El 5 de octubre de 2017 The New York Times destapó el amplio historial de abusos sexuales de Harvey Weinstein, encendiendo la llama del movimiento #MeToo (#Yo también), que cumplió el viernes su primer año en plena actualidad.

Las informaciones del Times, de la revista New Yorker y de otros medios posteriormente, unidas a los testimonios de víctimas y al poder de las redes sociales, han sacado a la luz un problema que se había mantenido silenciado y han obligado a rendir cuentas a decenas de nombres conocidos de la cultura, la política y los negocios en Estados Unidos.

Hace solo doce meses, Weinstein era uno de los hombres más poderosos de Hollywood, a pesar de que su actitud con las mujeres era un secreto a voces en el mundillo. Hoy, despedido de su propia empresa, está en libertad bajo fianza a la espera de un proceso que podría enviarle durante años a la cárcel.

“Hace dos décadas, el productor de Hollywood Harvey Weinstein invitó a Ashley Judd al hotel Peninsula de Beverly Hills para lo que la joven actriz creía que iba a ser un desayuno de trabajo. En su lugar, la llamó a su habitación, donde apareció en un albornoz y le pidió si podía darle un masaje o mirar cómo se duchaba”.

Así arrancaba la información de The New York Times que terminó con la carrera de uno de los cineastas más influyentes de las últimas décadas, cuya mano está detrás de cintas clave como Pulp Fiction o El indomable Will Hunting y que tenía conexiones en las más altas esferas, incluida la política.

El diario recogía los testimonios de varias mujeres que acusaban a Weinstein de abusos sexuales y describía en detalle la cultura del silencio que había impuesto a su alrededor y sus artimañas para protegerse.

Y es que Weinstein ha sido acusado por varias mujeres, entre ellas las populares actrices Ashley Judd, Uma Thurman o Asia Argento.

El productor no tardó en ser despedido de la compañía que él mismo había fundado. Poco después, fue también expulsado de la Academia del Cine de Hollywood y vio cómo las autoridades de varias ciudades abrían investigaciones en su contra, hasta terminar arrestado en Nueva York.

Apenas cinco días después de la “bomba” del Times, el periodista Ronan Farrow publicaba en la revista The New Yorker un largo reportaje en el que aún más mujeres denunciaban los abusos de Weinstein, incluidas tres supuestas violaciones.

Farrow había trabajado durante meses en la historia cuando era empleado del canal NBC, pero la televisión nunca llegó a emitir nada sobre las acusaciones contra Weinstein y posteriormente fue acusada por varios antiguos trabajadores de haber tratado de silenciar el asunto.

Hijo de Woody Allen, otro gigante del cine sobre el que pesan acusaciones de abusos sexuales, el periodista ha destapado durante el último año otros casos parecidos para The New Yorker.

Porque la ola que nació con Weinstein no se ha detenido y el movimiento #MeToo (#YoTambién, en inglés) ha animado desde entonces a miles de mujeres a denunciar abusos sufridos.

Actores como Bill Cosby, Kevin Spacey o Louis CK o políticos como Roy Moore, Al Franken o Eric Schneiderman han sido acusados y han sufrido en mayor o menor medida el impacto, perdiendo sus trabajos o, como en el caso reciente de Cosby, siendo condenados.

Un movimiento de denuncia que se amplió aún más con el nacimiento del colectivo Time’s Up (El tiempo se acabó), formado por 300 actrices que crearon un fondo de ayuda a mujeres contra el acoso sexual.

Lo que contribuyó a que la lucha contra el acosos se extendiera a gran parte del mundo, con iniciativas similares al #MeToo en países como Francia, Reino Unido o Italia y con debates sobre el tema en instituciones como el Parlamento Europeo.

Además, las acusaciones llegaron a muchos otros ámbitos fuera del cine, como el deporte, con el exmédico de la Federación Estadounidense de Gimnasia Larry Nasar denunciado por gimnastas como la campeona olímpica Simone Biles.

