Fernando, afectado por el síndrome de Asperger: “No quiero sentirme un bicho raro siempre”
Fernando y Patxi, los hijos de Eva Garraza, gemelos de 28 años, superan con lucha y esfuerzo diario un trastorno del desarrollo más común de lo que se cree y que les da más de un quebradero de cabeza
Fernando y Patxi abrazan a su madre y le dan un beso, cada uno en una mejilla. Es algo que no suele ocurrir, no les gustan mucho los besos. “La primera vez que me dieron un beso fue con 14 años, y este que me acaban de dar creo que es el segundo”, se sincera Garraza. Hacerse mayor es difícil. Conocerse y admitirse no es siempre fácil. Es una aventura. Un viaje en el que las responsabilidades, las facturas y la búsqueda de nuestro lugar en la sociedad nos da más de un quebradero de cabeza. Pero para las familias con personas con síndrome de Asperger es diferente. Y los que más sufren son ellos.
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Lo primero que comentan Patxi y Fernando Cabezón Garraza es que “aunque por fuera parezcan iguales, por dentro son antagónicos”. “Yo soy más de quedarme todo dentro, y Fernando es más de soltar todo de golpe, es más impulsivo”, relata Patxi. Se conocen muy bien. Han sido guardianes del otro durante mucho tiempo. Escudo de muchas de las burlas que han tenido que tragar en le instituto. “Fernando salta a la mínima porque sufrió durante muchos años bullying por parte de sus compañeros, y entonces se cree que todo lo que le dices es un ataque”, explica su hermano.
“Tres veces amenacé con tirarme por la ventana”
“Vi cómo un compañero de mi hermano le sujetaba los pies para que no se tirara por la ventana”
Fernando parece más callado y tímido que su hermano, pero no duda en relatar lo que sufrió en su época escolar. “Tres veces amenacé con tirarme por la ventana”, asegura. Y la madre, Eva, sin saber nada. “Yo no tenía ni idea de esto, hasta que un día me llama un profesor para advertirme del ataque de nervios que había sufrido Patxi. Él vio como un compañero sujetaba los pies a Fernando para que no saltara por la ventana”, cuenta con un nudo en la garganta la madre de los gemelos. “Aquel día, después de toda lo que ocurrió, Fernando vino a casa y me dio el primer beso”, sonríe mientras le mira.
Fernando estudia Geografía e Historia y Patxi Historia del Arte, ambos en la UNED. A la pregunta de qué quieren hacer después de estudiar, su respuesta es clara. “No nos gusta salirnos de la rutina, no creo que sea bueno pensar en cómo será el futuro, no vale para nada”, cuenta Patxi. “Sin embargo, me gustaría trabajar en la hostelería”, se atreve. Fernando quiere ser guía en un museo. “Me encanta la cultura del Antiguo Egipto”, señala. Sin embargo, los viajes largos no son fáciles para la familia Cabezón Garraza. “Tenemos que hacer muchas paradas, no solemos ir lejos nunca”, admite la madre. “Una vez fuimos a Cádiz, porque es el único sitio donde tienen campamentos acondicionados como para Fernando y Patxi, y tuvimos que parar cada dos horas”, asegura.
Nadie podrá con Patxi y Fernando
Antes de finalizar la charla, Fernando quiere resaltar algo. “No quiero sentirme un bicho raro siempre”. Lo sufre, lo ve todos los días con sus propios ojos. La gente le trata diferente, y no le gusta. Él también puede ser lo que sueña ser y hacer. Ser guía de museo y pasear frente a las pirámides de Keops en Egipto. Quién sabe. Los gemelos han llegado aquí a base de lucha y esfuerzo diario. Nadie ha podido con ellos, y da la sensación de que nadie podrá.
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