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¿Cómo hacer frente a una soledad no deseada?

Expertos reflexionan sobre la creciente realidad a la que se tienen que enfrentar las personas mayores sin red de apoyos

¿Cómo hacer frente a una soledad no deseada?Oskar Montero

¿Cómo lidiar con una soledad no deseada, por la que uno está aislado, ausente, sin apoyos? Durante mucho tiempo, esta pregunta contaba con una respuesta predeterminada: la familia, quien suponía el núcleo central del cuidado, tanto cuando uno es pequeño, se siente desprotegido o es mayor –y dependiente–. Y, de la misma manera, del sacrificio, de renunciar a algo a cambio del otro.

Sin embargo, la sociedad actual, marcada por la inmediatez y por un carácter individualista, ya no corresponde de la misma forma que antaño. Por lo tanto, muchas personas se quedan solas y deben afrontar un nuevo capítulo desde las ausencias de sus seres queridos, sus recuerdos o su vitalidad.

Ante esta circunstancia, determinados grupos de la población se alarman por esta creciente realidad a la que se enfrentan las personas mayores sin red social o familiar. Aunque buscan maneras de ayudar, no es suficiente. Por esta razón, Fundación la Caixa y Fundación Caja Navarra organizaron ayer la 5ª edición de las Jornadas de Soledad No Deseada, bajo el título: Las personas que envejecen sin red.

Una de las intervenciones fue una mesa redonda moderada por Javier Yanguas Lezaun, Director Científico del Programa de Mayores de Fundación la Caixa, y en la que participaron Marije Goikoetxea Iturmendi, psicóloga; Joseba Zalakain Hernández, director del SIIS, y Rafael Sánchez-Ostiz, Doctor en Medicina por la UN y especialista en Geriatría y Gerontología. En ella, reflexionaron sobre el aislamiento, la soledad y el sentido en el proceso de envejecimiento sin apoyos.

Comunidad frente a individualidad

Público durante la intervención en las jornadas sobre la soledad no deseada

Los tres ponentes coincidieron en que el mundo actual está marcado por el “buenismo”; es decir, la creencia social de que se puede vivir en comunidad, “a pesar de que está más que demostrado que nos gusta estar solos, movernos de forma individual, sin tener en cuenta al resto”, apuntó Goikoetxea.

En ese sentido, parece imprescindible reconsiderar los pactos de convivencia, para que vuelvan a estar predispuestas a cuidar de los otros y, en los casos pertinentes, haya personal cualificado para atender de forma especializada a las personas mayores dependientes.

“Actualmente, parece que hay un boom de lo comunitario, pero eso no es más que una constatación de que estamos fallando, de que la comunidad es débil y de que nuestra sociedad no está preparada para el cuidado”, comentó Sánchez-Ostiz.

Crisis de los cuidados

Zalakain planteó si esta actual “crisis de los cuidados” guarda relación con las nociones de autocuidado que están calando en la población. Para él, se trata más bien de una cuestión de hipocresía: “Se sabe que hay una ausencia de cuidados, de que la organización es mínima y de que la atención es cada vez más pobre, pero nadie hace nada. Cuidar es sinónimo de sacrificio y la solidaridad, por mucho que se crea que sí, no es gratis. De este modo, surgen discrepancias cognitivas entre los valores que proclamamos como colectivo y lo que realmente hacemos”, indicó.

Dicho de otra manera, “las nuevas generaciones no quieren cuidar”, resumió Sánchez-Ostiz. Por eso, otro de los grandes problemas que propician y potencian la soledad no deseada en personas mayores es la falta de atención especializada. De hecho, el Estado invirtió tan solo un 0,8% del PIB en cuidados. “Es necesario que haya más recursos; si no, es inviable cualquier estrategia para acabar con la soledad no deseada”, insistió.

Además, reconocieron que esta falta de atención personalizada no solo afecta a las personas mayores, sino también a quienes están en situación de exclusión social o personas con discapacidad. En este sentido, también consideraron importante realizar inversiones en prevención, para fomentar una mayor conciencia y reducir el número de mayores que experimentan soledad profunda.

“Ante una tendencia hacia la individualidad o el autocuidado, sería conveniente que las instituciones pusieran en valor esta realidad –cada vez más silenciada– y, por ejemplo, organizaran foros, talleres o sesiones de sensibilización para avanzar y modificar la noción de sacrificio”, dijo Goikoetxea. Para volver a poner en valor la importancia del cuidado.