Auritz-Burguete no olvida. Decenas de personas se han reunido este sábado en la localidad pirenaica con motivo de la inauguración del memorial en recuerdo a las personas asesinadas por el bando sublevado en la Guerra Civil y a aquellas que sufrieron represión en el año 1936.

Los nombres de Evaristo Pérez Luquin, Filomeno Urdíroz Apezarena, una presunta espía de Oiarburu y los cuatro hermanos Constantino, Bautista, Isidoro y Luciano Eguía Olaechea ya ostentan un lugar relevante en el paisaje de la localidad, con el que pretenden recordar y dignificar la memoria de todos. “Era una deuda que tenía este pueblo con su triste historia”, admitió Joxepe Irigaray, ex- alcalde de la localidad y conductor del acto, que contó con la presencia de familiares de las víctimas, vecindario de Auritz-Burguete, la coral Orreaga, autoridades locales y miembros del Gobierno de Navarra.

El vecino de Auritz Javi Urtasun bailó un aurresku. Patricia Carballo

Una deuda cumplida que Orreaga Oscoz Eguía, nieta de Isidoro Eguía y en representación de las familias, admitió que servirá para “reparar el tiempo de olvido y marginación al que nuestras familias fueron expuestas después de tiempos crueles”. Asimismo, reconoció que el homenaje “ayudará a que nuestro presente tenga más espesor. Porque la desaparición forzosa de las personas es una práctica devastadora que obliga a quien la padece a replantearse la relación entre vivos y muertos. A nuestras familias el terror llegó sin avisar e hizo que todo ello se desajustara, pero hoy nos encontramos reajustados y recompuestos ante vosotros”, apostilló. “Se lo debemos a esos supervivientes, que supieron recoger, preservar y pegar esos pedacitos de vida atendiendo a los dictados de su memoria”, añadió.

Lugar estratégico

El monolito, obra diseñada por la artista Begoña Munárriz y realizada en auzolan, consta de tres aves trabajadas en acero inoxidable que representan el respeto, la libertad y la convivencia, y que se erigen sobre unas piedras de las cárceles de Pamplona y de Auritz-Burguete. Asimismo, el monumento consta de unas losas de la localidad y del monasterio de Irache, uno de los lugares donde se gestó el golpe del 36. “Es una escultura que simboliza el compromiso con la memoria como un valor para tener una sociedad más democrática y más justa, que es por lo que fueron asesinadas estas personas”, declaró la vicepresidenta segunda y consejera de Memoria y Convivencia, Acción Exterior y Euskera, Ana Ollo, añadiendo que desde hace años comparten con el Ayuntamiento de Auritz-Burguete el valor de que la memoria “no es una cuestión de pasado, sino un valor de futuro y para ello hay que visibilizarla y repararla”.

Unos familiares de víctimas del 36 dejan unas flores en el monolito. Patricia Carballo

De hecho, el lugar elegido para visibilizarla no ha sido una casualidad. El monolito se encuentra en un punto estratégico de la localidad, en la trasera del frontón, y se ubica en lo que fuera la entrada al antiguo cementerio civil. “Es necesario traer a las personas olvidadas al centro, a un lugar de paso, para poder hacernos preguntas incómodas con las que poder cerrar bien las heridas y poder avanzar hacia un futuro de convivencia”, expresó el actual alcalde Unai Irigaray.

Con la inauguración de este memorial, el Ayuntamiento de Auritz-Burguete se reafirma en su compromiso de reconocer y acompañar a las víctimas y a sus familiares en su dolor, ya que, según apuntó el alcalde, “se ha querido ocultar lo que pasó y actos como este son necesarios para recordar lo que han querido que fuera un olvido”. “Que el recuerdo de todos ellos nos ayude a orientar nuestras brújulas”, concluyó en su discurso la nieta de Isidoro Eguía.