El término ciencia evoca prestigio y profesionalidad. Es por eso que todas las carreras aspiran a incorporar la palabra ciencia y así surgen las ciencias de la televisión, las ciencias políticas o las ciencias de la información, pero, ¿Qué es la ciencia? Bajo esta premisa comenzó ayer Juan Luis Arsuaga, paleontólogo y director del Museo de la Evolución Humana (MEH), su ponencia en la Facultad de Ciencias de la Universidad de Navarra en el marco del Festival de cine científico LabMeCrazy, a la que acudieron alrededor de 400 personas.

“La ciencia es un método, nada más. Un método que garantiza que cualquier pregunta, siempre y cuando sea científica, puede ser y será contestada algún día”, aseguró. Por ejemplo, se descubrió el ADN y se consiguió contestar a la pregunta de cómo se hereda la información genética o estamos cerca de contestar a si hay vida fuera de nuestro de planeta, a pesar de que “parecía imposible” . Tal es su confianza en este método científico que aseguró que “es cuestión de tiempo que se resuelva el porqué enfermamos o porqué morimos”.

Este método se descubrió en la revolución científica del Barroco de finales del siglo XVI y principios del siglo XVII. “Antes había conocimiento y rigor, pero no ciencia”, aseguró. El principal creador de ese método fue René Descartes con su libro Discurso del Método, dentro de un movimiento que incluyó personalidades como Galileo, Newton o Hardey. En esa obra, el matemático y filósofo francés describió el método que “dio comienzo a la ciencia como tal” y establece que “un científico es muchas cosas, pero en esencia, es una persona que utiliza una herramienta”.

Gracias a esta forma de trabajo Descartes desarrolló el sistema de coordenadas cartesianas, que permite expresar la posición de cualquier objeto en el espacio a través de números, un descubrimiento revolucionario. “Pensamos que siempre ha estado ahí y no se le da la importancia que tiene, pero es una barbaridad. Es el origen del mundo actual y de toda nuestra tecnología”, defendió Arsuaga, que comparte con Descartes la idea de que la salud y la muerte son problemas científicos y algún día serán resueltos.

Ciencia vs dogma

Otro gran revolucionario en esa época fue Andreas Vesalio, nombrado el descubridor del cuerpo humano. Hasta el siglo XVI, se enseñaba la biología y anatomía de Galeno, sin ser discutidas, hasta que Vesalio decidió comprobarlas y empezó a hacer disecciones. “El conocimiento del cuerpo humano tiene fecha de origen gracias a la aplicación del método”, reivindicó Arsuaga.

Se produjo una revolución en todas las universidades europeas entre los viejos catedráticos Galenistas y los jóvenes reaccionarios Vesalianos, que creían en la ciencia basada en la observación y la comprobación.

Una historia cuenta que un galenista afirmaba que un órgano era de tal forma porque lo había estudiado, ante un vesaliano que defendía que era de otra forma porque él lo había visto, a lo que el viejo catedrático contestó: “Entonces se equivoca el muerto”. Aunque sea falsa, “como todas las buenas historias”, ilustra a la perfección el curioso debate entre ciencia y dogma en el que la segunda asegura que “si los hechos no coinciden con el dogma, se equivoca la realidad”.

Entender la máquina

Galileo decía que el universo es la carta que Dios escribió a los hombres, una gran máquina para descifrar. La revolución científica del Barroco es esencialmente mecanicista, es decir, “su descubrimiento consiste en que el mundo, como el universo, es una máquina. Por lo tanto, está sujeto a leyes que hacen que su comportamiento sea predecible y se pueda formular en términos matemáticos”.

El desarrollo del método científico establece experimentos para comprobar las hipótesis, gracias a lo cual se puede identificar cuáles son esas leyes que gobiernan el mundo material, porque el mundo es predecible. “Quiero que reflexiones por un momento en la enormidad de este momento histórico. Hasta entonces, el mundo era descrito y a partir de ese momento, podía ser comprendido”, destacó Arsuaga, que defendió que “la misión del científico consiste en averiguar qué leyes son esas y formularlas en lenguaje matemático, eso es todo”.

Se trata de un descubrimiento comparable al de Descartes, “el mundo es un enorme reloj que se puede entender”. Por tanto, el cuerpo humano también es una máquina de la que se pueden aprender las leyes. En su momento era un misterio de qué murió Descartes, que falleció convencido de que algún día se descubrirían los mecanismos que explicasen la muerte. Dos siglos después se descubrieron las bacterias y se le llamó neumonía. Es decir, Descartes tenía razón y “se cumplió la ciencia”.

Ahora nos enfrentamos a nuevos retos como la Inteligencia Artificial y siguen investigaciones muy complicadas como la mente y el cuerpo, destacó Arsuaga. Temas que están en nuestro alcance y que esconden nuevas leyes por descubrir.