Banyuls-sur-Mer, una escapada dos días al pueblo pesquero más desconocido del sur de Francia
Al pie de los Pirineos Orientales, al borde del Mediterráneo y rodeada de vides a punto de ser vendimiadas, esta joya de la Côte Vermeille francesa
En numerosas ocasiones, la fama o el glamour de algunos pueblos o ciudades ensombrece a otros cercanos que los turistas suelen ignorar. Pero también suele ocurrir que muchos de estos rincones que pasan desapercibidos son en realidad joyas escondidas que se convierten en grandes descubrimientos para el viajero que elige salirse de las vías principales y explorar carreteras locales y secundarias. Esta es la forma de conocer y visitar Banyuls-sur-Mer, en plena Côte Vermeille (Costa Bermeja), en el sur de la Francia mediterránea.
Relacionadas
Por motivos históricos y de vecindad, las localidades de Collioure o Argelès-sur-Mer atraen a los visitantes que se animan a cruzar los Pirineos desde Portbou. Por regla general se suelen saltar el desvío hacia la villa marinera de Banyuls-sur-Mer, localidad que reúne en su entorno viñedos colgados de las colinas, playas de agua cristalina y un entramado urbano fuertemente mediterráneo a la sombra de la cordillera pirenaica.
Llegar en tren
Aunque lo más común es llegar en coche, está solo a una hora de Figueres, en Girona, no hay que descartar la posibilidad de hacerlo en tren, ya que está a dos horas desde Barcelona vía Perpignan, o desde Girona con transbordo en Portbou.
De todas formas, la aproximación por carretera a Banyuls-sur-Mer es una aventura en sí misma para quienes disfruten de la conducción, ya que la carretera se ajusta a la orografía y cada curva supone un descubrimiento. Además, va preparando al viajero para el paisaje en el que se enclava Banyuls-sur-Mer, mar y viñedos en terraza.
La costa
Ya en el centro del pueblo, lo primero es recorrer el paseo marítimo hasta llegar a la playa de Fontaulé, que los locales también llaman plage Centrale. Al igual que muchas de las playas de esta costa, y de la Costa Brava, es de pequeñas piedras, de guijarros. Desde este punto se pueden ver los populares soportales, unos arcos que sostienen la carretera que sale del casco urbano y bajo los cuales se puede pasear.
Cuatro pueblos por los que perderse en la Aquitania francesa
Siguiendo la costa, se llega hasta la cala de Osoral. Aunque de gran belleza y tranquilidad, se prodigan las advertencias sobre lo difícil de su acceso y las recomendaciones de llevar un calzado adecuado. Un antiguo cañón espera al audaz excursionista.
Quienes prefieran rincones para toda la familia, hacia el norte encontrarán las playas de Elmes y Grandes Elmes y, alejándose por la costa hacia el sur, la de Peyreffite, algo más salvaje.
Este arenal, compartido con la vecina Cerbère, cuenta con una senda submarina para practicar esnórquel y descubrir la vida de los fondos rocosos mediterráneos. Forma parte de la Reserva Natural Marina de Cerbère-Banyuls, 650 hectáreas de mar entre ambas localidades.
Senderismo interior
Para los que eligen la opción de montaña ante la clásica disyuntiva vacacional, las rutas de senderismo se muestran en todo su atractivo. Son la perfecta conexión entre la costa y el interior de Banyuls. Las rutas varían en altitud y dificultad según la zona y el paisaje. Como destinos, la capilla de Notre Dame de La Salette, un excelente mirador panorámico en lo alto del pueblo, y el espectacular Cap de l'Abeille, pueden considerarse los más habituales y atractivos.
En el casco urbano, una de las primeras visitas puede ser el Biodiversarium, junto al puerto deportivo de Banyuls-sur-Mer, una iniciativa que une el viejo acuario con las del Jardín Mediterráneo de Mas de la Serre para exhibir la riqueza natural de los Pirineos Orientales.
Después queda callejear por las estrechas y multicolores calles de esta villa y encontrar diferentes edificios como la pequeña capilla de Notre-Dame de La Salette, la iglesia de la Rectoria, la iglesia de Saint-Jean-Baptiste o el propio ayuntamiento.
El escultor Aristide Maillol
Uno de los grandes tesoros patrimoniales de Banyuls-sur-Mer y orgullo de sus vecinos es el escultor local Aristide Maillol. Además del Museo Maillol, el caserío donde trabajó el artista durante los últimos años de su vida, a cuatro kilómetros del pueblo, en el valle del Roume. En su jardín se encuentra su tumba, junto a una de sus principales obras, la escultura de mármol Mediterráneo, quien convirtió su tierra de nacimiento en musa.
Pero para conocer la obra de este artista no hace falta salir de Banyuls. Entre las que adornan el casco antiguo destacan el Monument aux morts, la Jeune fille allongée, en el paseo del puerto deportivo; y la Île de France sans bras y L’action enchaînée sans bras, ubicadas ambas en el paseo marítimo frente a la playa de Fontaulé.
Además, en la parte alta del pueblo junto a la playa se alza Cap d’Osna, el antiguo barrio de pescadores donde Aristide Maillol pasó gran parte de sus días. De él parte el circuito Tras las huellas de Aristide, que lo recorre hasta desembocar en la plaza Bassères.y va describiendo la vida y parte de la obra del escultor