El desarrollo de la tecnología en los últimos años ha sofisticado la seguridad de los coches, dificultando mucho la tarea de los revientacoches que al fin y al cabo es de lo que se trata. Pero ellos también van adaptando sus técnicas para poder sortear los sistemas antirrobo y entrar en los coches.

La mayoría ha entrado al combate tecnológico, pero hay otro grupo que ha optado por métodos más artesanales, por explotar el factor humano. Son ejemplos de como crear una distracción o como buscar una puerta de atrás para desviar la atención del dueño del coche para llevárselo o arramblar con lo que haya en su interior.

Son tres ejemplos de los que se ha tenido noticia en los últimos meses, pero no son los únicos y la principal lección que hay que aprender de ellos es no bajar nunca la guardia, por mucho que nos llame la atención algo.

El truco de la botella de plástico

En la redes sociales el aviso sobre este sistema se ha convertido en viral. A veces una artimaña sencilla es lo más eficaz para burlar la seguridad. Una simple botella de agua, de refresco o de aceite basta para robar un automóvil.

Es una trampa de lo más sencilla. Mientras el automóvil esta aparcado, los cacos encajan una botella de plástico entre una de las ruedas del lado del copiloto y su correspondiente paso de rueda. Cuando el conductor se acerca al coche lo hace por su lado y lo normal es que no se dé cuenta de la añagaza.

Cuando arranque y se ponga en marcha, oirá un ruido extraño que le hará detenerse y bajarse a ver qué pasa. La trampa está abierta.

El susto hace que el propietario se baje dejando el motor en marcha y sin cerrarlo. Es el momento que los delincuentes esperan. Aprovechando que la víctima está en el lado contrario se cuelan en el interior y se llevan el coche o arramblan con lo que haya dentro. A ellos no les importa los ruidos que haga el coche.

La recomendación, no se debe abandonar el coche dejándolo abierto y con las llaves puestas.

El truco de la lata

Es el hermano del anterior, otra versión con el mismo principio de hacer bajar al conductor del coche con prisas y alarma.

Este es tan simple como colgar una lata del parachoques trasero cuando esté aparcado, como si fuera el coches de unos reciuén casado de una película americana.

Como en el caso anterior, el ruido al ponerse en circulación atraerá la atención del conductor, que se bajará a investigar.

Aquí se repite el patrón: el malo se cuela en el coche para llevárselo o para hacerse con cuanto esté a la vista. Para cuando el asaltado reacciona, el caco ya ha salido corriendo.

El consejo, repasar que no haya nada raro en el coche a medida que se vaya acercando. Como siempre, precaución antes y después.

El truco de la moneda

También por la redes se ha difundido esta técnica, que aunque es sencilla, solo es apta para prestidigitadores muy hábiles. Se trata de colocar una moneda, o algún otro objeto que haga de cuña, en la manilla de una de las puertas de manera que aunque se cierre el coche, esta permanezca abierta.

Se suele aprovechar que el coche circula despacio o que está realizando maniobras de estacionamiento para colocar la moneda. Lo más normal es que suceda en estacionamientos poco iluminados o en lugares donde haya muchos peatones que escondan a plena vista al ladrón.

Cuando el propietario cierra el coche con el mando el circuito parece funcionar y cerrar las puertas, pero la que se encuentra trabada permanecerá abierta. Además, a la alarma, en el caso de llevarla, tampoco se activará.

En cuanto se aleje el amo de la llaves, el mago de la moneda accederá con tranquilidad para llevarse lo que quiera, tanto el coche como parte de su contenido.

Una vez más: precaución. Hay que asegurarse de que el coche no se queda abierto probando las puertas o haciendo una pequeña ronda antes de alejarse.