pamplona - La comisión parlamentaria que investiga el final de Caja Navarra añadió ayer un nuevo capítulo a la teoría del tsunami, esa por la que a la entidad financiera se la llevó la ola gigante de la segunda recesión. Y tuvo como protagonista a José Carlos Hernández Barrasús, auditor de la firma Ernst & Young que en 2010 y 2011 confeccionó informes para Banca Cívica en medio de lo que denominó como “una situación complicada de la economía, con cambios drásticos, dramáticos y tendencias a peor”. Fue el escenario macroeconómico al que recurrió cada vez que tuvo que responder a preguntas que trataban de explicar por qué Caja Navarra, ya en Banca Cívica, se vio abocada a su desaparición.

A su juicio, gran parte de culpa la tuvo un “contexto que fue empeorando”; el hecho de que todas las previsiones fallaron -desde “las del Fondo Monetario Internacional a las de los expertos”, valoró- al no ver que venía una segunda recesión en 2011 (cuando la operación de Banca Cívica estaba en su punto álgido); y que los resultados de las entidades fueron peores de lo esperado. Ya está. Ahí dejó su diagnóstico, en el que no vio “nada anómalo” y que no quiso extender a aspectos de gestión o cuestiones más concretas por las que le interrogó Koldo Martínez (Geroa Bai). Hasta cierto punto, la postura del auditor fue la previsible en un profesional sin vinculación con Navarra y que sólo realizó trabajos puntuales para la entidad. De hecho, sobre preguntas relativas a aspectos que podrían considerarse más polémicos apenas se pronunció, alegando algunas veces falta de conocimiento o rehusando en otras posicionarse sobre trabajos de otras firmas o autores, como el Banco de España.

la incógnita de cajasol Por ejemplo, Hernández Barrasús no entró a valorar un aspecto cuanto menos curioso a juicio de Martínez: que CajaSol recibiese una compensación de 192 millones de Caja Navarra, Caja Burgos y Caja Canarias a cambio de tener menos peso en Banca Cívica, en un desembolso que el portavoz de Geroa Bai comparó con “pagar una especie de castillo en el aire” teniendo en cuenta cómo acabó aquella aventura. “Ahí no me voy a meter, fue un acuerdo entre las partes”, se excusó. Tampoco quiso entrar en otro punto significativo: el relativo al verdadero valor de CajaSol, una entidad sobre la que ha rondado la sospecha de que estaba poco menos que quebrada en el momento de entrar en Banca Cívica. “¿Sabía que CajaSol aportaba el 44% de la pérdida esperada, pero sólo hacía frente al 29%? ¿Se tuvo en cuenta eso?”, cuestionó Martínez. “No nos corresponde a nosotros valorar las cuotas. Se tuvo en cuenta, estoy seguro”, concedió, en una salida algo dubitativa que sorprendió por venir de quien auditó las cuentas de 2010 y 2011.

La única valoración que se salió un poco del guión la realizó cuando Guzmán Garmendia (PSN) le preguntó por si Caja Navarra pudiese haber continuado en solitario, otra de las ideas que ha sobrevolado la comisión. “Es un poco sacar la bola de cristal”, consideró, para añadir después que “seguro que le hubiese ido mal, porque a nadie le fue bien y el deterioro se dio salieses a bolsa o no”. “Si el mercado en el que operas se hunde, tú te tienes que hundir con él”, resumió.