lo que tenía ahorrado. Él alaegaba que no tenía ni para comer, al tener las tarjetas bloqueadas”. 

Por suerte, esta relación virtual, que se prolongó unos meses durante la pandemia, acabó antes de seguir mandando más dinero. “Unos amigos vieron un reportaje en el que los estafadores habían utilizado fotos del mismo actor, de Federico Díaz. Y al verle en las imágenes, me llamaron y me dijeron que dejara de hablar con esa persona. Ellos me abrieron los ojos. Yo les decía que seguro que no podía ser, que estaban confundidos, que ¿cómo iba a caer en una cosa así? Pero en efecto era una estafa y, en su momento, no la denuncié. Al no seguir mandándole dinero ni por transferencias ni por locutorios, él empezó a enfadarse y a discutir. Ahí comprobé que en cuanto dejas de pagar, la cosa se queda ahí”.

“La primera vez fueron unos amigos los que me abrieron los ojos; en la segunda, el banco fue el que me dijo denunciara”

María (nombre ficticio) - Pamplonesa, víctima de una estafa amorosa

Sin embargo, María tropezó en una segunda ocasión con un perfil de delincuentes de este tipo. Y esta vez sin poder disponer además de ahorros, con lo que tuvo que pedir préstamos a su entidad bancaria. Esta vez llegaron hasta ella a través de la red de contactos Meetic. Lo hizo otro hombre de buen físico (las imágenes eran esta vez de un influencer) y que decía trabajar en Valencia como arquitecto. También era francés, se hacía llamar David Cornet y se encontraba en Levante cerrando un importante proyecto inmobiliario. Pero como siempre ocurre en este tipo de historias, sobrevinieron los problemas. “De manera sorprendente me contó que tenía que regresar a Francia porque su abuela había enfermado gravemente y estaba a punto de morir. Me seguía hablando todos los días, mandando fotos con corazones. Al poco de llegar a su país me comunica que tiene que afrontar una serie de gastos relacionados con la abuela. Ahí es cuando me pide por primera vez dinero, porque dice que tiene que pagar a la cuidadora que había estado con ella en casa hasta el final. Justificaba que como había dejado la obra estancada en Valencia, no había podido cobrar ese trabajo y se encontraba sin dinero. Poco después, me dice que la abuela fallece. Le comento que estoy dispuesta a ir al sepelio como si fuera una amiga, pero él se niega en rotundo”, recuerda María. 

LOS ENVÍOS DE DINERO

El 2 de marzo le envió 500 euros por primera vez. Normalmente, este tipo de estafas comienzan de esta forma, con cantidades pequeñas para que las víctimas no sospechen lo que ocurre. Poco más tarde, el 19 de marzo, también le mandó otros 2.000 euros para los gastos de medicina y tratamiento que había tenido la supuesta abuela. Durante seis meses, de febrero a agosto de 2021, María le realizó ocho transferencias económicas y solicitó dos préstamos para seguir con la rueda. Cada vez ponía una excusa distinta para sus necesidades. En ocasiones era que tenía una mala relación con su familia y que para cobrar la herencia de su abuela necesitaba depositar una cantidad para aceptarla. 

A la vez que seguía recibiendo el dinero, el estafador continuaba con su supuesto romance. Incluso hacía videollamadas, pero se cuidaba mucho de que su rostro se viera. “Siempre alegaba que tenía muy mala cobertura y enfocaba una camiseta, un armario... ”. Una estafa de este tipo siempre traslada a la víctima la idea de que va a recuperar dichas cantidades con holgura. “Él me decía que no me preocupara, que una vez que superaba este bache me iba a embolsar el dinero en cuanto desbloqueara la herencia de su familia y cobrara los trabajos pendientes”. 

Mientras, María pidió dos préstamos de 15.000 euros en el banco, pero la entidad recela en una tercera solicitud que realiza para que le presten dinero a costa de su hipoteca. “El empleado se negó a dármelo y me pidió información. Me había advertido de que podía estar siendo estafada, que no le cuadraba nada de lo que ocurría. Me mandó a denunciar a la Policía Foral. Me dio mucha vergüenza pero es cierto que de lo contrario hubiera sido mucho peor. Ahí conocí a Rosa y Goiko, los agentes de delitos económicos, y me mostraron toda la verdad, como que quien estaba conmigo hablando, estaba en realidad localizado en Costa de Marfil. Seguidamente me tuvieron que hospitalizar por ansiedad, pero doy gracias a haber denunciado”, concluye María.