pamplona - El PSOE ensayó ayer en la conformación de la Mesa del Congreso un escenario que podría predominar en la decimotercera legislatura al alcanzar una mayoría sin sostenerse en las fuerzas independentistas. Meritxell Batet (PSC) fue designada presidenta del Cámara baja en segunda votación con el apoyo de los 175 diputados de PSOE, Unidas Podemos, PNV, Coalición Canaria, Compromís y Partido Regionalista de Cantabria, tan solo uno por debajo de la mayoría absoluta. ERC votó nulo al incluir en sus papeletas la palabra Llibertat, mientras que JxCat lo hizo en blanco. Una situación que bien podría repetirse en la investidura de Pedro Sánchez. Fue el espejo de un horizonte que se prevé incierto y bajo una atmósfera bronca, con los cincos presos soberanistas sentados en sus escaños a la espera de, previsiblemente, ser suspendidos hoy de sus funciones y con Vox montando su primer show y aporreando los pupitres.

La dificultad socialista para sacar adelante votaciones será menor en la Mesa al asegurarse el respaldo de Unidas Podemos aunque también podría formarla con PP y Ciudadanos si llegara el caso. En el día a día el principal obstáculo para el partido de Ferraz reside en las profundas diferencias entre la formación de Pablo Iglesias y Coalición Canaria, que pueden complicar que se reme en la misma dirección. El independentismo -y no así la fuerza canaria- sí votó a Gloria Elizo, de Podemos, como vicepresidenta primera, a la que acompañarán en la mesa Alfonso Rodríguez (PSOE), Ana Pastor (PP) e Ignacio Prendes (Cs). Manuel Cruz fue nombrado presidente del Senado gracias a la mayoría absoluta que 30 años después tiene el PSOE en la Cámara Alta.

gritos Batet se estrenó en su nuevo cargo con un discurso en que el que prometió que el órgano de gobierno de la Cámara actuará con “imparcialidad” y en el que exigió a los diputados que se conduzcan con “respeto”, “sin gritos” y buscando consensos. Lo pronunció después de una agitada ronda de acatamientos de la Constitución en la que los diputados de PP y Vox trataron de impedir que se escuchara a los independentistas con sus innovadoras promesas, lo que también provocó la protesta del líder de Ciudadanos, Albert Rivera. Pero la socialista no pudo impedir que el hemiciclo se convirtiera en una especie de manifestódromo, con Santiago Abascal jurando “por España” y Oriol Junqueras afirmando: “Desde el compromiso republicano, como preso político y por imperativo legal, si prometo”. Con el Congreso más fragmentado que se recuerda y donde la cultura parlamentaria pasa por la protesta, Vox se instaló en los asientos tres horas antes de iniciarse la sesión para ocupar los escaños habituales del PSOE y con Abascal robándole los planos televisivos a Sánchez, aunque el diputado del PSC José Zaragoza boicoteara la estrategia colocándose entre Santiago Abascal y Espinosa de los Monteros. El primero de los capítulos audiovisuales que aguarda con la presencia de los 24 diputados de la marca de extrema derecha.

Y mientras Casado acusó a Batet de ser “cómplice” del “intento de blanqueamiento de delitos muy graves” de los “golpistas”, Rivera quiso erigirse en líder de la oposición in pectore, su objetivo para pasar por encima del PP, reprendiendo a la socialista por permitir las fórmulas que hacían referencia a la existencia de “presos políticos. Se insulta al decoro de la Cámara” y “han pisoteado la dignidad” de España, dijo el dirigente naranja, aunque la nueva presidenta de la Cámara citó la jurisprudencia del Tribunal Constitucional para desbaratar la acusación. “Ninguno de los partidos representa en exclusiva a España ni a ningún territorio”, “ninguno somos el pueblo”, señaló. Batet, quien se despidió en las cuatro lenguas cooficiales del Estado y dio por finalizada la sesión que barrunta el alejamiento entre Sánchez y el independentismo pese a haberse emplazado a hablar.