Conforme pasan los años ha cambiado su imagen pero no su esencia. La capital vizcaina no cesa en su proceso de modernización, con sus altos edificios y con la enorme transformación de la isla de Zorrotzaurre, que pasará de tener un aire industrial a ser el epicentro de la gran innovación. Pero, aunque sus grandes joyas de gran atracción turística carguen con varias décadas sobre su espalda, lo cierto es que tienen un aire actual y acorde a los tiempos.

Está claro que nunca pasarán de moda. Ejemplo de ello es el museo de arte contemporáneo Guggenheim, del arquitecto canadiense Frank Gehry quien diseñó este espectacular edificio a base de titanio, y dio una segunda vida a la ría Nervión impulsando a su vez la cultura y el ocio de la ciudad.

Además, dando un pequeño paseo por Abandoibarra, la pinacoteca convive también con infraestructuras altas y modernas como lo son las torres Isozaki o la de Iberdrola, ambas de reciente construcción.

Lo bueno de Bilbao es que todos los lugares con encanto tienen una conexión excelente, tanto es así que se pueden visitar a pie, en metro o en tranvía. Por eso se dice que tiene "carácter e historia; tradición y arquitectura moderna. Bilbao es ocio y cultura".