pamplona - Pedro Sánchez ha buscado, en estas dos jornadas de reuniones con los líderes del PP, Cs y Podemos en la Moncloa, dar una imagen de normalidad institucional tras la batalla de las generales y a pocos días de la contienda municipal, autonómica y europea. Ante sí se ha encontrado con tres líderes bien distintos, como bien distintas han sido sus actitudes. Empezando por Pablo Casado, que tras su fuerte derrota llegó ayer a la Moncloa en son de paz y con un tono más amable e institucional que el de toda su campaña; siguiendo por Albert Rivera, que ayer mostraba un semblante y un discurso duros para tratar de erigirse como líder de la oposición. Y acabando por Pablo Iglesias, el socio preferente de Sánchez, a quien se vio más cómodo junto al presidente y que mantiene el tono moderado que acuñó en la campaña. Todo sea por el acuerdo.

El único que se mostró igual en estas tres escenas ha sido el propio Sánchez. Muy sonriente, con gestos amables hacia sus invitados, el jefe del Ejecutivo se tomó esta ronda como una primera toma de contacto antes de las negociaciones puras y duras, que llegarán en poco tiempo. Sus adversarios, sin embargo, quisieron dejar claro desde el minuto uno el papel que quieren ocupar en esta nueva legislatura.

Casado, por ejemplo, enterró aparentemente el hacha de guerra y celebró reunirse con Sánchez tras meses pidiéndole que le llamase, mientras quitaba hierro a los descalificativos que había lanzado contra el presidente en campaña. Pero al mismo tiempo trató de colocarse como líder indiscutible de la oposición al sugerir a Rivera que permita con su abstención la investidura de Sánchez, porque él no piensa hacerlo.

sin química No tardó el líder de Cs en contestar con un no alto y claro. Ni tiene intención de abstenerse ni consiente que Casado se lo reclame. Durante el poco tiempo que pasó en su primera visita a la Moncloa de Sánchez, Rivera trató de marcar todas las distancias posibles con el líder socialista. Apenas sonrió a su llegada, durante el apretón de manos para la prensa. Era evidente la poca química entre ambos, y prueba de ello fue la hora escasa que durado la reunión.

Otra cosa son las formas. Porque Casado compareció en la sala de prensa del Consejo de Ministros, la que el Gobierno sólo cede al líder de la oposición o a mandatarios extranjeros, mientras Rivera e Iglesias ocuparon otra más pequeña, la que usan el resto de dirigentes políticos y sociales. - D.N.