PAMPLONA - El soberanismo catalán llevó a Madrid su llamada a favor del derecho a la autodeterminación y su grito de protesta contra el juicio al procés. Una marea de gente tiñó de amarillo el corazón mismo del Estado español y dejó oír sus consignas por la libertad de los presos a escasos metros del Tribunal Supremo que juzga a los encausados por el 1-O, el Congreso de los Diputados y las principales instituciones del Gobierno español.

Fue una manifestación multitudinaria e histórica porque es la primera vez que el independentismo catalán se manifiesta en la capital del Reino. Nunca antes había llevado su reivindicación nacional hasta el corazón del Estado, siempre lo había hecho intramuros, con la excepción de la movilización promovida por Carles Puigdemont en Bruselas en diciembre de 2017.

Miles de personas viajaron desde Catalunya hasta Madrid en 520 autocares llenos y en transporte privado. Además se fletaron nueve vuelos directos desde Barcelona e incluso en AVE (Renfe registró ayer un aumento del 25% de usuarios en este destino). Además, llegaron personas procedentes de otros puntos de la geografía española. Entidades y partidos políticos de Andalucía, Comunidad Valenciana, Galicia y Euskadi movilizaron a sus miembros.

La marcha organizada por la ANC y Òmnium Cultural bajo el lema La autodeterminación no es delito. Democracia es decidir partió a las seis de la tarde entre Atocha y Cibeles, pasando por el Paseo del Prado. Alrededor de un kilómetro en el que se agolparon miles de personas con lazos amarillos, estelades y pancartas pidiendo la excarcelación de los encausados en el juicio del procés. Según la Delegación del Gobierno español en Madrid, en base a los datos policiales, fueron 18.000 los manifestantes. Sin embargo, los organizadores cifraron en 120.000 los asistentes a la marcha, muy por encima de sus propias expectativas, situadas en torno a los 50.000.

Los convocantes se habían propuesto hacer una demostración de fuerza y superar los casi 50.000 manifestantes que PP, Ciudadanos y Vox dijeron haber reunido en la madrileña plaza de Colón el pasado 10 de febrero para reivindicar la unidad de España y protestar contra el presidente Pedro Sánchez por su supuesto conchabeo con el independentismo catalán.

En la cabecera de la marcha de ayer se encontraban el president de la Generalitat, Quim Torra, el expresident Artur Mas y varios de los actuales miembros del Govern, entre ellos Elsa Artadi, así como el presidente del Parlament catalán, Roger Torrent. También había diferentes políticos de Junts per Catalunya (JxCat), ERC o la CUP, entre ellos Gabriel Rufián, Joan Tardá, David Bonvehí y Míriam Nogueras (PDeCAT). También se dieron cita más de 150 alcaldes catalanes, algunos de ellos vara en mano.

Hubo también representantes de los Comunes, la marca de Podemos en Catalunya, así como del Bloque Nacionalista Galego (BNG), IU de Madrid, el Partido Radical Italiano, EH Bildu, Gure Esku Dago o plataformas como Altsasu Gurasoak, los padres de los encarcelados por la agresión a los guardias civiles en un bar de la localidad navarra.

En declaraciones a la prensa, Torra se dirigió de forma genérica al Estado español para pedirle que escuche “los gritos de la libertad” y que aproveche la manifestación para preguntarse “en qué ha fallado para que tanta gente esté apelando el derecho de la autodeterminación”. Puigdemont, que siguió la marcha por televisión desde su sede en Waterloo, destacó el éxito de la manifestación independentista, que a su juicio “debería mover mentalidades”. Por su parte, el presidente del Parlament tachó de “juicio farsa” el proceso abierto en el Tribunal Supremo y subrayó que el “conflicto político entre Catalunya y el Estado solo se resolverá con democracia”.

Antes de comenzar los discursos de los organizadores, se proyectó un vídeo del juicio en el Tribunal Supremo a los líderes del procés acusados de los delitos de rebelión, sedición, malversación y desobediencia. Los manifestantes vitorearon las frases de los presos preventivos y abuchearon los cortes en los que aparecían los fiscales. Al finalizar la marcha sonó L’estaca y el Segadors.

Unos 500 policías velaron por la seguridad de la manifestación en Madrid, según fuentes policiales. Las calles adyacentes al Paseo del Prado se encontraban acordonadas por agentes de la Policía Municipal y de la Policía española. La manifestación también estuvo vigilada por un helicóptero de la Policía. No hubo incidentes sonoros en Madrid a pesar de que por la mañana una veintena de falangistas marcharon por el centro de la ciudad reivindicando la unidad de España. Sin embargo, muchos asistentes denunciaron a través de las redes sociales, en algunos casos colgando fotografías, los controles de la Guardia Civil en el camino hacia Madrid. Además, la Policía española dispersó a las personas que antes de la marcha se concentraron en la explanada frente al Congreso de los Diputados.