O los medios de comunicación, que permitieron el inicio del movimiento pero que también han estado en el centro de numerosos escándalos, con conocidos presentadores acusados como Bill O’Reilly, Charlie Rose y Matt Lauer o destacados directivos como Leslie Moonves.

En Estados Unidos, donde nació hace un año, el impacto del #MeToo sigue hoy más vivo que nunca con el tumultuoso proceso de confirmación del candidato a la vacante del Tribunal Supremo, Brett Kavanaugh. - D.N.

el acosador

Harvey Weinstein ha sido acusado por 98 mujeres de abusos y violaciones. El movimiento empezó con él, que se enfrenta a 10 años de cárcel.

el director

Woody Allen ha sido culpado por su hija de abusos sexuales. Este año sin apoyo económico será el primero desde 1980 sin estrenar film.

La pionera

Asia Argento fue la pionera en revelar los abusos de Weinstein. Denunció que fue violada en 1997 en Cannes. Tenía 21 años y él 45.

el político

Donald Trump también ha sido denunciado por abusos. Sobre #MeToo ha dicho que es “peligroso para los hombres”.

el actor

Kevin Spacey ha recibido 30 acusaciones. Todo empezó con Anthony Rapp, que le culpa de abusos a los 14 años en un rodaje.

el cómico

Bill Cosby, el padre de América, ha sido enviado a prisión por drogar y violar a una mujer en 2004. 60 más le acusan de lo mismo.

los cambios

Las cuotas. Una presencia equitativa de hombres y mujeres en puestos de responsabilidad -de poder- es una de las consecuencias del movimiento. Por ejemplo, el pasado martes el Gobierno anunciaba que impondrá cuotas de mujeres en cúpulas y cargos intermedios.

El acoso laboral. Los recientes estudios sobre acoso en el trabajo sostienen que la mujer tiene un 75% de posibilidades de ser acosada y, el hombre, un 25%. Lo que ha cambiado es el uso de la denuncia. Hasta ahora, un 80% de quienes eran acosadas jamás decía una palabra sobre el asunto.

El ‘mansplaining’. Antes de que comenzara el movimiento, era popular que las feministas se quejaran de que los hombres fueran condescendientes y les dijeran cómo hacer las cosas -mansplaining-. Ahora, muchos hombres se piensan dos veces las cosas antes de pontificar.

El piropo. El uso del halago como forma de seducción o como gesto en sí también está en cuestión. Francia aprobó en mayo multar a los hombres que silben o piropeen a mujeres en la calle.

El cortejo. ¿Cuáles son las líneas rojas de la seducción? ¿Qué se puede decir y qué no? Acercarse a otra persona con intereses sexuales está ahora lleno de dificultades. De un lado, los hombres han de no caer en tópicos y machismos. De otro, las mujeres han decidido no callar ante lo que no les agrada.

El consentimiento. Establecer de forma evidente que dos personas quieren tener una relación sexual también se ha puesto sobre el tapete. En España, el pasado julio la ministra de Igualdad, Carmen Calvo, defendió el cambio legal para que fuese delito sexual toda relación sin un expreso.

La sororidad. El hermanamiento femenino no volverá a ser igual porque, ahora, las feministas saben que funciona y que, unidas, pueden llegar lejos. Nunca antes el feminismo estuvo tan presente en la conversación social y, además, ha logrado que se superen algunas de las diferencias entre feministas.

La masculinidad. Ante un fenómeno que sitúa el problema en el uso que del poder hace el género masculino, los hombres se han visto obligados a rectificar y, a menudo, incluso a callar, sin embargo, es llamativa la presencia de políticos machistas y misóginos que aún hacen gala de ello, como Donald Trump o el candidato brasileño Jair Bolsonaro.

Hollywood. La cuna del #MeToo, Hollywood, es también su castigo. En los últimos meses ha sido una actriz referente del movimiento, Asia Argento, la que ha sido denunciada por acoso por un joven actor cuando éste era menor. Muchos otros actores y actrices decidieron dejar de trabajar con los productores y artistas acusados de acoso sexual.