Síguenos en redes sociales:

Emma Larreta, superviviente de violencia machista: “Detrás de mi nombre y de esas 27 puñaladas, también hay una vida”

Emma Larreta sobrevivió a 27 cuchilladas propiciadas por su expareja en 2007. Tras esto, centró su vida en usar su historia como una herramienta para combatir la violencia

Emma Larreta, superviviente de violencia machista: “Detrás de mi nombre y de esas 27 puñaladas, también hay una vida”Iñaki Porto

Emma Larreta (Pamplona, 1975) conoció su nueva vida desde una de las camas de la UCI, después de haber sido acuchillada 27 veces por su expareja. En ese entonces, nadie confiaba en que fuera a sobrevivir, pero ocurrió el milagro que le llevó a estar en deuda con la vida. Emma volvió a nacer en 2007 con el recuerdo de las cicatrices de su pasado, con unas nuevas heridas que le marcarían para siempre –una discapacidad física que le priva de cierta movilidad en los brazos– y con la certeza de que su historia podría llegar a romper estereotipos y reducir la violencia, la que ella sufrió en sus propias carnes, la que todavía padecen miles de mujeres; la que tiene que acabar.

En 2007 su expareja le acuchilla 27 veces en la calle, ¿se habían producido antes otras agresiones?

Hasta ese entonces, nunca había pasado nada. Al menos hasta que yo le denuncié a la Ertzaintza porque me encontró en una discoteca con varias amigas y me zarandeó. Esto ocurrió un sábado y el lunes vino a pedirme explicaciones y, en ese momento, se produjo la agresión.

Pese a la gravedad de este suceso, sobrevive tras un tiempo ingresada en la UCI... 

A mi familia les dijeron que mis lesiones no eran compatibles con la vida, que era cuestión de tiempo que me muriera. Pero, contra todo pronóstico, me desperté al cabo de las semanas y sonreí porque era consciente de que era un regalo haber sobrevivido. Desde ese momento, me di cuenta de que había que sacar un aprendizaje de esto y conseguir que se hablara acerca de la violencia en espacios donde antes era un tema bastante lejano. En ese sentido, tuve que reorganizar mi vida y acoplar mi vida personal con este compromiso que empecé a tener. Porque yo estaba en deuda. Y tenía muy claro que a través de la juventud se podría sembrar y recoger con el paso del tiempo una conciencia de respeto y de abolición de la violencia.

¿Tuvo miedo de que su nueva etapa vital no llegara a completarse? 

Al contrario, tenía un fuego interno que me decía que iba a salir de esta. Nunca he sentido culpa de lo que me ocurrió, siempre he ido con la cabeza alta. Soy una mujer empoderada desde que tengo uso de razón, y pensé en que tenía que proyectar mi historia sin ningún tipo de pudor. En todo caso, diría que mi relato era algo que tenía que mostrar al mundo para que la sociedad cambie de chip, de energía. Para mostrar que hay una posibilidad de encontrar algo de luz. Así que, ni miedo, ni vergüenza, sino fuerza.

¿Siempre ha tenido ese coraje? 

Tuve que pasar un trance complicado hasta llegar al juicio. Me tuve que preparar mentalmente para ir a la Audiencia Provincial de San Sebastián. Justo antes de entrar, mi abogado salió para decirme que habían llegado a un acuerdo. Así que tuve mucha suerte porque desde ese día no he tenido que pensar en el hombre que me quiso arrebatar la vida y pude esforzarme en la mejora de mi bienestar. Y es bastante difícil cuando hay un juicio de por medio, ya que los tiempos de la justicia y los tuyos propios no son compatibles. Cuando estás tratando de sacar la cabeza, retrocedes porque llega el juicio, recuerdas lo sucedido... Yo no estaba dispuesta a que eso me arrinconara en el camino.

Suele comentar que no estaba dispuesta a tirar la toalla porque una persona estuviera decidiendo el final de su vida, ¿es esa la enseñanza que se lleva de aquel momento? 

Desde luego. Muchas veces tenemos un plan de vida, pero hay muchas personas en el tablero. Yo no hice nada para que me intentaran matar, fue el que estaba en frente. Te hace sentirte frágil y vulnerable porque hay personas que deciden por ti de manera unilateral. Por eso, lo que yo pretendo enseñar es que todos tengamos la cabeza amueblada para que nos construyamos para aportar al grupo y respetar las diferencias. Me hace mantener la esperanza de que las agresiones y la violencia de género pueden cesar.

