El rosa se entiende como un color femenino, vibrante y que da luz en lo más hondo de la oscuridad, justo cuando aparece ese leve dolor en los senos, una bulto que no debería estar en el cuerpo y un inesperado diagnóstico que se clava en el pecho. Después, llegan el miedo por lo que está por venir, las cicatrices –visibles e invisibles– y la fragilidad de la vida. Y, de pronto, todo para. A pesar de estar asustadas, regresan las risas, el brillo de los ojos con un toque de esperanza y la fuerza con la que muchas mujeres luchan en su día a día. Vuelve el color rosa y, con él, la figura de una mujer resiliente, que lucha a pesar de todo. En 2024, se han diagnosticado 36.395 nuevos casos en el Estado. Se trata de una cifra muy alta que hace a la gente consciente de que esta realidad puede estar más cerca de lo que parece. Por eso, la asociación Saray ha congregado esta mañana a una marea rosa de 12.000 participantes para recorrer las calles de Pamplona a través de la XIII Carrera Solidaria contra el Cáncer de Mama.

Con sus dorsales y camisetas, los corredores, ciclistas y caminantes esperaban a que la carrera empezara. En su cabeza se dibujaba la imagen de una mujer que ha sufrido o que está pasando por esta enfermedad: una madre, una hija, una amiga, una conocida o una misma, que se anima a seguir luchando por ella y por todas aquellas con las que comparte una parte de su historia. Nerea Huarte, vecina de Arre de 47 años, pasó dos veces por un cáncer de mama y desde 2009 se apunta a todas las carreras para apoyar la causa que ha marcado su vida. “Para mí, esto es muy emocionante y muy importante. Motiva saber que no he estado sola en esta enfermedad”, ha señalado.

Por otro lado, Ana Ariztegi, pamplonesa de 27 años, comenzó a participar en carreras solidarias después de que a su madre le diagnosticaran leucemia. “Cuando supimos que existía también una carrera en la que se recaudaban fondos destinados a la lucha por el cáncer de mama, no dudamos en participar. Nuestro objetivo es ayudar a mujeres que están pasando por esta dura realidad y contribuir económicamente a que pueda haber más investigaciones contra el cáncer”, ha reconocido la joven.

Sin embargo, no todos los corredores se acercaron por honrar a las mujeres diagnosticadas que les han tocado de cerca, sino que “hoy corremos por ellas porque mañana nos puede pasar a nosotras”, ha comentado una de las participantes. Su amiga Ana Payo ha añadido que este tipo de carreras solidarias constituyen un “altavoz con el que muchas mujeres se dan cuenta de que no están solas. Remamos y luchamos juntas para que llegue el día en el que no tenga detrás una enfermedad”.

De izda a dcha, Begoña Adot, Sara González y Sandra González. Izaro Díaz

En esa misma línea, Begoña Adot, –acompañada cada año por uno de sus perros, Káiser, Thor y Zeus– participa en esta carrera desde que se inauguró hace 13 años. “Por esta enfermedad podemos pasar todas, así que lo justo es que les apoyemos”, ha comentado. Por otro lado, las hermanas Sara y Sandra González han ido acompañadas por su perra Bibi –de 10 años– porque Begoña les convenció para ir. “Además de contribuir a una buena causa, nos lo pasamos bien y vemos que nuestros animales disfrutan. Sin embargo, lo más importante es apoyar la lucha contra el cáncer siempre que se pueda; porque nos puede pasar a todas”, ha señalado. Por esta razón, Sara ha animado a la gente a que “si no puede venir, que siga comprando el dorsal y la camiseta porque lo más importante es que haya recursos suficientes para que esta enfermedad deje de existir y atormentar a tantas mujeres”.

Otros de los participantes han interpretado la carrera como una promesa que le hicieron a su pasado. Iker Elizari, de 23 años, no solía “empatizar” con este tipo de causas y, de hecho, “decía que eran un incordio porque se cortaban todas las calles del centro”. Sin embargo, cuando su tía Marisa falleció después de haber pasado por dos cánceres de mama, Iker comprendió la solidaridad de este tipo de acciones. “Aunque no tenía el físico para correr, mi tía siempre compraba los dorsales de esta carrera para contribuir con la causa y ayudar a la investigación. Después de cinco años sin ella, me he dado cuenta de que yo tendría que haber colaborado desde que nos anunció que padecía esta enfermedad. Ahora solo espero que mi ayuda valga la pena y que cada vez hayan menos casos de cáncer de mama”, ha finalizado.