La distancia entre una página web de pornografía y un menor es de tan solo un click. En 2022, se decía que los niños y niñas consumen contenidos sexuales por primera vez a los ocho años. Sin embargo, “he visto estudios recientes en los que se menciona que la edad de consumo inicial es cada vez más temprana; de hecho, suele estar relacionada con la comunión”, cuenta Saioa Arizaleta, graduada en Educación Primaria que ha ganado el I Premio Trabajo Fin de Estudios en materia de Igualdad de Género de la Universidad de La Rioja con su trabajo Educación sexual frente a la nueva pornografía online, una propuesta de intervención para sexto de Primaria.

Según esta joven de 25 años natural de Etayo, la pornografía es una de las consecuencias de la diferenciación de género. “Aprendemos de lo que vemos en plataformas porque no hay una educación sexual suficiente. De esta manera, los chicos creen que la mujer no disfruta y que la mujer tiene que obedecerle”, reflexiona. Esta percepción se ha convertido en una “afirmación” para la sociedad y “entre el sector más adulto no hay una reflexión o un debate. Se lo creen como un mantra y punto”, comenta.

Saioa Arizaleta, recibe un premio por su trabajo de fin de estudios

Saioa Arizaleta, recibe un premio por su trabajo de fin de estudios

Saioa tiene la esperanza puesta en los niños, quienes todavía no se encuentran “formados” en estas consignas y se les puede orientar hacia un camino más igualitario. Sin embargo, la falta de propuestas educativas sexuales están impidiendo que está apertura mental se produzca y “sigue vigente el acceso a la pornografía”, explica. De hecho, en el marco teórico de su trabajo se indica que “la industria del porno va cinco pasos por delante de la educación sexual. El acceso a este tipo de contenidos siempre se encuentra a la última; en las fotos, en el cine y en el mundo digital. En cambio, las administraciones educativas siempre han considerado este tema como un tabú”, considera.

En ese sentido, también menciona que muchas de las trabas también vienen por parte de los padres porque “no quieren que sus hijos reciban este tipo de explicaciones a edades tempranas. Continúan con la censura y eso hace que perdure la cadena de la desinformación”, apunta. Por esta razón, Saioa propone seis sesiones en las que los alumnos trabajan conceptos como el respeto a través de distintas dinámicas de grupo.

De esta manera, una de las actividades que Saioa propone es que los estudiantes dibujen sus siluetas sobre una cartulina y pinten con colores las zonas que no les gusta que le toquen. “Puede ser el pelo, la tripa, la nariz, etc. El objetivo es que el resto conocan y respeten estos puntos” señala.

Todo este planteamiento forma parte del motivo que llevó a Saioa a estudiar Educación Primaria: enseñar individualmente a que el mundo crezca. “El cambio está en los niños, que son el futuro. Si tenemos una repercusión positiva en ellos, primará la educación y el respeto, se dejará de consumir pornografía y el mundo será más igualitario”.