El 'limoncito' vuelve a burbujear
Mientras los científicos tratan de recuperar, mediante la clonación, especies desaparecidas como el mamut, el mundo del refresco vive una resurrección más sencilla y mundana, pero no menos importante para los nostálgicos de las sensaciones perdidas décadas atrás. La multinacional CocaCola ha traído al mundo nuevamente la bebida de naranja y limón Schuss, nacida a principios de los 50 en Guipúzcoa, cuyo éxito se extendió por el Estado español hasta su desaparición a mediados de los años 70, a consecuencia de la fuerte competencia surgida en esa época.
El clon de Schuss, elaborado por Norbega (embotellador y distribuidor de CocaCola para la zona norte, incluida Navarra y situado en Galdakao), recupera las características del original, con un sabor ácido y refrescante, así como una composición menos azucarada que el resto de este tipo de bebidas, "muy fácil de mezclar" con otros líquidos, como el vodka. En la botella tampoco falta el popular logotipo del limoncito, que, décadas atrás, daba la bienvenida en la entrada de muchos bares a través de las chapas publicitarias. El limoncito sonrió por primera vez a finales de los años 50, cuando la familia Beristain de Donostia elaboró un refresco de limón en su fábrica de sifones y gaseosas familiar, situada en Pasaia, concretamente en Trintxerpe.
El agua se traía de un manantial situado en el barrio de Altzibar en Oiartzun, a la que se añadía azúcares, anhídrido carbónico y extractos de limón importados de Francia. Nació así una popular bebida de intenso sabor a cítrico y un equilibrado dulce, cuya refrescante sensación se popularizó con velocidad, primero en Guipúzcoa y luego en el resto del Estado español. La afición de los Beristain al esquí dio nombre a la limonada: Schuss, que en el argot del deporte invernal significa esquiar rápidamente en línea recta. El popular limón sonriente tocado con un gorro blanco nació de las habilidades para el dibujo de uno de los propietarios.
La distribución comenzó por los puntos más cercanos al puerto pasaitarra, aunque la fama del refresco comenzó a saltar de pueblo a pueblo, de manera que, según recuerda uno de los ex propietarios de la marca, Matías Beristain, la fábrica rendía a plena actividad las 24 horas del día durante la década de los 60. De hecho, la desbordante demanda de este refresco empujó a los dueños de Schuss a desplazarse a una nueva planta embotelladora situada en la zona industrial de Molinao, en Pasai Antxo.
Además, al refresco de limón se le unió otro hermanito, en versión naranja y, años más tarde, nació un tercero de tónica, denominado Schottis. El imparable ascenso del refresco se topó, sin embargo, con un obstáculo insuperable: su éxito arrinconó a Orange Crush, una bebida similar, cuyos propietarios entendían que su competidora había llevado a los consumidores a confusión por el parecido fonético de los nombres. Los tribunales fallaron a favor de Orange Crush, a lo que se agregó la aparición de otros refrescos comercializados por multinacionales. Pese a todo, los Beristain se propusieron mantener el negocio y, para ello, se fusionaron con Gaseosas La Pitusa, enclavada en Oiartzun.
Pero ya no remontó el vuelo y murió en la década de los 70, momento en que Norbega se hizo con los derechos de explotación de la marca. Ahora ha decidido resucitarla, tras concluir que existe una potencial clientela, amante de bebidas con carácter, menos dulzonas y un toque ácido más pronunciado. Ahora, CocaCola, que ya el pasado año comenzó a distribuir una gaseosa bajo el nombre de Schuss la tercera más vendida del Estado español, prevé comercializar un millón de botellas durante este año a través de bares, cafeterías y restaurantes.
Las botellas, de 200 centilitros, se canalizarán, en primer lugar, por Guipúzcoa, Vizcaya y Álava. Posteriormente, durante el próximo otoño, se pondrá a disposición de los consumidores de Navarra, Burgos La Rioja y Cantabria. CocaCola se plantea alcanzar una cuota de mercado dentro de este segmento cercana al 20%.