La ONU, esa nada - Dos no se pelean si uno no quiere. Qué gran mentira. Ucrania no tenía la menor intención de pelearse con Rusia. Sin embargo, no le ha quedado más remedio que defenderse, incluso sabiendo que tiene todas las de perder. El monstruo es demasiado grande y poderoso. Además, lleva lustros preparándose para esto ante la modorra del resto del mundo y, especialmente, de sus entidades supuestamente representativas, que no se enteran de la misa la mitad. "En lo más profundo de mi corazón nunca creí que Putin cumpliría su amenaza", se mesaba los cabellos Antonio Guterres, secretario general de esa nada entre dos platos que llamamos ONU. Tres siglas, tres mentiras. Ni naciones, ni organización, ni mucho menos, unidas. Son solo señoritos con zapatos de seis mil euros que se rasgan las vestiduras un par de minutos antes de trajinarse un Chivas Regal de, como poco, 20 años. Ni ellos ni nadie de su familia derramará una gota de sangre. Y aunque el litro de gasolina se ponga a treinta leureles, podrán llenar el depósito todas las veces que se les antoje.

Vergonzosa UE - Tampoco es mucho mejor lo que se puede decir de la Unión Europea. No hay palabras para glosar la más dura de las sanciones anunciada por el pan sin sal Josep Borrell. La expulsión de Rusia de Eurovisión. Si no fuera para llorar un río, sería para descuajeringarse de la risa. Sobre todo, porque ahí tenemos la medida exacta de lo que se puede hacer contra un psicópata al mando de una brutal maquinaria de destrucción: absolutamente nada. Como decía ayer Pérez Reverte (y ya me joroba darle la razón), esta indignación de plexiglás dará paso dentro de no demasiado a una negociación sobre hechos consumados que se nos presentará como "la consecución de la paz". Allá cuidados con los centenares o miles de ucranianos muertos enfrentándose con el palo de una escoba o a pedradas contra unos invasores profesionales del matarile y equipados con la tecnología más avanzada para despanzurrar al que les salga al paso.

No a la OTAN -Por desgracia, estas instituciones cagonas representan al milímetro a la flor y nata de nuestros contumaces denunciadores de injusticias. Hay que ser muy mierder para manifestarse contra la salvaje invasión de Ucrania al grito de "No a la OTAN", como ocurrió el viernes en Madrid. Lo terrorífico e ilustrativo es que la convocatoria venía firmada por Izquierda Unida, partido que forma parte, aunque sea a título de excrecencia, del gobierno español. Mientras, en Moscú, valientes de verdad se jugaban la vida denunciando al auténtico matón.