Cuando me trasladó su hija Yolanda la noticia del fallecimiento de Manuel Torres, sentí un enorme pesar, una intensa tristeza, por la pérdida de una persona a la que, en estos últimos años, fruto de un estrecho contacto, había llegado a apreciar profundamente.

Varias visitas a las instalaciones de MTorres, reuniones diversas para análisis de proyectos e iniciativas, llamadas de teléfono en las que intercambiábamos opiniones, documentos y reflexiones de las que me hacía partícipe, acompañar a Manuel en ferias internacionales donde MTorres era un referente, ser testigo de su compromiso con los niños y niñas a través de la Lego League, y especialmente haber tenido el honor de contar con su visión y criterio como Consejero de Sodena, todos ellos han sido momentos, oportunidades de conocerlo de cerca y admirar todas sus facetas, tanto la personal, como la profesional. Puedo afirmar que me siento muy afortunado por haber coincidido y colaborado con él en este periodo.

Quiero destacar en primer lugar sus valores, entre los que destacaría su compromiso con una ética del esfuerzo y del trabajo, su compromiso por lo colectivo más allá de lo individual, su vocación y espíritu empresarial de largo plazo y su permanente actitud optimista ante las dificultades. Manuel Torres era un trabajador incansable, con un nivel altísimo de autoexigencia. Estaba convencido de que tenía un papel, una misión vital que era contribuir a uno de los retos claves ante los que se enfrenta hoy en día la humanidad: la lucha contra el cambio climático y la imprescindible transición energética. Una misión glocal, imprescindible desde la perspectiva planetaria, pero desde el convencimiento de que para Navarra era una oportunidad única para desarrollarse como región, y generar riqueza y empleo de calidad de forma sostenible. Una misión colectiva que no sólo era compatible, sino que estaba perfectamente alineada con la estrategia empresarial a largo plazo de MTorres.

Creía plenamente en que las empresas juegan un papel clave en el desarrollo de las sociedades, a través de la innovación, y de ese círculo virtuoso según el cual los recursos generados se reinvierten permanentemente generando más y más riqueza y empleo. Además, las dificultades no sólo no le debilitaban, sino que le espoleaban a seguir trabajando más y más manteniéndose fiel a sus principios. Recientemente hemos vivido un ejemplo de ello: la compañía ha sufrido dificultades relevantes debido a circunstancias geopolíticas ajenas, y sin embargo, Manuel ha mirado siempre hacia adelante, trabajando si cabe de forma más incansable por acelerar la hoja de ruta global que se había fijado. También en estos años he percibido la importancia que para él tenía su familia, y cómo también la familia ha sido capaz, cada integrante desde su rol, de crear un entorno sólido de apoyo y reforzamiento mutuo.

Junto con sus valores, desde el principio me ha sorprendido su creatividad, su talento innovador. Su capacidad para identificar nuevas soluciones ante retos complejos. La facilidad con la que se planteaba nuevas fórmulas, nuevas miradas para superar soluciones existentes de forma disruptiva, a veces teniendo la inspiración para aplicar conocimientos aplicados en algunos ámbitos en otros de forma original, y generando con ello ventajas tecnológicas sólidas. Una facultad que me sorprendía si cabe más en una persona en el entorno de los 80 años, en un ámbito, el tecnológico, donde los cambios y las transformaciones son tan rápidas. Sectores como el energético, la industria del papel, el aeronaútico. Lo que para Manuel era natural, innato,€ para la mayoría sin embargo es inimaginable. En esto era especialmente brillante. Y ha sido capaz de equilibrar esa creatividad impresionante con la necesidad de disponer de productos ya en fase de comercialización que generen los recursos imprescindibles para mantener y consolidar una empresa familiar líder basada en la innovación tecnológica. Conseguir ese equilibrio tampoco es evidente y MTorres ha sido capaz de hacerlo.

Cualquier región se sentiría orgullosa de tener empresarios con los valores, las capacidades y la energía de Manuel Torres. Navarra desde luego lo está. Personas con estas cualidades nos hacen mucha falta. Se merecen todo nuestro reconocimiento.

Manuel recibió la Medalla de Oro de la CEN. Para él fue un momento muy especial. Y también recibió la Cruz de Carlos II el Noble otorgada por el Gobierno de Navarra en la legislatura pasada, y me consta que también para él y su familia fue otro momento muy importante. Sin ninguna duda fue merecedor de ambos galardones.

Entre todos tenemos el reto de fomentar vocaciones empresariales innovadoras y comprometidas con el desarrollo de la región. Tenemos el reto de perfeccionar el entorno y las herramientas para que la persona que quiera ser empresaria y desplegar toda su creatividad, su energía, su esfuerzo y su ingenio pueda hacerlo, y sobre todo se sienta valorado y apreciado por la sociedad, y acompañado en los momentos difíciles.

Vivimos una época de grandes transformaciones, por lo tanto, una época de oportunidades. Una de ellas la transición energética y la lucha contra el cambio climático. Manuel Torres estaba volcado en desarrollar soluciones muy potentes en ese ámbito. Cojamos su testigo y dejémonos inspirar por él.

Manuel Torres, un ejemplo formidable de vida.