Si observa que un familiar –o usted mismo– comienza a tener pérdidas de memoria –se le olvida qué ha desayunado, dónde ha aparcado el coche o dónde están las llaves– o se siente desorientado –se despista en la calle, se va de vacaciones y no sabe volver al hotel, etc.– sería bueno que consultara con un neurólogo. Seguramente se trate de un simple olvido o un descuido, pero también cabe la posibilidad de que se trate de la primera manifestación de alzheimer.
“La enfermedad de alzheimer se genera 15 o 20 años antes de que aparezcan los primeros síntomas, por eso es muy importante estar alerta ante las señales y así actuar cuanto antes. Es fundamental la atención temprana para ralentizar el avance de la patología todo lo posible”, asegura Ana García Osta, investigadora y responsable del programa de terapia génica de enfermedades neurológicas del Cima, que el pasado martes impartió una charla organizada por la asociación Afan sobre los nuevos tratamientos contra el alzheimer y sobre cómo prevenir esta enfermedad.
García Osta comenzó explicando que el alzheimer es un trastorno progresivo degenerativo del cerebro que cada vez se diagnostica a edades más tempranas. Es la causa más común de demencia y su principal factor de riesgo es el envejecimiento, aunque también hay un claro componente de género: “se dan más casos en mujeres que en hombres”. “Lo que está claro es la relación con el envejecimiento, cuanto más avanza la edad, más casos se diagnostican y estamos teniendo una esperanza de vida cada vez más amplia, por lo que los 55 millones de pacientes con alzheimer que hay ahora mismo en el mundo se convertirán en 135 millones en 2050”, apuntó.
Ante esta situación, hay dos cuestiones fundamentales para afrontar esta enfermedad: investigar en nuevos tratamientos para tratar de frenar e incluso curar la enfermedad y trabajar la prevención. “El principal factor de riesgo es la edad y contra eso no podemos hacer nada, pero es no significa que no podamos prevenir el alzheimer. Para empezar es importante que cuando se empiecen a detectar señales de pérdida de memoria se consulte con el neurólogo, porque el alzheimer se genera 15 o 20 años antes de que aparezcan los primeros síntomas”, sostuvo.
Muerte de las neuronas
A nivel microscópico, lo que provoca el alzheimer, explicó la investigadora, es la acumulación de unas proteínas en el hipocampo, la parte del cerebro que almacena los recuerdos, y las neuronas van muriendo. “Las neuronas no son reemplazables, por eso es muy importante detectar las señales a tiempo y recibir tratamiento lo antes posible. Cuando va un paciente al médico con síntomas claros ya ha perdido el 50% de las neuronas, por eso es tan difícil de curar”, aseguró, y añadió que es posible diagnosticar la enfermedad antes de que aparezcan esos síntomas: “Hay muchos ensayos clínicos dirigidos a gente sin síntomas pero con antecedentes. Si se ataja en la fase primera de la enfermedad es más fácil la cura”.
Factores de riesgo
Además del envejecimiento, hay otros factores de riesgo que están detrás del alzheimer y que no se pueden cambiar. García Osta detalló que, aunque no se puede considerar una enfermedad genética, “sí que hay un componente genético que puede llevar a tener más probabilidad de padecer alzheimer, pero es algo que solo ocurre en el 1% de los casos”. También el ser mujer es un factor de riesgo, “pero no se sabe a qué se debe”, al igual que tener síndrome de Down: “En el par 21 está el gen que produce la proteína amiloide, que es la que se acumula en el cerebro y acaba provocando el alzheimer, por eso tienen más riesgo las personas con síndrome de Down, porque producen más amiloide”.
Sin embargo, hay una serie de factores de riesgo que sí son modificables, ya sea para bien o para mal. “La lesión cerebral traumática, tras un accidente de tráfico, por ejemplo, es un factor de riesgo que puede favorecer la aparición de alzheimer. También se ha visto que en futbolistas hay una mayor probabilidad de desarrollarlo por los cabezazos que le dan al balón. La obesidad o la hipertensión arterial también serían factores de riesgo evidentes porque si no se cuidan pueden ir produciendo microhemorragias en el cerebro que deriven en alzheimer. También hay otros que tienen menos impacto como ser fumador habitual, diabético, tener depresión, trastornos del sueño, etc.”, expuso la investigadora del Cima.
Cómo prevenir
Pero, ¿y qué disminuye la probabilidad de tener alzheimer? Pues estudiar, hacer ejercicio físico y en general llevar una vida saludable. Está demostrado que tener muchos años de educación superior está asociado con una menor probabilidad de tener la enfermedad. La actividad física es fundamental, igual que llevar una dieta mediterránea. Luego es importante tener un consumo moderado de alcohol, aunque en su justa medida el vino tiene carótenos, que son preventivos, y la cerveza también es buena porque tiene ácido fólico”, apuntó.
En lo relativo a los tratamientos a pacientes ya diagnosticados, García Osta señaló que en países como EEUU se están llevando a cabo terapias con anticuerpos monoclonales, pero en Europa son tratamientos que no están aprobados por su elevado coste, los numerosos efectos secundarios que tiene y la baja previsión de éxito. No obstante destacó los avances que se están llevando a cabo con las terapias génicas, que cuenta con unos cuantos ensayos clínicos en marcha, también en el Cima. “De lo que se trata es de poner un gen nuevo en las neuronas. Si sabemos qué genes están mal en las neuronas, con varios vectores (virus) incorporamos a la neurona un gen nuevo que va a hacer que funcione mejor. De momento no se han desarrollado fármacos efectivos. La realidad es que el éxito de las nuevas terapias es muy bajo, por eso es importante la prevención”, sentenció García Osta.