La educación consiste en “poner los medios necesarios para que las personas desarrollen las competencias y los valores para alcanzar una vida plena digna de ser vivida, pero a la vez se compromete a la construcción de una sociedad más justa, pacífica y sostenible”. Con esta definición, Nélida Zaitegi, maestra y pedagoga, ha dado comienzo a su charla acerca de La convivencia como prioridad, insertada dentro del marco del IV Encuentro CANAE-CEAPA Familias y estudiantes, positivo en convivencia. En ella, hizo reflexionar a los estudiantes y docentes sobre que las relaciones generadas en las aulas deben estar basadas en la dignidad, el ejercicio de derechos y deberes y el respeto.
Según Zaitegi, las personas cuentan, principalmente, con dos necesidades: la primera, aplicar sus capacidades a resolver problemas, y la segunda “tiene que ver con establecer relaciones cálidas y significativas con quienes nos rodean. Somos seres sociales y necesitamos compartir experiencias, respetar a los demás y trabajar en tareas en conjunto”. Por esta razón y extrapolando estas nociones a los centros educativos, es preciso poner el foco en la convivencia positiva, que es aquella que se construye día a día con el establecimiento de relaciones de igualdad y cuidado mutuo, tanto con uno mismo como con el entorno.
“A convivir se aprende. Los niños vienen muchas veces a la escuela con nociones sobre cómo afrontar conflictos, que son gracias a los que aprendemos a convivir”, ha apuntado. En relación con esto, la maestra y pedagoga ha mencionado que existe una lógica retributiva, que “no educa sino que castiga”, y la restaurativa, aquella “con la que uno sale reforzado de sus experiencias y crea músculo. Hay que recordar que estamos educando para la democracia y para salir a la calle y transformar”, ha señalado.
Los expertos en convivencia positiva trabajan con el objetivo de proventar a la gente y ofrecerles herramientas para que no vuelvan a producirse los conflictos. “A un niño no hay que enseñarle a pegar si se lo hacen, sino que tienen que contactar con una persona adulta. También es importante que los de al lado cuiden a la víctima y frenen esta situación”, ha comentado.
Por eso, con la psicología restaurativa busca que las personas tomen conciencia y responsabilidad de sus actos y eviten volverlo a hacer; buscar lo positivo del error. “La última parte de este proceso es la reparación. Uno debe reflexionar y buscar una solución para resolver los problemas que ha cometido”, ha explicado.
Nuevos valores educativos
Antes se decía que la labor de la educación se basaba en crear personas competitivas, consumidoras y contribuyentes. “En mi caso, prefiero decir que, para conseguir una vida plena y digna, hay que ser competente, crítico, creativo, colaborador y comprometido”. En esa misma línea, los valores imperantes deberían ser “la justicia, la solidaridad, la sostenibilidad y la ética del cuidado”. En lo que se refiere a este último punto, “si se planteara a través de una sociedad cuidadora, todo cambiaría y el mundo sería mucho más justo”.
En ese mismo sentido, Zaitegi también comentó que, de acuerdo con la filósofa Carol Gilligan, es conveniente prestarse atención a uno mismo, a su relación con los demás y a su entorno. “Este tercer grupo es importantísimo porque no podemos ser espectadores de las injusticias y mirar para otro lado. No debemos permitir que se le haga daño a nadie. Hay que trabajar en unas aulas en las que los alumnos se sepan cuidar a sí mismos y a los demás”.
Finalmente, ha contado un cuento en el que explicaba que había un pueblo en el que vivía una mujer muy sabia a la que se acercaban todos los vecinos para hacerle preguntas. Un día, una chica se acercó con una mariposa azul encerrada en sus manos y le fue a preguntar si estaba viva o muerta. La mujer, con una sonrisa, le respondió que “de ti depende. Está en tus manos. Y en las vuestras está generar una mejor convivencia en las aulas”.