Son tres expertos catalanes, tres analistas y observadores con amplio bagaje, que participaron en 2016 en un libro titulado Comunicación política y gobierno plural, editado por Joan Ridao y la UOC. Saben de gobiernos de coalición y además están muy al tanto de lo sucedido en Navarra. Josep Maria Reniu, por ejemplo, es un experto universitario de 50 años, profesor titular de Ciencia Política y de la Administración de la Universidad de Barcelona, fue coordinador del Observatorio de los Gobiernos de Coalición y ha escrito y participado en distintos ensayos sobre la materia, como Pactar para gobernar o Gobiernos de coalición en las comunidades autónomas españolas. Desde su experiencia valora como “un ejemplo de éxito negociador” el nuevo Gobierno. “Un triunfo del diálogo, la negociación y el pacto”. ¿Pero cómo transitar correctamente de los buenos propósitos teóricos de salida a la praxis del día a día? Para Reniu hay que observar una plantilla de respuesta a cinco preguntas, habituales también en la profesión periodística. Así, los partidos firmantes de cualquier Gobierno de coalición deben tener claro por qué quieren acordar, qué quieren pactar y en qué no pueden de momento conformar un acuerdo, pactando con anterioridad el desacuerdo, para que haya un consenso de mínimos que garantice la estabilidad, anticipándose a la llegada de problemas. La tercera cuestión es cómo se va a llevar a la práctica la coordinación y seguimiento del acuerdo. La cuarta cuestión responde al cuándo, y la quinta al quién. Reniu habla también de dos elementos derivados de las negociaciones: “La familiaridad y la inercia”. Es decir: “Cuando dos partidos están habituados a colaborar tenderán a seguir la colaboración”. La inercia; este puede ser uno de los temores nucleares de Navarra Suma en la entente que ha cristalizado, singularmente en la alianza entre el PSN y Geroa Bai. Formación esta última a la que observa como un importante pivote del acuerdo, y conectada con lo que denomina “dinámicas multinivel”. Esto es, el refuerzo que supondría por ejemplo una colaboración del PSOE y el PNV en el Congreso de los Diputados. Reniu recomienda a los firmantes del acuerdo “poner las luces largas” y colocarse mediante un ejercicio de prospección en la primavera de 2023 para establecer dónde quieren dirigirse en estos cuatro años, sujetos a la dificultad de la aprobación de los presupuestos. En cuanto a la gestión de los tiempos, este doctor en Ciencia Política cree importante que al inicio de una legislatura, si se ha dado un vuelco político muy contundente, se tome alguna decisión con carga simbólica en busca del efecto de salida. Dado que considera que no es este el caso, advierte sobre el riesgo de acumular el grueso de las medidas en el último medio año de legislatura, y aconseja que en el caso de toma de decisiones impopulares es preferible que vayan al inicio del mandato, para diluir su impacto negativo con el paso del tiempo. Por último, preguntado por la importancia de los think tanks a la hora de articular marcos mentales, Reniu recuerda que “echarlos a rodar resulta complicado”, pero que si un Gobierno carece de centros de estudios que sintonicen con su estrategia, debe esforzarse comunicativamente en esta línea, vía mensaje y trabajo de portavocía.

un contexto exigente

La clave del liderazgo

Aleix Cuberes es un consultor de comunicación de Barcelona, de 44 años. Una ayuda a gobiernos e instituciones a construir “su alma pública”, afirma. Cuberes observa la fragmentación política como un elemento que define los espacios públicos; lo que provoca mayores dificultades para conformar mayorías y gobiernos estables que en el pasado. Constata que los gobiernos de coalición son “norma común en los países europeos”, pero también en la CAV, Navarra y Catalunya, en contraste con las estructuras de Estado, donde califica de “apariencia de negociación” el proceso mantenido entre PSOE y Unidas Podemos.

Desde la distancia, pero con un conocimiento amplio de la actualidad foral, Cuberes vaticina que Navarra Suma hará una oposición muy dura, y que el Parlamento de Navarra puede ofrecer en esta bancada un ambiente bronco similar al que se dibuja en el Congreso de los Diputados. “Ya veníamos de una oposición muy cruda a la presidenta Barkos”, recuerda Cuberes, que cree que “los decibelios y la intensidad van a seguir subiendo”. Convencido al mismo tiempo de que el cultivo de los afectos es capital para resistir las tensiones propias de un Gobierno de coalición. Una forma de inteligencia política que considera eficaz: “A medida que haga protagonistas a sus socios de Gobierno más va a crecer María Chivite y más estabilidad va a tener su Ejecutivo”. Al mismo tiempo, a su juicio, si Chivite consigue convertirse en una figura paraguas de autoridad, aunará a los diferentes actores, proyectará una homogeneidad compartida.

