Adrián Chico Fernández, leonés de 37 años y que ejerce como guardia civil en el puesto de Lekunberri desde enero de 2020, aprovechó el pasado domingo para acercarse a Donosti a pasar un día en la playa con la familia y unos amigos. Era un día de calor potente y el arenal estaba repleto de bañistas. Por la tarde, mientras preparaba la merienda de sus hijos -un chico de 5 y una chica de 8- los gritos de una mujer le sobresaltaron. Pedía ayuda desesperadamente. Adrián se incorporó, echó la vista mar adentro, y en una zona cercana a las rocas, a unos 200 metros de la orilla, vio un cuerpo que flotaba en el agua.

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El agente, que desde hace dos décadas cuenta con el título de Socorrismo y Auxilios Acuáticos, se lanzó al mar, en ese momento con fuerte oleaje y resaca, y llegó a la altura del cuerpo. Era una mujer, que se encontraba en posición decúbito prono, boca abajo, en el agua y con síntomas de tener ya los pulmones encharcados.

Adrián lo recuerda así: “Lo único que tenía en la cabeza era la convicción de que había que sacarla rápido de allí. La mujer estaba inconsciente, con la cara amoratada, le tomé el pulso en la carótida y tenía muy poquito, y le introduje los dedos índice en la boca para limpiarle, por si se había tragado algún alga. Estaba en parada cardiorrespiratoria. En ese momento, casi no hacíamos pie en la zona pero lo importante es que la mar golpeaba fuerte contra las piedras y había riesgo de que se golpeara. En ese momente tenía la pequeña corazonada de que se podía salvar si la remolcaba rápido y me echaban un cable”.

Playa de Ondarreta, repleta este verano. Foto: Iker Azurmendi

Así que Adrián remolcó a la mujer a contra oleaje no sin esfuerzo. “La mujer tenía peso y el mar venía fuerte, pero por suerte conseguimos sacarla de allí. Al final llevas esto en la sangre y, aunque hay que medir mucho el riesgo, estaba convencido de que se podía”. Enseguida recibió la ayuda de otros jóvenes que remontaron el cuerpo hasta la arena. Y allí, por las casualidades azarosas de este tipo de milagros, aparecieron tres mujeres que contribuyeron decisivamente a la mujer. Eran otras tres turistas -una auxiliar, una enfermera y una anestesista- que tomaron el mando de la situación.

Adrián, junto a agentes de la Ertzaintza, se encargaron de acordonar la zona para proteger el salvamento y dar el aire suficiente a las rescatadoras y a las rescatadas. “Al llegar a la arena coloqué a la mujer en posición lateral, con una pierna extendida y otra flexionada, y aparecieron estas tres chicas que además tenían un tubo de Guedel para evitar que se tragara la lengua. Lo hicieron fenomenal, la intentaron estabilizar pero la mujer pasó un momento crítico, porque empezó a hiperventilar, con 190 pulsaciones por minuto. Entró en una curva de riesgo alta de poder fallecer, pero consiguieron estabilizarla un poco. Llegaron entonces los servicios de Emergencias y la subimos en la camilla, con esa estabilización mínima pero suficiente”.

CON TÍTULO DE SOCORRISTA Y SU SEGUNDO RESCATE AL LÍMITE

El agente, que recuerda que hace unos años también rescató a una niña de 7 años que se había quedado bloqueada en un acantilado y a la que sacó remando, ha podido conocer la evolución favorable en la situación médica de la rescatada. “Se encuentra estable y parece que va a salir adelante. Por lo que nos han comentado, la mujer vive en una residencia de la zona y pudo bajar a la playa por las escaleras más cercanas a la zona rocosa, frente a las pistas de padel. Es posible que como había resaca, se resbalara en alguna piedra en un pequeño accidente y perdiera el conocimiento. De hecho, las sanitarias constataron que tenía las pupilas dilatadas que es un signo de que podía haberse golpeado contra algo. Ahora lo importante es que ha salvado la vida y se va a recuperar. Hay que agradecer la labor de esas chicas también, que hicieron todo lo que estaba en su mano por sacarla adelante. Y recordar que siempre hay que tener respeto al mar, esa máxima no hay que perderla de vista”.