Su último destino como corresponsal ha sido Estados Unidos, donde de sus cinco años de estancia ha surgido también un libro: Las grietas de América. El navarro Mikel Reparaz es una de esas personas que nos hace comprender qué, cómo y por qué ocurren determinados sucesos en el mundo y cuáles son los retos a los que nos enfrentamos.

¿Qué hace un corresponsal viajero como usted varado en tierra fija?

Estaba en Estados Unidos, decidí volver y me di de bruces con la pandemia, que me ha mantenido recluido en la redacción de ETB. Es cierto que pude volver a EE.UU. para las elecciones, también que pude contar desde allí todo lo que ocurrió durante la toma del Capitolio, y que estuve en la toma de posesión de Biden.

Un país sorprendente que está dejando al mundo con la boca abierta.

En Estados Unidos se ha abierto una nueva era con Biden. Tendremos que ver qué es lo que ocurre con estos nuevos tiempos, porque es muy pronto para arriesgarnos a decir por dónde va a tirar el país.

¿Cuál es su cometido en la redacción de ETB?

Coordinar la sección de Internacional y repartir juego. Ahora toco menos el balón, pero mi vocación, y también mi intención, es seguir contando la información desde el terreno donde se juega cada partido.

¿Echa de menos las corresponsalías?

Son un trabajo muy diferente a estar en la redacción. Aquí tienes una dinámica de trabajo parecida todos los días. Trabajas en equipo y eso tiene sus cosas buenas y sus cosas malas.

¿Le gusta más el trabajo en solitario, más individualista?

Es a lo que estoy acostumbrado. Está claro que en una corresponsalía mi trabajo era mucho más individual que el que hago ahora, pero el caos también es mucho mayor. Todo es bastante más impredecible. Sabes cómo empiezas el día, pero no cómo lo vas a acabar. Tiene sus cosas malas y buenas, pero a mí ese punto de caos me da muchísima energía.

Y a estas alturas Nueva York, que para la mayor parte de la gente es sorprendente, para usted sería como un libro abierto.

Pues no. En estos cinco años que he estado allí puedo decir que cada día, siempre, había algo que me sorprendía. Se echa de menos ese ritmo. Aquí tienes cosas buenísimas, el hecho de estar más cerca de la familia y de los amigos es muy atractivo y me ha venido muy bien, pero pienso que aquello tiene hasta un punto adictivo.

¿En cuántos países ha estado?

No llevo la cuenta. He trabajado en cuatro continentes, durante toda mi carrera he viajado por todo el mundo y he hecho temas muy diferentes, siempre vinculados a la información internacional. Como corresponsal he tenido dos bases: Bruselas y Nueva York.

¿Que le llevó a convertirse en periodista en modo Phileas Fogg y viajar por el mundo?

Cada uno tenemos una motivación para ser periodistas. Unos quieren serlo para contar historia, otros quieren especializarse en alguna sección... Y ¿yo? Pues no lo sé. Llegué al periodismo a través de la literatura, porque a mí me gustaba mucho escribir, y viajar fue otra de mis grandes motivaciones para hacerme periodista. Siempre he tenido mucho interés por conocer otros países y nuevas culturas. Fue lo que me hizo tomar un día la decisión de matricularme en Periodismo.

Pero habrá aplacado ya el ansia de viajar...

¡Qué va! Por suerte, sigo teniendo ese interés. La llama sigue bastante fuerte, bastante viva. Me gustaría continuar conociendo más lugares y rincones del mundo a los que aún no he llegado. Hablar con personas que no pertenecen a tu entorno es muy enriquecedor. Es algo que te lleva a tomar decisiones en tu vida.

¿Duras?

Necesarias. Una de ellas fue llevarme a toda la familia a Estados Unidos. No lo sé explicar bien, es algo que siempre he llevado dentro. Ya digo que viajar fue una gran motivación para hacerme periodista.

Ha saciado su pasión de escribir publicando un libro: Las grietas de América

Lo publiqué el año pasado, es el primero que escribo, y para mí ha sido una satisfacción enorme publicar algo más profundo y más extenso sobre un tema.

¿La televisión limita mucho los contenidos de la información?

Por supuesto. Casi toda mi carrera la he pasado trabajando para medios audiovisuales, para la radio y para la televisión. En estos medios, lo más importante es la capacidad de síntesis. Tienes que contar en poco tiempo historias muy complejas y con claves muy claras. En la facultad nos decían que un periodista, de lo que sabe, tiene que contar el 10%. Hablas con mucha gente y luego solo puedes contar la parte más sintética de la noticia. Es algo que siempre me ha obsesionado.

Y se ha explayado en el libro.

