La Fiscalía navarra ha mantenido este viernes su petición de expulsión durante diez años para los dos acusados de haber robado el bolso a punta de cúter a una empleada del Hospital Universitario de Navarra cuando esta se dirigía a su trabajo el pasado mes de enero. El juicio se ha celebrado en el Juzgado de lo Penal 3 de Pamplona y el Ministerio Público reclamó 3 años y 8 meses de prisión para Youssef A., de 28 años y que, aunque residía en Bélgica, llevaba diez días dando tumbos por Bilbao y Pamplona, al que estima la atenuante de reparación del daño, porque ha depositado 1.000 euros por los daños causados a la víctima.
Para el otro procesado, Ousama H., que cumplió 18 años en octubre, acumula 13 antecedentes y lleva dos en España, reclama 4 años de cárcel ya que no ha pagado indemnización y no le contempla la atenuante de confesión que solicita su defensa, por haber ayudado a la Policía Foral a encontrar los teléfonos que sustrajeron en la Taconera, el bolso de la mujer en Mendebaldea y el cúter en una zona ajardinada de San Juan. Ambos están en prisión provisional.
La defensa del otro procesado solicita nulidad de pruebas y destacó la ausencia de una rueda de reconocimiento para los procesados, pues atribuye la comisión del delito al otro acusado y a una tercera persona, y afirma padecer toxicomanía. La fiscal insistió en que la prisión debería sustituirse por la expulsión por la carencia de arraigo de ambos, y está convencida de que fueron coautores, con dominio de los hechos.
Ousama, que es el único que habla español, echa la culpa del delito a su compatriota y sostiene que él no hizo nada, ni sabía que iba a robar a la mujer. Declaró que él residía como sin techo en la zona de Aranzadi y que había conocido esa misma noche al otro acusado, sobre las 6.00 horas.
Dijo, en una versión rocambolesca, que a esa hora le ofreció venderle su bicicleta por 200 euros, porque quería dinero para poder ir a Bilbao a obtener su pasaporte, documento para el que ya tenía cita previa. Según él, Youssef aceptó y le dijo que le acompañara al piso de un amigo en San Jorge para dejar la bici y a casa de otro en Barañáin para darle el dinero.
En el trayecto hacia allí, le pidió parar en una farmacia 24 horas para conseguir una jeringa e inyectarse heroína y que a él le impresionó esa escena porque “nunca la había visto. Tuve miedo. Y seguidamente nos cruzamos con la mujer y la siguió. No me había dicho que fuéramos a robarla, me dijo que le preguntaría la hora. Y en realidad le dijo en francés: perdón, señora, estación de autobuses. La seguimos un minuto. Y entonces sacó un cúter y lo levantó, pero no sabía que lo llevaba. Le cortó el bolso, y entonces a la mujer se le cayó otra bolsa (nevera) al suelo y él me dijo que se la cogiera. Lo hice y corrí con él porque estaba muy nervioso y con miedo”, declaró, a la vez que admitió que había tenido problemas con Youssef en prisión.
La víctima: “Tuve miedo y aún lo tengo”
La trabajadora del hospital que sufrió el robo a punta de cúter el pasado enero y que fue ayer enjuiciado declaró en la vista oral sin que le vieran los acusados y afirmó que “aún tengo miedo” después de lo ocurrido y que había tenido que recibir incluso “tratamiento psicológico. Venir hoy aquí me ha supuesto una semana muy dura”.
La mujer recordó que aquel 8 de enero tras aparcar su coche en la calle Irunlarrea se dirigía al hospital, sobre las 6.30 horas. Entonces, dos jóvenes de origen magrebí se le acercaron. “Uno llevaba barba y el otro era más joven y con gorra. Solo hablaba el mayor y lo hacía en francés. Me preguntó por la estación de autobuses. Me puse en tensión, pero les dije que me iba a trabajar, que no les entendía y que ahí tenían una parada de villavesa. Fue entonces cuando veo al de barba que levanta el brazo con un cuchillo. Bueno, yo vi una hoja, porque no vi ni el mango. Entonces giré la cabeza y puse el bolso delante de mi cabeza. Me cortó las asas, se lo llevó (con documentación, dinero, tarjetas, gafas) y el otro me estiró de una bolsa de comida que llevaba en el otro brazo. Me empujó y me tiró al suelo. Y se fueron juntos corriendo”.
La mujer recuperó el dinero y la mayoría de documentos salvo el DNI, el permiso de conducir y la tarjeta de la villavesa.
Un policía foral le recogió la denuncia a la mujer en el hospital y destacó su estado de ansiedad. Transmitió desde allí los rasgos de los asaltantes a las patrullas. Una de ellas los localizó en la Taconera: “Pensamos que habían podido ir hacia lo Viejo”, declaró un agente. “E hicimos el camino en línea recta. Y solo los vimos a ellos. Coincidían en todo. Era más claro que el agua. Uno de ellos tenía la cartera y el dinero de la mujer. El otro empezó a sobreactuar, porque pasó de estar calmado a estar como atemorizado, diciendo que él no había hecho nada pero que tenía miedo del otro. Me guiñó el ojo como para colaborar y empezó a hacernos una ruta para localizar los objetos, los teléfonos debajo de un contenedor; el cuchillo en unos setos; y el bolso detrás de unas obras”. Entre dichos efectos estaba el móvil de un repartidor del pan al que se lo habían sustraído de su camión. Como recuperó el teléfono, no denunció luego el hurto.