A la Navarra de hace 50 años se le encogió el corazón cuando conocieron las problemáticas de pobreza y saneamiento en Ruanda, y no dudó ni un momento a la hora de aportar ayuda económica y voluntaria para la puesta en marcha del Hospital de Nemba, en el distrito de Gakenke. A pesar del paso del tiempo, este proyecto mantiene la línea de trabajo esencial con la que se construyó: generar cambios estructurales en la sociedad para hacer posible la erradicación de la pobreza y conseguir que la salud sea un derecho al alcance de todas las personas. “Esto es algo que solo puede lograrse con la solidaridad de hace 50 años. Queremos recuperar ese espíritu del pasado”, expresa Natalia Herce, codirectora y responsable de Desarrollo Asociativo de Medicusmundi.

El 12% de la población de Ruanda vive en una situación de pobreza extrema, el 48% es pobre y el 40% cuenta con recursos económicos limitados. Sin embargo, el servicio hospitalario es “mayoritariamente privado y deficiente. Los enfermos tienen que pasar por caja antes de ser atendidos y, según lo que les manden, tienen que volver a pagar para pasar una nueva consulta”, comenta Herce. Ante esta situación, el Hospital de Nemba –que es concertado, ya que pertenece a la Diócesis de Ruhengeri– cuenta con un fondo social que asume el propio centro para que “nadie se quede sin asistencia sanitaria, que es un derecho fundamental”, apunta.

De esta forma, el hospital se ha convertido en el alma sanitario de más de 156.000 ruandeses que pueden solicitar un servicio sanitario digno. “No es un hospital que esté tan equipado como uno de aquí, pero desde luego que ayuda a suplir algunas de las patologías más frecuentes”. En concreto, 162 trabajadores –mayoritariamente profesionales de la enfermería y tan solo 15 médicos– ofrecen íntegramente su ayuda con el objetivo de mejorar las condiciones sanitarias: “Queremos que la población se encuentre cada vez más sana”, demanda.

Algunas de las principales enfermedades y problemas que azotan a Ruanda son la malaria, las infecciones respiratorias –se producen como consecuencia de un diagnóstico tardío y en las estaciones frías–, las enfermedades diarreicas –debido a la falta de higiene, de falta de acceso a agua, saneamiento y alimentación–, partos complicados y traumatismos, que tienen que ver “con accidentes de tráfico y de bici. La zona de Nemba tiene muchas colinas, está cultivada hasta las zonas más altas y la gente se mueve en vehículos muy deteriorados. Por otro lado, también se producen muchos accidentes de hombres y mujeres que se caen mientras cultivan por la pendiente”, explica.

Se tratan de enfermedades que derivan de situaciones de pobreza. “Como no tienen una situación de vida digna, sufren malnutrición crónica y son sensibles a cualquier tipo de infección”, señala. Además de esto, también se producen accidentes por quemaduras con fuego, ya que no disponen de las herramientas básicas para cocinar.

En cuanto a la sintomatología más persistente, ha habido un aumento de pacientes con hipertensión, diabetes o accidentes cerebrovasculares. “El problema en Ruanda es que se están agudizando las enfermedades crónicas que generan discapacidad. Si alguien sufre un ictus, es muy probable que no se diagnostique a tiempo y haya secuelas, o que no se diagnostique. También nos preocupan los casos de cáncer y epilepsias porque son patologías complicadas y en las instalaciones de Nemba no se pueden afrontar todas estas competencias porque el número de médicos es escaso y no están especializados. Es un hospital rural que está tratando de mejorar sus servicios”.

Medicusmundi en Ruanda

Hace 40 años, Medicusmundi llegó a Ruanda y apoyaron de manera íntegra el proyecto del Hospital de Nemba. En 2012, dieron un paso más y se pusieron manos a la obra para mejorar el primer nivel de atención sanitaria y las condiciones de vida. “Queremos mejorar la infraestructura del hospital y realizar asesorías y acompañamiento técnico para los trabajadores del centro. Con todo, el grueso de nuestro trabajo es mejorar las condiciones de vida la población”. De esta forma, se han seleccionado los nueve centros de salud con peores indicadores de salud, pobreza y vulnerabilidad para “tratar de ofrecerles un desarrollo vital más digno. Trabajamos en cuestiones de equidad de género, lucha contra la violencia machista, protección del cambio climático y, como eje transversal, la inclusión de las personas vulnerables”, enumera.

Para que esto sea posible, se ha realizado un plan que potenciará el papel de los agentes de salud comunitaria, que son quienes trabajan por la prevención, promoción de la salud y seguimiento de casos de enfermedades crónicas. Por esto, frente a que el 84% de la población tiene que caminar, al menos, 15 kilómetros para llegar a una fuente con agua, el 43% no tiene letrinas y el 37% de las mujeres han sido agredidas en algún momento de sus vidas, el objetivo de Medicusmundi es “fortalecer sus capacidades para que se reconozcan más rápido este tipo de problemáticas”, asegura.

En ese sentido, una de las líneas de trabajo también tiene que ver con el desarrollo económico. Es decir, se pretende que la población genere ingresos propios a través de la producción de huertos individuales y de la mejora de cultivos. “Queremos que haya grupos de autoayuda formados por mujeres para que consigan formar pequeños negocios, que sean económicamente independientes y puedan mejorar en su situación de pobreza. Si se interviene en la mejora de las condiciones de vida, será más fácil asistir sanitariamente a la gente de Ruanda”, reflexiona con la mirada puesta en el corazón de Navarra hace 50 años, cuando empezó todo.