Luis Miguel Vázquez, vecino de Altsasu, cedió la vivienda habitual de sus padres después de que llevara a su padre a una residencia de mayores. Después de un año de limpieza y preparación de la casa, contactó con Nasuvinsa porque “ante la necesidad de ponerla en alquiler, se nos hacía un poco bola el mundo de las inmobiliarias. Para un particular, las gestiones no son fáciles y tampoco seguras con los tiempos que corren”, ha señalado Vázquez. 

Ante esta situación, se puso en contacto con Nasuvinsa y “nos pareció que de esta manera seguíamos un camino seguro. Por ejemplo, nos ha parecido muy interesante que firmemos un contrato de aquí a siete años y que haya los menos huecos posibles en la vivienda”, ha apuntado el hombre. Por otro lado, también ha reconocido que es “motivante” que, a través de una vivienda que está deshabitada, se le pueda facilitar el acceso a otras personas a que vivan de forma digna.

En ese sentido, además de que la Bolsa de Alquiler ayude a reforzar la oferta de alquiler protegido y a favorecer el acceso a una vivienda a personas y familias navarras que, a día de hoy, tienen esto como un imposible, el programa también ofrece ventajas dirigidas a la persona propietaria de la vivienda sin uso a través del cobro asegurado y puntual de cada mes, el correcto mantenimiento de la vivienda y su devolución en buen estado al término del plazo de cesión, que es de siete años y medio.

Asimismo, el titular de la vivienda recibe una subvención directa a fondo perdido, equivalente a tres meses de alquiler, y puede beneficiarse de una desgravación fiscal del 70% de los rendimientos obtenidos. Por otra parte, Nasuvinsa también se hace cargo del seguro multirriesgo de hogar, del certificado de eficiencia energética y de los gastos de comunidad hasta 50 euros, al tiempo que ofrece una financiación al 0% y hasta 22.500 euros de las reformas de adecuación que, en su caso, sean necesarias para adecuar previamente el piso a la normativa vigente.