Se presumía que esta semana iba a estar marcada por el contenido del acuerdo entre socialistas y Junts para llevar a Pedro Sánchez de nuevo a la Moncloa, y vaya que si lo ha estado. El ambiente en torno a este pacto se ha caldeado con el paso de los días hasta volverse, ciertamente, preocupante.

Peligro

Tiene, sin duda, mucho trabajo por delante la clase política del Estado para calmar unas aguas que bajan, no revueltas, sino desbordadas. Unos políticos que no pueden lavarse las manos y pedir a la ciudadanía, a la que se deben, moderación y un comportamiento ejemplar, mientras siguen poniéndose a caldo y dibujando al de enfrente no como adversario, sino como enemigo a derribar, alentando, si quiera de manera sibilina, un discurso guerracivilista. Lo pensé a comienzos de semana cuando mucha gente se reía con el vídeo viral de ‘puto defender (con perdón) España’, y lo sigo haciendo ahora cuando, mientras tecleo estas líneas, me encuentro con estos trending topics: ‘Calvo Sotelo’, ‘Golpe de Estado’, ‘Todos a la calle’ o ‘Dictadura’. Esas sonrisas de comienzos de semana se han congelado.

Vidal-Quadras

Preocupaban estos días las imágenes de las protestas, y cargas, ante la sede madrileña de los socialistas en Ferraz, al igual que el hecho de que, en una calle de la capital, una persona fuera capaz de dejar su moto para descerrajarle un disparo en plena cara al ex-líder del PP en Catalunya, Alejo Vidal-Quadras, y acto seguido darse a la fuga. Una escena más propia de otros lares que de Madrid, se presupone. 

Por fortuna, el político catalán se encuentra fuera de peligro. Serán el tiempo y las pesquisas policiales quienes aclaren los hechos detrás de este intento de asesinato, parece que con el régimen iraní de por medio. Pero que algún medio se apresurara a calificarlo como un intento de atraco, mientras hordas en Twitter aludieran al ya citado Calvo Sotelo para insinuar un atentado tras el que estaría el actual gobierno en funciones, me reafirma en que el nivel nauseabundo de enfrentamiento político que existe actualmente es insoportable.

¿Fútbol?

Confieso que perdí la fe, hace tiempo, en que el llamado deporte rey, el fútbol, recuperara la grandeza de antaño y unos valores mínimos. No hablo del, parece que ya olvidado, caso Rubiales, o el caso Negreira, que otro tanto, sino de las vergonzosas y repudiables imágenes de los enfrentamientos acontecidos en Donostia provocados por los, me niego a llamarlos seguidores, radicales del Benfica

Que alguien se excuse detrás de un partido de fútbol para dar rienda a la violencia más primitiva y troglodita, por no hablar del lanzamiento de bengalas en el estadio, que pueden provocar víctimas mortales, como hemos tenido que lamentar en más de una ocasión, me es del todo incomprensible.

Asesinados

La semana se teñía de negro al conocer que los peores presagios se confirmaban tras anunciar el ministerio de Exteriores español que el vasco Iván Illarramendi, y su esposa, la chilena Dafna Garcovich, habían sido asesinados por Hamás. El peor desenlace posible, que pone nombre y apellidos al drama que se vive tras la guerra que enfrenta a Israel y Hamás. Un conflicto que, solo en un mes, suma casi 11.500 muertos, 10.000 de ellos palestinos, y que sigue lejos, muy lejos, de resolverse.