Ser mujer y gitana, una barrera doble para acceder al mundo laboral
380 mujeres de Navarra han participado desde 2016 en 'Calí', un programa en apoyo a la promoción sociolaboral de las mujeres gitanas
Ser mujer es un factor que potencia las posibles discriminaciones. Sin embargo, hay otros factores, como la edad, la discapacidad o la etnia, que acentúan esta estigmatización. En concreto, el hecho de ser mujer y ser gitana provoca múltiples vulnerabilidades y supone un doble peso añadido a la hora de formarse, salir al mundo laboral y firmar un contrato de trabajo sin prejuicios.
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Por esta razón, en 2016 nació el programa Calí, en el que han participado 380 mujeres navarras desde entonces, con el objetivo de que "no se queden atrás". Para ello, se trabaja a través del fomento de la igualdad de oportunidades, de la igualdad de género y de la lucha contra toda forma de discriminación". Se trata de un proyecto que potenciado por la Fundación Secretariado Gitano (FSG) apoyada en Navarra por el Gobierno Foral, cuyas responsables han acompañado este lunes a dos de las mujeres que han participado en el pasado en la iniciativa y hoy se encuentran trabajando en funciones para las que se han formado. "Nuestra intención es que vean que son capaces de hacer todo cuanto se proponen. Cuando empiezan en el programa, siguen con el bucle de creer que no van a poder conseguir un trabajo, pero después se empoderan y tratan de mejorar su cualificación para aspirar a mejores trabajos", ha expresado Inés García, secretaria del FSG en Navarra.
En lo que respecta al perfil de las participantes en este programa es el de mujeres gitanas que se encuentran entre los 25 y 45 años, "con dificultades de acceso a un empleo, escasas competencias personales para la ciudadanía activa, nivel educativo o formación bajo, con una situación socioeconómica precaria y responsabilidades familiares", ha indicado Patricia Abad, directora gerente del Instituto Navarro para la Igualdad (INAI). También personas gitanas víctimas de situaciones de discriminación, con especial atención a las mujeres gitanas víctimas de discriminación múltiple, así como aquellas en situaciones de violencia contra las mujeres o en riesgo de estarlo. En Navarra, más de la mitad de las mujeres participantes se sitúan en la franja de edad entre los 25 y 45 años (el 55%), seguido de las menores de 26 años; con menor presencia de aquellas que tienen más 45 años. La mayor parte de las participantes (72%) cuentan con menores a su cargo.
Como principales líneas de trabajo, Silvia García, la técnica de Igualdad del programa Calí, ha destacado la intervención directa con mujeres a través de itinerarios personalizados de inserción social y prelaboral, con el objetivo de "promover el aumento de sus competencias sociales, personales y laborales para su desarrollo personal, preparación para participar en procesos de inserción laboral y fomento de su ciudadanía activa", y también el apoyo en situaciones de especial vulnerabilidad, como la violencia de género, para que puedan salir de esa situación y tener acceso a recursos especializados. Por otro lado, este proyecto también cuenta con acciones grupales y comunitarias con hombres y mujeres de distintas edades, como "instrumento sensibilizador, preventivo, motivacional y de cambio de actitudes para la ruptura de las barreras que generan desigualdad de género y dificultan la conciliación de la vida personal, familiar y laboral". También para que "conozcan sus derechos y cómo ejercerlos, como medida para abordar la infradenuncia de las situaciones de discriminación", ha señalado.
De las 380 mujeres gitanas de Navarra que han participado en este programa desde 2016, 152 han participado en itinerarios individualizados de competencias sociopersonales y de empleabilidad. De ellas, el 53% (81 personas) han iniciado la búsqueda de empleo, un 15% han encontrado empleo y un 6% han retomado los estudios. Además, se han realizado 41 acciones de sensibilización sobre igualdad de género, corresponsabilidad y prevención de la violencia, en las que han participado 330 personas, 228 mujeres y 102 hombres. Asimismo, se han realizado 21 acciones de igualdad de género y derechos de las mujeres gitanas dirigidas a agentes clave, en las que han participado un total de 312 personas.
Romper la barrera del miedo y empezar el cambio
Alicia Echeverría y Jennifer Giménez son la viva imagen de dos mujeres que les hicieron creer que su destino era pasar sin pena ni gloria por la vida y que, en cambio, se han enfrentado a todo juicio social para lograr ser quien ellas quieren ser. Alicia empezó en 2018 a participar en el proyecto Calí, cuando tenía muchos problemas personales y no confiaba en que podría tener un futuro por ella misma. “Me enseñaron de que yo era la primera que estaba limitando mis sueños y que tenía que abalanzarme sobre mis metas. Tiempo después conseguí trabajo en una residencia de ancianos, donde ya estoy fija. Estoy muy contenta de que este programa esté en mi vida porque ahora soy una mujer mucho más empoderada”, confesó. Con todo, el proceso fue costoso, dado que “las mujeres gitanas no estamos acostumbradas a que se cuente con nosotras. Nos frena mucho pensar en cómo nos ven los demás, pero tenemos que ser imparables”.
Por su parte, Jennifer pudo cumplir su deseo de trabajar como recepcionista después de que el miedo le paralizara porque decía no tener las herramientas suficientes para desempeñar su puesto: “Gracias a este programa, hoy me siento mucho más capaz y empoderada”, sentenció.
No obstante, Jennifer reconoció la discriminación que aún a día de hoy “se sigue viviendo por ser gitana”. De hecho, puso como ejemplo una experiencia propia de hacer tres semanas en un centro de estética, donde preguntó por el precio de un servicio y la respuesta fue “muy caro”, sin detallar la tarifa concreta ni saber si lo podía o no pagar. “Aunque sea gitana, tengo derecho a que me traten de manera digna, tal y como hacen con el resto de sus clientes”, denunció.
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