atenas - Los griegos acuden hoy a las urnas determinados a cambiar de gobierno y dar su voto a los conservadores, no tanto por convicción sino como una forma de castigar a Alexis Tsipras por las promesas incumplidas, a pesar de que bajo su gestión el país ha empezado a recuperarse. “Yo voté a Syriza. Tsipras nos engañó al hacernos creer que acabaría con los rescates, que revocaría esto o aquello. No ha hecho nada, es un mentiroso”, afirmó el artista Spyros Grammenos durante el mitin final de Nueva Democracia. Sus palabras son el paradigma de lo que sienten los griegos cuatro años después del referéndum en que el pueblo dijo no a más rescates, mensaje que Tsipras optó por desoir para firmar el tercero, que supuestamente salvo a Grecia de la salida del euro.

Bajo un cartel con el lema de la campaña Unidos podemos, Kyriakos Mitsotakis, el líder de Nueva Democracia, compareció en el estrado completamente seguro de su victoria. “A partir del lunes -mañana- caminaremos unidos y con las mangas arremangadas hacia una Grecia mejor”, aseguró Mitsotakis, a quien todas las encuestas le dan como mínimo una ventaja de ocho puntos, por lo que la única incógnita que se plantean ahora mismo las encuestas es si Nueva Democracia logrará o no la mayoría absoluta de los escaños.

Las elecciones se celebran en plenas vacaciones escolares, lo que podría llevar a una baja participación, aún mayor que las registradas en comicios anteriores. Desde el estallido de la crisis hace diez años, los índices de abstención han sido siempre elevados, inclusive cuando en 2015 Tsipras dio a la ciudadanía esperanza de que acabaría con la austeridad. El líder conservador sostiene que solo un Gobierno de Nueva Democracia puede garantizar que la economía coja fuerza. Ha prometido bajar impuestos y cotizaciones a la Seguridad Social, mantener las ayudas a los necesitados y una renegociación con los acreedores de los objetivos fiscales del país. Cree que todo esto se traducirá en muchas inversiones privadas y una rampante economía.

desencanto ciudadano A pesar de lo que dicen todos los números, Tsipras no quiere darse por vencido, ya que, en una Plaza de Syntagma abarrotada, arengó a sus seguidores: “El domingo -hoy- cada uno de vosotros tiene que tomar a otra persona de la mano e ir a votar... podemos derrocar a las encuestas (...) No buscamos una segunda oportunidad, sino la primera. Ahora que ya no hay rescates somos los griegos los que pueden decidir qué política hacen”, aseveró el primer ministro, que prometió un crecimiento económico.

A los que le reprochan de mentiroso, les contestó que cumplió su promesa de sacar a Grecia del rescate, y asumió las riendas de un país en bancarrota. A los ciudadanos, sin embargo, las cifras les dicen poco. Aunque los datos macroeconómicos han mejorado, mucha gente sigue sin percibir una mejora, pero sobre todo sienten enfado por las promesas incumplidas, por las 102 muertes en los devastadores incendios de hace ahora un año y por un acuerdo sobre el nombre de la ahora Macedonia del Norte.