La Semana Santa ya ha terminado, la primavera ya va mediada y el buen tiempo empieza a asentarse. Ya huele a verano y con él llegan las principales vacaciones del calendario laboral.
Por ello ya son muchos los que empiezan a pensar en un viaje, en una salida larga para alejarse de la rutina diaria y disfrutar de unos días de sol, playa o monte o gastronomía más allá de nuestras fronteras, bien de la comunidad o del país.
En estos viajes de toda la familia van incluidos nuestros animales de compañía, especialmente si son perros. Pero no siempre es posible, bien porque en destino no admitan perros bien porque nuestro compañero de piso no pueda desplazarse, como ocurre con la mayoría de exóticos.
Entre las soluciones, más allá de pedirle a un conocido que se pase por nuestra casa para vigilar que todo vaya bien y darle la comida, se encuentran las residencias para mascotas, que ofrecen todo lo necesario para nuestros animales. Son espacios con la infraestructura necesaria para garantizar los mejores servicios. Además ofrecen una atención especializada que en caso de exóticos que no está al alcance de voluntariosos conocidos.
Consulta con tu veterinario de confianza, ya que algunas clínicas y hospitales ofrecen este servicio y él te podrá orientar.
A la hora de elegir dónde se queda nuestra mascota en una especie de campamento de verano debemos tener en cuenta varios aspectos. El de su bienestar se da por supuesto ya que son lugares especializados y profesionales.
De entrada hay que saber que se pueden encontrar residencias especializadas para perros, para gatos o para animales exóticos. En todas ellas, y en función de sus carácter y estado, nuestros amigos podrán relacionarse con sus iguales además de estar bien atendido.
Antes de decidirse por una u otra, hay que tener en cuenta cuales son las necesidades de cada animal y en función de ellas valorar los siguientes:
Además de esto, que es lo general, lleva apuntadas todas tus dudas e indicaciones, tú eres el que conoces a tu mascota y cuáles son sus peculiaridades.
La verdad es que la mayor parte de las veces solo se piensa en este servicio cuando llegan las vacaciones, que es algo común a la mayoría, pero después cada cual tiene su propia vida y sus circunstancias. Por ello quizá recurrir a una residencia puede ser una buena solución en otros momentos.
Puede surgir la necesidad de un viaje, por el motivo que sea, y quizá no sea oportuno o adecuado llevártelo contigo. Un traslado por trabajo puede merecer la pena que vaya contigo, pero otro por motivos familiares y pocos días puede que no.
Puede haber una razón sanitaria y el animal necesitar una atención extra que no puedes darle, un tratamiento largo que haya que mantener a pesar de que haya superado la enfermedad y tu rutina habitual te impida administrárselo debidamente. Una residencia te puede ayudar a garantizar una atención sanitaria adecuada.
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