La agresión le dejó secuelas físicas, una discapacidad en los brazos, ¿cómo se enfrentó a esta dificultad?

Me tuve que acostumbrar a un cuerpo que no tenía antes. A raíz de la agresión, la movilidad de mis brazos está reducida y tengo un 39% de discapacidad. Tuve que dejar de hacer muchas actividades, pero aprendí a entrar en un nuevo mundo, a convertir en mis cicatrices en algo cotidiano.

Emma Larreta publicó el 20 de febrero su libro 'El mapa de mis cicatrices', un testimonio de la lucha por la vida ante la violencia machista.

Su proyecto inVISIBLES es una iniciativa con la que ofrece charlas y talleres para fomentar el bienestar comunitario. ¿Por qué ese nombre?

Es un juego de palabras con el que quiero mostrar que las personas invisibles –los que poblamos las ciudades, que no estamos en puestos de poder y tenemos trabajos normales– somos los que movemos el mundo. Somos quienes educamos y formamos el mundo... Somos gente poderosa. Hay que tener en cuenta que hay personas invisibles que están muy presentes en nuestras comunidades. Yo fui invisible cuando me apuñalaron en el suelo; nadie me ayudó. Pero si la persona que está en ese charco de sangre es importante para ti, eres muy visible.

¿A qué achaca los comportamientos agresivos de la población?

Creo que somos una sociedad muy individualista. No tenemos capacidad de tener empatía por los demás. Cuando no tienes la capacidad de sentir cariño por lo que te rodea, comienzan las faltas de respeto y las agresiones. En mis talleres con los adolescentes hablamos sobre la empatía, para que valoren las cosas bonitas y buenas de los demás. Desde ahí se conoce la frustración, la entrega y admiración y no piensas solo en ti mismo. Me parece muy importante la prevención desde pequeños para que entiendan que el mundo no siempre va como te apetece, que tienes que hacer concesiones, apostar por el grupo y defender tu idea, pero desde el argumento, no desde la violencia o la imposición. Hay que educar a la gente joven porque los que ahora matan fueron pequeños, y, si hubieran cultivado la infancia, quizá ahora no serían agresores.

¿Y cómo habla con los jóvenes sobre la violencia?

Lo hago desde la verdad de mi experiencia. El espacio está lleno de honestidad porque ven que soy una persona normal que les está mostrando sus cicatrices, mi vida antes de la agresión y que he intentado ser la misma después de ese suceso. Después, abrimos un coloquio y hablamos sobre temas que les afectan y que les implican, como la gestión de la frustración, la resiliencia, cómo miran al futuro, qué entienden por ser una persona violenta... Yo no toco el término violencia de género porque no la sienten cercana, solo empatizan los que lo viven en sus propias carnes. Si tocamos cuestiones de responsabilidad y respeto, llegamos a una persona que entiende que la violencia no puede ser una carta de su baza.

El 20 de febrero publicó El mapa de mis cicatrices, un libro con el que relata su testimonio de lucha por la vida ante la violencia machista y también su historia desde la infancia, ¿cuál es su primera y última cicatriz?

El libro es fruto de una vida intensa. Y, también, quería demostrar que detrás de un nombre y de una agresión –de esas 27 puñaladas–, hay una vida. Y nunca te imaginas cómo son. Quería mostrar cómo es una mujer que ha sufrido violencia de género, que no solo ha vivido eso, sino que ha luchado por ser una mujer libre e independiente desde el principio de su vida. Entonces, mi primera cicatriz la arrastro desde la infancia, porque no me criaron con seguridad, amor y acompañamiento. Y creo que la última no ha llegado todavía porque la vida no deja de hacer cicatrices, pero estamos preparados. Si hemos podido con todo lo anterior, se podrá con lo que venga.

Las cicatrices de Emma Larreta

  • Una infancia complicada. Larreta nació el 17 de marzo de 1975, y los primero capítulos de su vida estuvieron marcados por la falta de atención y cariño, lo cual le marcó y le hizo tener un “complejo de cuidadora” con todo aquel que le rodeara.
  • Violencia machista. El 2 de abril de 2007 su expareja le acuchilló 27 veces en la calle, después de que ella lo hubiera denunciado por zarandearle en una discoteca unos días antes. Estuvo varias semanas en la UCI y, contra todo pronóstico, sobrevivió. Como consecuencia de tener “una nueva vida”, quiso relatar su historia a través de la novela ‘El mapa de mis cicatrices’.