La macrofiesta rave no autorizada Big Fucking Party 2025, que se ha estado celebrando desde Nochevieja en terrenos situados encuentran en las proximidades del aeropuerto de Ciudad Real, ha llegado a su fin, aunque por sexto día consecutivo ha seguido sonando música tecno. La lluvia ocasional que desde el domingo por la tarde y durante gran parte de la noche de ayer cayó sobre Ciudad Real no ha sido impedimento para que la macrofiesta, que ha reunido a más de 5.000 personas llegadas desde distintos puntos de España y de Europa, haya sumado más de 150 horas ininterrumpida de diversión hasta las primeras horas de este Día de Reyes.
Durante las primeras horas de ayer lunes, decenas de autocaravanas, la mayor parte de ellas con matrículas de otros países europeos, fueron abandonando la zona industrial del aeropuerto de Ciudad Real en la que se ha desarrollado este evento. Algunos de los participantes en la macrofiesta explicaron a Efe que en las últimas horas se habían ido desmontando la decena de escenarios que han permanecido instalados durante estos días para poder disfrutar de sesiones musicales. Aunque señalaron que la fiesta continúa “tímidamente” porque en la zona apenas queda “la mitad de la gente” que se ha congregado durante estos días.
Exhaustos y agotados por más de cinco días de fiesta (puesto que ellos llegaron el 31 de diciembre) aseguraron que la macrofiesta ha vuelto a cumplir todas sus expectativas, e indicaron que a lo largo del año seguirán disfrutando de otras grandes raves, esperando volver a participar en 2026 en la próxima edición de la Big Fucking Party.
Los apasionados de la música tecno, llegados desde países como Francia, Alemania, Inglaterra, Italia, Alemania o Suiza y desde distintos lugares de España, continuaban agotando las últimas horas de esta macrofiesta, que acabó este día de Reyes como ya ocurrió en las dos ediciones anteriores que se desarrollaron en terrenos de Fuente Álamo (Murcia) y en La Peza (Granada). La pasada noche volvió a ser el momento más álgido de este sexto día de fiesta, con algunos escenarios aún operativos, aunque apenas si se veían ya los juegos de luces, los láser, los fuegos artificiales y los espectáculos de fuego, que días antes iluminaban el cielo en torno al aeropuerto de Ciudad Real.
Diversión a pesar del tiempo
Si durante los primeros días los participantes tuvieron que hacer frente a las gélidas temperaturas que se registran en Ciudad Real, por debajo incluso de los cero grados y con una sensación térmica aún más baja debido a las persistentes nieblas, en las últimas horas superaron la incómoda lluvia que dejó algo más de 5 litros por metro cuadrado. En las últimas horas en la zona aún permanecían instalados algunos puestos en los que se han vendido todo tipo de bebidas y de comidas desde comida rápida a platos vegetarianos, además de ropa, artesanía o souvenirs, que poco a poco también fueron desinstalados. También siguen aparcadas en las inmediaciones de la zona centenares de autocaravanas y furgonetas camperizadas, y también se pueden ver algunas tiendas de acampada. La macrofiesta, que continua siendo vigilada en todo momento por los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, vive ya sus últimos momentos, después de seis intensos días de música tecno.
Quejas de la OCU
La Asociación Española de Consumidores ha lamentado la pasividad de las administraciones ante las fiestas raves ilegales. En un comunicado, la asociación recuerda que se trata de eventos a los que acuden miles de personas “sin que exista garantías de su seguridad ni de los productos que están consumiendo”. Ven “preocupante” que se permita la instalación de estas macrofiestas en propiedades privadas o en sitios “sin que haya habido ningún control previo y sin que se haya hecho nada para impedirlo”. La asociación recuerda que estas fiestas se organizan a través de las redes sociales con antelación suficiente, por lo que la Policía o la Guardia Civil podrían impedirlas desde su inicio.
Asimismo, expresa su preocupación por los productos que se pueden estar consumiendo “sin ningún tipo de control en cuanto al etiquetado o la manipulación de alimentos”, y denuncia la “impunidad” de este tipo de fiestas, “sin que se conozcan sanciones por parte de la administración o sin que se controle si se venden drogas o alcohol a menores”. Critica que a los establecimientos legales “se les obligue a cumplir una serie de normas y de requisitos de seguridad” y para este tipo de fiestas “no se haga ni se conozca o identifique siquiera a los organizadores de las mismas”.