Con la tecnología informática punta y todo tipo de anzuelos a través de spams y correos sospechosos, las estafas de toda la vida se han convertido ahora en un delito transnacional que no entiende de fronteras. Una de las modalidades más peculiares y que más réditos reporta es la estafa conocida como 'Man in the middle' (en la literalidad se traduce por 'hombre en el medio') que hace referencia a la interceptación de las comunicaciones entre dos empresas que tienen relaciones comerciales.

De este modo, una vez se consigue infectar con un virus dichos correos, el estafador se hace pasar por la empresa a la que le deben una factura y envía un correo electrónico desde una dirección prácticamente igual que la original de la firma para que no levante sospechas. A continuación, reclama una factura pendiente de cobro, de elevada cantidad, y expone que debido a algunos problemas el ingreso de dinero hay que realizarlo en una cuenta corriente distinta a la habitual con la que procede en las transacciones entre ambos. A través de esta treta, el estafador recibe el dinero en su cuenta y las empresas tardan tiempo en darse cuenta del engaño. Una estafa de este tipo ha llevado en la mañana de este jueves a la condena a un hombre por estafar 30.000 euros desde Tudela a una empresa murciana.

Un caso del año pasado

Un vecino de Tudela de 35 años de origen africano fue condenado ayer en la Sección Primera de la Audiencia Provincial de Navarra a un año de prisión por un delito continuado de estafa. El hombre aceptó la sentencia en la que reconoce haber cometido una estafa informática, tipo Man in the middle, es decir, que interceptó la comunicación entre dos empresas, en este caso de Murcia, se hizo pasar por una de ellas y llegó a estafar hasta 30.772 euros de una factura pendiente.

Los hechos ocurrieron el 25 de febrero de 2021 cuando el acusado se hizo pasar por una mercantil de transporte y envió un correo electrónico a una industrial cárnica de Mazarrón (Murcia), empresa que mantenía relaciones comerciales con la anterior y con la que existían facturas pendientes de cobro.

El acusado, en el correo en el que simuló ser responsable de la otra emnpresa, reclamaba el pago pendiente de una factura que se elevaba a 30.772 euros y decía que debía abonar el importe en una cuenta bancaria nueva. Por ello, finalmente dicha cantidad fue abonada en una cuenta que pertenece al acusado y no a la verdadera mercantil. Además de la pena de prisión, que le fue suspendida al no tener antecedentes, el condenado tendrá que pagar además una multa de 540 euros y una indemnización de 26.000 euros.