Pasaban las doce y media del mediodía y Koldo Martínez (Geroa Bai), al frente de la Mesa de Edad, anunciaba que Unai Hualde (Geroa Bai) había sido elegido presidente del Parlamento de Navarra. Lo hacía con los 30 votos a favor de PSN, Geroa Bai, EH Bildu, Podemos e I-E; más que suficientes para imponerse a los 20 apoyos en los que se quedó el profesor Iñaki Iriarte, sólo apoyado por las tres derechas agrupadas en Navarra Suma.

Probablemente, ninguno de los protagonistas se paró a pensar entonces mismo que, justo a la hora en la que Martínez leía el nombre de Hualde, terminaba un día exacto (24 horas) de negociación frenética para conformar una Mesa que se solucionó sobre la bocina, tras un pulso político tremendo entre PSN y Geroa Bai y una sesión constitutiva que quedará para el recuerdo, pero que alumbra una Mesa plural merced a un acuerdo entre Chivite y Barkos para la presidencia y la vicepresidencia, y una medida de laissez faire para la secretaría segunda, que ocupa EH Bildu con los únicos apoyos de Geroa Bai e I-E.

“Sabía que iba a haber prórroga, pero no que se iba a solucionar en los penaltis”, reflexionaba, aliviado, una de las personas que había estado pendiente de las negociaciones desde que se retomaron, el martes 18, a las doce del mediodía en el Parlamento. Entonces se produjo el primer encuentro entre PSN, Geroa Bai, Podemos e I-E para buscar un acuerdo para la Mesa. El punto de partida no era el mejor: el PSN venía de arrebatar un buen puñado de ayuntamientos importantes a Geroa Bai y EH Bildu, quienes consideraron que la jugada socialista en los consistorios era poco menos que un agostazo adelantado. La confianza estaba tocada y, además, todos los partidos mantenían sus posturas. El PSN pedía un acuerdo global: una Mesa con mayoría de PSN y Geroa Bai y sin EH Bildu; Geroa Bai reclamaba la presidencia de la Mesa y creía que la vicepresidencia tenía que ser para el PSN, pero la secretaría segunda para EH Bildu, fuerza a la que no se puede excluir y que es clave para la estabilidad de un Gobierno de Chivite; Podemos, mucho más en la órbita del PSOE tras la debacle electoral, apoyaba las tesis socialistas; e I-E compartía con Geroa Bai que no se podía dejar a EH Bildu fuera de la Mesa.

¿una mesa ‘a siete’? La primera reunión, que dura hasta las dos, se va en la exposición de posturas; se cierra sin acuerdo; y todos quedan en consultar a los aparatos de sus partidos, esa misma tarde, para ir viendo. Es una sobremesa de llamadas telefónicas y de anticipar posibles escenarios antes de una reunión, la de las siete de la tarde, que aflora la parte más animal de la política. PSN y Geroa Bai capitalizan -como es lógico- la negociación, y como las horas pasan y no hay avances surgen las tensiones. Fueron, dicen, cinco horas de reunión a cara de perro, con momentos tensos e incluso con algún que otro golpe bajo. Hay tensión, pero ambos partidos saben que tienen que seguir hablando, intentar llegar a un acuerdo: la amenaza de una Mesa capitalizada por Navarra Suma -que con 20 escaños y sin acuerdo podía birlar tres sitios de cinco- asusta a ambos. Geroa Bai trata de convencer al PSN de que es quien más pierde en caso de no tener acuerdo; el PSN insiste en que o acuerdo global a 23 o nada.

Con la situación totalmente encallada se tira de imaginación. “Cuando un convenio se atasca, hay que ser creativo”, afirma, ya por la tarde, uno de los negociadores. Surge la idea, casi loca, de ampliar la Mesa. Es una facultad del presidente, dicen los mismos que no saben explicar qué cambios legislativos y reglamentarios habría que hacer. Pero solucionaría: eso garantizaría la presencia de EH Bildu, y la mayoría a favor del PSN, que ganaría dos puestos, uno de los cuales cedería a Podemos. Sin embargo, no todos lo ven. Se interpreta como una salida de tiesto a la que ningún letrado dará el visto bueno, y Geroa Bai aboga por cerrar la Mesa a cinco, sin más especulaciones. El PSN quiere dejar firmada, antes del pleno, la Mesa a siete. Pero no a cinco en los términos planteados por Geroa Bai. Y la situación vuelve a bloquearse sin que ningún actor se quiera rendir, aunque sea tarde. En realidad, no había mucho más de lo que hablar. Pero nadie quiere escenificar que abandona las negociaciones sin acuerdo, que se levanta despechado y se va a casa, dando todo por roto. Pasada la media noche, no queda más remedio que irse del Parlamento, sin alcanzar un pacto y encomendándose a intentarlo, por última vez, antes del pleno.

el psn cede A las nueve de la mañana se dicen: o ahora o nunca. El tiempo corre y no se avanza: se rumorea que todo ha saltado por los aires, que no hay nada que hacer. Navarra Suma y el PSN se reúnen, y todo es tan incierto que empieza a propagarse el rumor de que Iriarte será el presidente del Parlamento. Hay gestos de incredulidad, miradas de y ahora, qué hacemos. El pleno empieza y se presentan tres nombres: Iñaki Iriarte (Navarra Suma), Inma Jurío (PSN) y Unai Hualde (Geroa Bai). Sólo Hualde e Iriarte pasan el corte, y el rumor parece que se va a confirmar

Es entonces cuando se produce algo inédito: la bancada del PSN se revuelve. Alzórriz, pendiente del móvil, consulta con Chivite y dan órdenes al grupo. Los socialistas piden una pausa y Hualde solicita un receso: va casi una hora de pleno y van a volver a reunirse. Martínez concede diez minutos que terminan siendo media hora larga. Por última vez, y a la desesperada, Hualde, Alzórriz y Chivite -Ayerdi, Santos o De Simón fueron otros invitados- se reúnen varias veces en la sala institucional, pegada al atrio, a la que llegan quitándose de encima una nube de periodistas. Y se produce la fumata blanca: en el último momento, y cuando el PSN se ve fuera de la Mesa, acepta pactar con Geroa Bai la presidencia; asegurarse de que EH Bildu no le apoya en la vicepresidencia; y votar a Ainhoa Unzu (PSN) para la secretaría. A cambio, exige un compromiso por parte de Hualde de aumentar, cuanto antes, el número de miembros de la Mesa. Pero, de momento, para la Mesa a cinco, hay acuerdo. La sesión se reanuda a las 12.24h y la segunda votación para la presidencia ya evidencia el acuerdo tras una sesión histórica y 24 horas de negociación frenética.