Hace algo más de dos años recibí la propuesta de ser el consejero de Salud del Gobierno de Navarra. Posición que ya tuve el honor de ocupar en la legislatura de 2015 a 2019 con Uxue Barkos en la presidencia y que sabía qué conllevaba. También sabía que después de la pandemia el sistema estaba resentido, que los profesionales estaban desanimados por multitud de causas, que los usuarios reclamaban agilidad en la atención y que el reto era enorme. Pero me pudo la vocación de servicio que siempre tuve como médico y que extendí como consejero, entonces y ahora.

Sin embargo, a nivel político no me esperaba lo que me estoy encontrando y que vi en su máxima expresión el pasado viernes. No me esperaba representantes del pueblo navarro en el Parlamento cuestionando decisiones que aún no se han tomado, cuestionando derechos fundamentales de las mujeres que son ley, cuestionando acuerdos sindicales a los que se han llegado en otras legislaturas o pidiendo explicaciones constantes y en detalle de decisiones de gestión diaria que se toman en un departamento como el nuestro. Tampoco me esperaba que algunos representantes se creyeran y difundieran algún bulo o que no entraran en razón cuando les explicamos la realidad de lo que pasa en algunas cuestiones de forma objetiva, con datos y sin intereses o cuestiones partidistas.

Pero, desde luego, lo que menos podría imaginarme es que un partido como Unión del Pueblo Navarro tuviera la desfachatez de, vía rueda de prensa y convocatoria de medios, filtrar un documento de trabajo interno que se les había compartido para que hicieran propuestas, sugerencias o comentarios puesto que involucraba algo tan sensible como algunos cambios en los puntos de atención continuada de la red de Atención Primaria de Navarra. Recibieron un documento con el afán de hacerlo conjunto, atendiendo a intereses de ambos lados bajo el pretexto de que todos perseguimos el fin común de mejorar la sanidad pública en Navarra y disponer de los profesionales sanitarios donde la demanda mayor lo exige, y nos hemos encontrado con que no han hecho nada de esto y, no solo eso, han decidido hacer pública una versión del documento que ni siquiera es la versión que se maneja actualmente porque otros grupos sí que la han trabajado con nosotros, y que, insisto, sigue siendo un borrador.

¿Dónde está el límite? ¿Hasta dónde vamos a llegar? ¿Dónde ha quedado la responsabilidad política de los representantes de la ciudadanía navarra que nos obliga a trabajar por el bien común, a colaborar en cuestiones trascendentales como es la salud y a ayudar para que todo vaya mejor? ¿Dónde está esto? ¿Se va a recuperar? ¿Va a valer todo en el año y medio largo que nos queda antes de las elecciones con el fin de rascar votos donde se pueda a cambio de ser desleal y demostrar que, en este caso la salud, no interesa más que el voto?

No sé las respuestas a estas preguntas, y tampoco sé si me gustaría conocerlas. Solo sé que no voy a transformarme en eso. Trabajo en un Departamento de Salud que tiene que dar respuesta a las necesidades de la ciudadanía, que tiene que trabajar por mejorar cuestiones clave como la accesibilidad, que debe ser responsable con los recursos y dedicarse en cuerpo y alma en mejorar, no en entrar en batallas políticas. Y eso vamos a seguir haciendo, aunque por el camino nos encontremos obstáculos que no hacen más que evidenciar que algunos solo quieren ganar votos a toda costa. Pero creo firmemente que no puede ser a costa de salud.

El autor es consejero de Salud del Gobierno de Navarra