Una cuarta parte de los adolescentes que viven en centros de acogida ha intentado suicidarse, un tercio ha tenido ideas suicidas y la mitad se ha autolesionado alguna vez, pero sin ánimo de quitarse la vida.

Estos datos se recogen en un estudio realizado por un equipo de investigación de la Universidad del País Vasco UPV/EHU entre 185 adolescentes de 25 centros de acogida de Bizkaia, Gipuzkoa y Navarra.

El suicidio es la principal causa de las muertes no naturales en el Estado entre los jóvenes de entre 15 y 29 años.

Factores de riesgo

En la investigación se constata que entre los adolescentes, aquellos que viven en centros de acogida tienen más factores de riesgo de comportamientos suicidas motivados por vivencias traumáticas de la infancia, baja autoestima y escasa capacidad social, entre otras situaciones.

El 26,5% de los adolescentes participantes en esta investigación aseguraron que habían intentado suicidarse en alguna ocasión y el 36,2% afirma haber tenido ideas suicidas alguna vez. De estos únicamente el 37,6% han solicitado ayuda y más de la mitad sienten que no pueden recurrir a nadie para pedir ayuda.

Difícil gestión emocional

Por otro lado, la mitad de los adolescentes de los centros de acogida estudiados manifiestan que se autolesionan sin ánimo de suicidio. En cuanto a los motivos que los llevan a hacerlo, el 92% afirma haberlo utilizado como una estrategia de regulación emocional.

El profesor de Psicología de la UPV/EHU Alexander Muela explica que estos datos ponen de manifiesto "la necesidad de trabajar la educación emocional" para dotar a los jóvenes de "estrategias y recursos para regular las emociones".

El estudio de la UPV/EHU muestra diferencias significativas en función del género. Por ejemplo, el 53,8% de las chicas participantes confiesan haber tenido alguna vez ideas suicidas y entre los chicos, en cambio, el porcentaje baja al 18%.

El 69,9 % de quienes se han autolesionado sin finalidad suicida son chicas, el 28% son chicos y el 2,1% adolescentes de género no binario.

Capacitación de los profesionales

También se ha preguntado a 225 trabajadores de centros de acogida que atienden a adolescentes si se sienten preparados para identificar y responder adecuadamente a las conductas suicidas de los jóvenes.

La mayoría ha reconocido que tienen conocimientos limitados, sobre todo para detectar señales de riesgo de suicidio o para saber cómo hablar o preguntar a jóvenes con ideas suicidas.

Solo el 22,8% de los profesionales considera que tiene un grado de conocimientos suficiente o alto.

Muela considera sorprendente la falta de formación de quienes trabajan con jóvenes en situación de riesgo y cree que no se puede dejar todo en manos del sistema sanitario, sino que hay que "trabajar en materia de prevención para que los jóvenes no lleguen" a las ideas o actitudes suicidas.

Los autores del estudio consideran que el primer paso para trabajar en la prevención es la formación de profesionales que trabajan con jóvenes, tanto en los centros de acogida como en la educación formal e informal.

Además, subrayan la necesidad de aplicar de forma temprana las labores preventivas ya que se ha demostrado que los comportamientos suicidas comienzan a aumentar a partir de los 13 años.