Cuberes destaca que la anterior presidenta tenía carácter, carisma y autoridad, y ahora Chivite deberá ser capaz de construir su propio perfil. Una personalidad que a primera vista observa más “frágil” a la hora de hablar y exponer sus ideas. “Creo que no estamos ante una personalidad absolutamente carismática como la de Barkos”. Pero pide tiempo para ver cómo se maneja Chivite que ante una oposición muy beligerante, que puede cohesionar más a los actores del Gobierno, aunque cree este asesor que EH Bildu evitará hacer pinza con Navarra Suma para no desestabilizar al Ejecutivo.

se nace y se hace Según Cuberes hay liderazgos innatos y otros que se obtienen trabajando. “No son de primera o segunda categoría” en función de su origen, aclara. Este consultor destaca que Ferraz esta vez ha asumido la visión del PSN, lo que considera un indicio del liderazgo de Chivite. Y cree que gestionar los desacuerdos internos y confrontar con la oposición va a curtir a la nueva presidenta. En todo caso se pregunta cómo van a responder los aparatos de los distintos partidos, no solo el del PSN, a la hora de permitir a Chivite tejer esa relación de confianza multipartita. Y destaca que un Gobierno de coalición no va tanto de compartimentos y calculadoras, sino de tener una mirada amplia y generosa, donde el factor humano resulta decisivo, por lo que defiende la necesidad de la construcción de afectos y confianzas entre todos los partidos de una cámara y singularmente entre los que comparten el poder. Para construir gobiernos de coalición que funcionen, subraya, deben darse valores, causas, horizontes y narrativas compartidas, y un sentimiento del proyecto del todo propio. Para ello, recomienda protagonismos compartidos y espacios periódicos de seguimiento del pacto y de prevención de las crisis que vendrán, para contener las discrepancias.

confianza En un entorno de polarización, y hasta “tribalización”, Cuberes subraya que el nuevo Ejecutivo tiene que marcarse el objetivo de conectar con la gente. “Si no se construye una relación de confianza con la ciudadanía los esfuerzos digitales que haga el Gobierno seguramente van a quedar en nada”, advierte. Por lo que recomienda una estrategia de conexión con la sociedad y de apertura de ventanas , con el fin de evitar cualquier tentación de aislamiento o endogamia. Esto también lo refiere al ámbito digital, mediante una estrategia de perfil ponderado en las redes, “ni bajo ni exagerado”. Cuberes se muestra crítico con ciertas dinámicas que pueden cortocircuitar la ya difícil conexión entre los coches oficiales y la calle. Califica de “ajedrez ciego” el papel que está desarrollando Pedro Sánchez, “que le ha cerrado el contacto con la gente normal y corriente” y alerta: “Solo en función de la calculadora se desarrolla una política de muy baja calidad”. Este consultor critica el “maquiavelismo barato”, y parafraseando a Eduardo Madina, denuncia que “la política no se puede convertir cada día en un capítulo de Netflix”. Por contra, Cuberes apuesta por una conversación pública respetuosa y deliberativa donde se premie no a quienes chillan más, sino a quienes construyen puentes, se quieren entender desde la educación y la diplomacia. Y en vez de una política de tensión constante, en la línea que reclamó Unai Hualde en su discurso de la toma de posesión de Chivite, cree que los representantes políticos deben dar ejemplo de respeto. “La política es un ejemplo de la sociedad que tenemos”, subraya. Así que recomienda al nuevo Ejecutivo de Chivite construir un modelo, un estilo y una narrativa propia, un liderazgo contrapuesto que no se deje llevar por la previsible crispación de Navarra Suma.

A la hora de perfilar la musculatura de un Gobierno, las posibilidades son variadas, según la materia prima de cada momento. Aleix Cuberes recuerda el carisma de Maragall en el Tripartito de 2003, que a su juicio sirvió para absorber la oposición “un poco desnortada” de un entonces joven Artur Mas y las presiones internas de ese primer tripartito.

comunicación sinfónica No lo ve igual Toni Aira (Barcelona, 1977). Doctor en comunicación, director del Máster de Comunicación Política de la UPF-BSM y contertulio de diferentes medios que pone en valor el giro estratégico del Gobierno de Montilla a base de una idea de gestión y de reordenación, para tratar de amortiguar la sensación de conflictividad del primer tripartito, que Aira califica de “Dragon Khan”.

Asunto clave para este analista es que el Ejecutivo de Chivite “proyecte un Gobierno y no el número de partidos que lo conforman”. Un error habitual en España, pero no en Alemania o Reino Unido, donde las coaliciones han transmitido unidad y coherencia en sus objetivos, afirma. Tirando de metáfora, se trata de que la comunicación suene a orquesta sinfónica, no de jazz. Pese a valorar el giro estratégico de Montilla, Aira critica que en los dos tripartitos que gobernaron Catalunya a partir de 2003, los partidos, intentaban competir para dejar su sello “y lo que es peor, para intentar evitar que lo dejase el otro”. En cambio este experto elogia cómo se ha acordado el pacto de Colau y el PSC esta primavera en Barcelona, tras una anterior legislatura convulsa. Lo básico, dice Aira, es evitar siempre “la sensación de reinos de taifas y desbarajuste”, y para ello anima a implicar a todos los partidos en todas las áreas , para que nadie se sienta no implicado en una determinada decisión. “Los electores penalizan mucho las incoherencias, y ese es uno de los peligros de los gobiernos de coalición”. Por lo que además de una cuidada estrategia y una buena estructura, Aira recomienda tratar de amortiguar y positivizar los pasivos de las antiguas discrepancias, para que no arrastren. Es decir: construir un relato ilusionante de superación de divisiones previas. Claro que el contexto luego también tiene que ayudar.

Toni Aira coincide con Cuberes en la valoración inicial de María Chivite, y recuerda el momento en el que se quebró la voz en la toma de posesión. “A mí me transmite una sensación de fragilidad que no es de entrada necesariamente negativa. Si la sabe positivizar podemos estar en los ciernes de la gestación de un liderazgo político potente, lo que le puede dar un relato”.