Para mí, haber sido capaz de hilvanar una historia con más calma y más matices ha sido una satisfacción tremenda. Eso también ha pesado. Los periodistas cada vez contamos todo más rápido, cada vez utilizamos menos caracteres. Las redes sociales también nos llevan a la brevedad.

Se ha tragado toda la era Trump como corresponsal...

Llegué con Obama. 2013 era el final de su era y me tocó el cambio, la llegada al poder de Trump.

Una locura de presidente, que parecía más un integrante de un club de comedia.

Pero era realidad. La era Trump cambió la imagen del país.

¿Y cambió también al país?

Podría verse así, pero lo que hizo fue llevar a la superficie aspectos que siempre habían estado ahí y que, de alguna forma, los estadounidenses se habían encargado de ocultarlos. Hay muchos tabúes, muchísimo lenguaje políticamente correcto, pero de un día para otro, y con la llegada de Trump, muchos aspectos de ese país, como eran las expresiones supremacistas, se convirtieron en algo aceptable.

¿Trump se convirtió en el detonante?

Se puede decir así. La imagen que teníamos de Estados Unidos se transformó y salió a la luz otra cara diferente. El epílogo de esa nueva imagen fue la toma del Capitolio. Ese acto fue algo que ni el mejor guionista de Netflix o de HBO podía haber ideado. Había unos personajes increíbles que parecían sacados de una ficción extrema y distópica. Era imposible creer que estuviera ocurriendo aquello en el país que se había considerado la primera democracia del mundo y un referente para todas las democracias liberales.

¿Se han superpuesto las dos caras de un mismo país?

Trump ha sacado a la superficie otra América, desconocida para la mayoría del mundo. Es otro país que se ocultaba en los agujeros de las cospiranoias.

¿Y eso es lo que queda explicado en su libro?

En Las grietas de América trato de explicar de dónde viene esta polarización, esta ruptura de la imagen. Ahora mismo, en Estados Unidos hay dos países paralelos que ni se comunican ni se ven entre ellos.

Aunque Biden ha ganado las elecciones.

Pero la mitad de la gente piensa que Biden es un presidente ilegítimo y que Trump debería ser el que mandase. Hay dos relatos paralelos.

¿Qué ha sido de Trump? Porque parece desaparecido.

Ha tenido un apagón en las redes sociales, y esa presencia pesada y continua que teníamos de Trump, una presencia en redes de la que dependíamos todos los periodistas, ya no existe. Pero no, no ha desaparecido, él vive en su palacio de invierno en Florida. Trump y el trumpismo siguen muy activos.

Así que no nos lo hemos quitado de encima.

Me temo que no. El trumpismo sigue muy fuerte dentro del partido Republicano. Ha sobrevivido a dos juicios de investigación. Los republicanos tuvieron la oportunidad de apuñalar al César y no lo hicieron. Saben que el partido depende de esa nueva ideología, del nacionalpopulismo.

¿Miedo?

Sí. Muchos congresistas saben que Trump puede acabar con ellos y por eso él sigue a lo suyo.

¿Qué análisis podemos hacer del mundo? ¿Dónde están los puntos más calientes del planeta?

Algunos puntos llevan calientes casi desde siempre. Hemos visto hace poco la cumbre entre Biden y Putin, pero hay otro polo y va a ser muy importante en la geopolítica mundial: China. De esto son muy conscientes Estados Unidos y Europa. Hemos visto cómo la OTAN calificaba de riesgo al gobierno y al ejercito chinos. Oriente Medio, por su parte, sigue siendo el lugar donde no hay ninguna solución a día de hoy. Incluso con el nuevo gobierno de Israel parece que las cosas no mejorarán. Otro punto calientes es la migración, los movimientos demográficos que van a definir el mundo, los de África hacia Europa y los de Centroamérica hacia Estados Unidos.

Y también está el reto del cambio climático.

Ese es nuestro reto común. Si no se toman medidas pronto puede ser uno de los grandes problemas, para los ricos y para los pobres.

PERFIL

Edad: 46 años.

Lugar de nacimiento: Arbizu (Navarra).

Trayectoria: Es periodista especializado en información internacional. De pequeño coleccionaba sellos y dibujaba mapas; después, siendo aún estudiante, vivió de cerca los últimos coletazos de la guerra de los Balcanes. Ha dedicado su vida profesional a viajar. Lo ha hecho para los medios del grupo EITB como corresponsal en Bruselas y como enviado especial a elecciones, conflictos y procesos de paz en cuatro continentes. Su último destino ha sido Nueva York, donde ha vivido durante cinco años. En sus viajes por EE. UU. Ahora es el coordinador de información internacional en ETB y ha cubierto las últimas elecciones estadounidenses. Es autor de un libro sobre este país.