Algunos de los descendientes de navarros y navarras que emigraron a Estados Unidos hace décadas han vuelto esta semana a la Comunidad Foral. La visita se enmarca dentro del programa Ateak Ireki, una iniciativa que “permite dar continuidad a unos lazos que es fundamental que persistan a través de las generaciones y que constituyen un verdadero capital para Navarra”, ha apuntado este miércoles la consejera de Memoria y Convivencia, Acción Exterior y Euskera, Ana Ollo, durante la recepción de bienvenida en el Palacio de Navarra. En el acto ha participado también el director general de Acción Exterior, Sergio Pérez.

Estos jóvenes, con edades comprendidas entre los 16 y los 25 años, han llegado a la Comunidad Foral desde sus ciudades natales en Nevada, Arizona, Washington, Idaho, Utah y California con el objetivo, en palabras de Ollo, de conocer “nuestra cultura, nuestras costumbres, nuestra historia y nuestra realidad social, propiciando una conexión emocional que, sin duda, tendrá un efecto muy positivo en todos vosotros y vosotras”. Una tierra e historia que los familiares de algunos de estos jóvenes dejaron atrás hace décadas en busca de nuevas oportunidades en Estados Unidos.

Grupo de jóvenes dentro del Palacio de Navarra MIGUEL OSES

La unión del euskera

El origen común en Euskal Herria ha creado unos “vínculos especiales” con Estados Unidos que se manifiestan a través de una lengua compartida, el euskera. Aunque la mayoría de los jóvenes no saben castellano, varios de ellos sí que dominan el idioma gracias a los esfuerzos de sus familiares por inculcares la lengua en sus descendientes.

Según la consejera, “el euskera también nos une. No sólo conecta con vuestros ancestros como patrimonio de un pasado remoto en el que la historia hunde sus raíces, sino también como un tesoro de presente y de futuro, digno de ser mostrado y transmitido, de un extremo a otro del planeta, en un entorno globalizado como el que nos rodea”.

Unas conexiones que se remontan a décadas atrás y en las que Ollo ha depositado buenas expectativas. En este sentido, la consejera ha dado “las gracias de todo corazón” a estos jóvenes “porque la intensa relación que une este pasado y presente tiene, gracias a vuestra iniciativa, la supervivencia asegurada”.

Un grupo de jóvenes dentro del Palacio de Navarra MIGUEL OSES

Cultura de auzolan 

El proyecto Ateak Ireki, en el que participan los y las estadounidenses, también sirve para ponerles en contacto con “algo muy propio de nuestra cultura, el auzolan”, ha destacado Ollo. 

La consejera ha recordado que esta “práctica ancestral todavía tiene un notable arraigo, sin norma escrita y por costumbre de ejemplo de solidaridad y de convivencia”. De esta manera, en el programa que esta semana les ha traído a Navarra “se aúna la voluntad coordinada de un buen número de personas colaboradoras, de entidades sociales y de instituciones”. 

Asimismo, Ollo ha añadido que “Europa quiere animar y enriquecer a la juventud con nuevas oportunidades y formas de participar. Vosotras y vosotros sois jóvenes y seguro que os será fácil encontrar puntos de encuentro con quienes aquí comparten inquietudes y voluntades”.   

Durante la jornada del miércoles también visitaron el Palacio Real de Olite y las calles de Pamplona, “ciudad que en estas fechas, y con motivo de las fiestas de San Fermín, acoge a tanta gente procedente de vuestro país”. Y, durante estos días que les quedan por delante, la consejera les deseó disfrutar de “esta tierra que os acoge con los brazos abiertos”.

De Euskal Herria a Idaho, una nueva vida

Una nueva oportunidad. Ese fue el sueño que los navarros y navarras perseguían hace décadas cuando decidieron dejarlo todo en su tierra natal para cruzar el Océano Atlántico con destino a Estados Unidos

Es la historia de la familia de Amaya Fischer, Josu Colburn Arrubarrena y Quinn Orr, tres jóvenes estadounidenses del estado de Idaho que el miércoles fueron recibidos en el Palacio de Navarra para conocer un poco más acerca de los orígenes de sus antepasados.

Aunque para Josu y Quinn sí era su primera visita a Pamplona, Amaya ha explicado en un buen castellano que ya conocía la ciudad gracias a la conexión que dejó su bisabuela, quien emigró en torno a las décadas de 1910/20 desde Amaiur hasta California, para después afincarse en Idaho, con el objetivo de ser pastora

Amaya Fischer. Iban Aguinaga

En el caso de Josu, además de dominar casi a la perfección el castellano, también ha podido mostrar con orgullo su conocimiento acerca del euskera, lengua que su madre insistió en que él aprendiera. Su abuelo materno emigró de Mundaka, Bizkaia, a Idaho en 1950, motivo por el que la madre de Josu, profesora de castellano en Estados Unidos, quiso que su hijo conociera la lengua de su tierra. “El euskera es mi primer idioma porque es parte de la cultura y familia de mi madre”, ha destacado el joven. 

Josu Colburn Arrubarrena. Iban Aguinaga

Sin embargo, Josu no quiso quedarse sin aprender castellano, por lo que se desplazó hasta Argentina para aprender su idioma y cultura tan en profundidad que durante la recepción en el Palacio de Navarra ha portado la camiseta de su selección. 

Quinn Orr. Iban Aguinaga

Mientras que Josu sí ha tenido la oportunidad de conocer la historia vasca, junto con el euskera, Quinn aún está en proceso de hacerlo. “Sé un poco de castellano y estoy estudiando euskera porque me encantaría reconectarme con mi cultura”, ha asegurado. Los bisabuelos de Quinn emigraron a Idaho para buscar nuevas oportunidades y, ahora, su bisnieta y la de otros tantos navarros y navarras han vuelto a la tierra que los vio nacer para conocer la historia, pero también sus fiestas. El próximo sábado, estos tres jóvenes disfrutarán por primera vez de los San Fermines. Unos días de “locura” para Josu pero que todos esperan con ganas y expectación por descubrir qué les ofrece la capital navarra.