¿Qué beneficios aportan las actividades extraescolares?

—Las extraescolares complementan un poco la educación formal y juegan un papel crucial en el desarrollo integral del niño o niña. Pueden portar beneficios académicos porque está comprobado que los niños que hacen actividades extraescolares tienen mejor rendimiento académico, el aprendizaje es más efectivo. Pero además, tienen beneficios sociales y emocionales porque interactúan con otros compañeros, trabajan en equipo, lo que ayuda a adquirir valores como comunicarse, saber resolver problemas en un momento determinado. Dependiendo de la extraescolar y si está relacionada con el deporte, se mejora la motricidad.

¿Cuándo se vuelven un peligro?

—Cuando no hay un equilibrio entre las actividades académicas y las recreativas, sobre todo cuando no se tienen en cuenta los gustos o las preferencias que expresa el niño y no es un punto de disfrute y de crecimiento personal.

¿Cuáles son los efectos adversos de saturar la agenda de los hijos con música, idiomas, deporte, robótica a lo loco...?

—Al final, pueden tener ansiedad, falta de concentración en las actividades académicas, falta de descanso e incluso falta de relación con la familia porque no buscan esos momentos en los que expresar lo que están sintiendo.

¿Se pueden considerar las extraescolares como parte del tiempo de descanso?

—No, sí que aportan beneficios y complementan, pero al final los niños en las extraescolares necesitan aplicar una energía adicional. El tiempo libre y de ocio sí que es tiempo de descanso y relajación en el que los niños no tienen que pensar en nada o no tienen por qué estar concentrados si no quieren. Es clave encontrar un equilibrio.

¿Con qué edad es recomendable apuntar a nuestros hijos a una extraescolar?

—No hay una edad ideal en sí. Sería adaptarnos un poco a las necesidades y al ritmo del desarrollo del niño. Pero generalmente se recomienda entre los tres y los seis años, teniendo en cuenta la madurez y los intereses del niño. En las edades más tempranas se recomiendan actividades más apropiadas relacionadas con la coordinación o la creatividad. Con cinco y seis años se empieza con el deporte en equipo, algún instrumento o el teatro que fomentan la concentración o la expresión oral y corporal. Y luego, a partir de los siete años, se proponen actividades un poco más complicadas que requieran más concentración como el ajedrez o que sean un reto como la robótica o el cálculo mental.

¿Cuántas horas a la semana?

—Se aconseja que no sean más de tres días a la semana para que se encuentre ese equilibrio entre el juego libre, el descanso y convivencia familiar.

A la hora de elegir una actividad extraescolar, ¿qué es más importante?, ¿el beneficio que ‘a priori’ pensamos que puede tener dicha actividad en el desarrollo académico y personal de nuestros hijos o sus gustos?

—Las dos cosas son importantes pero, si tuviese que priorizar algo, me centraría en los gustos del menor porque si la actividad no es de su gusto no va a conseguir motivarse o adquirir el compromiso que se busca a través de este tipo de actividades. O descubrir esa pasión que igual no ha descubierto hasta ahora. De hecho, podría tener efectos adversos como tener una imagen negativa de sí mismo porque no sabe o no tiene confianza para hacer algo.

¿Hay que preocuparse si un niño no se interesa por ninguna actividad?

—No, no debería preocuparnos. Como he dicho cada niño tiene su propio desarrollo y sus propios intereses. Hay niños que prefieren un juego más en solitario, que las actividades extraescolares no ofrecen. Si el niño o la niña está feliz, en principio no hay motivo de preocupación.

El deporte es la extraescolar por excelencia. ¿Qué beneficios aporta?

—Los deportes aportan numerosos beneficios. Obviamente, físicos para fortalecer músculos, huesos y tener una vida activa y saludable. También está comprobado que aportan beneficios cognitivos y emocionales en cuanto a concentración, memoria, poder combatir la ansiedad y el estrés del día a día. También tiene beneficios sociales porque se trabaja en equipo y ayuda a resolver problemas a los que se tienen que enfrentar.

¿Hasta qué punto hay que presionar?

—No deberíamos presionarles. Está claro de debemos exponerles y ofrecerles las alternativas que tienen a su disposición y luego escucharles y que sean ellos los que decidan.

¿Cuál es la clave para encontrar el equilibrio entre la carga de contenidos académicos y el ocio?

—Se trata un poco de gestión eficaz del tiempo y priorizar las tareas. Es decir, hay que hacer agendas y calendarios, priorizar las tareas urgentes si están en exámenes o tienen que presentar un trabajo. También hay que establecer límites de tiempo: cuánto tiempo de ocio y cuánto de estudio; y en función de las prioridades ir reajustando. El equilibrio tiene que ser algo activo y ser flexibles a la hora de estar dispuestos a modificar la agenda diaria.